Quienes no asistieron, se lo perdieron. La presentación del relato de Esther Crisol -que antes fue texto teatral para niños y que sirve para conmemorar la celebración del Festival del Cante Jondo de 1922- fue amena por su brevedad, (apenas media hora) y por su variedad pues a las intervenciones de la diputada Fátima Gómez y de la autora de ‘1922, una mirada al pasado’ se sumaron una pequeña representación con Lorca, Falla y la Argentinita interpetados exquisitamente por Mateo Van Sprew Villén, César García Ochando y Emma Valverde Arco (por orden de aparición) y un vídeo con imágenes del proyecto teatral llevado a cabo con alumnado del CEIP Elena Martín Vivaldi y de la Escuela de Flamenco del IES Hiponova de Montefrío.
Por ello, el público que llenaba por completo el salón de actos del Palacio de los Condes de Gabia disfrutó, aplaudió, también felicitó por los textos intercalados en el vídeo pues «no se puede decir con menos palabras tantas cosas importantes, bonitas y maravillosas como las que ha sido capaz de reflejar en estos textos».
Previamente la diputada de Cultura y de Memoria Histórica comentó los tres títulos anteriores publicados en la Colección Granada Universo Flamenco en la que se ha incluido esta obra de la cantaora y maestra de música que «desde la tradición oral cuenta cómo se organizó el concurso del Cante Jondo que se realizó en Granada en 192 y que supuso la implicación de un número considerable de intelectuales de la época que hizo posible fuera la primera muestra de atención sobre el flamenco importante de la intelectualidad española sentando las bases de lo que sería su revisión actual».
Después hablaría de la autora y del prólogo realizado por Álvaro Salvador, de las aportaciones didácticas de Lola Fernández, y de las historiografía del evento realizadas por Pepa Merlo y José Vallejo, sin olvidar el enriquecimiento del libro con las ilustraciones de alguien muy vinculado al flamenco como es Álvaro García Seisdedos. A continuación la autora agradecería a todos los que han hecho posible la publicación, así como a sus compañeros, las familias y sus hijos que hicieron posible la «enriquecedora experiencia del teatro que más tarde, gracias a Antonio Troya y Matilde Bautista, que le propusieron transformarlo en relato».
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