Burlas y agresiones día tras día. La misma historia repetida, sin un momento de descanso.
Daños ocasionados a mi persona de manera reiterada por seres sin escrúpulos, dispuestos a todo con tal de mostrar su autoridad.
¿Trajiste el dinero? – repiten la pregunta con una respuesta sabida de antemano-.
Mi cuerpo tiembla. Necesito gritar, escapar de una monotonía que me impide avanzar.
Dolor cabeza, malestar, miedo o negación de lo sucedido son algunos de mis síntomas.
Hoy, una vez más, los mensajes proliferan por las redes sociales.
¡No puedo más- grito en silencio-.
Cuento hasta tres e intento fingir aparente normalidad, tratar de convencerme de que el problema no es tal.
En ocasiones, llego a creer todo lo que de sus bocas (las de quienes me linchan cada día) sale: “¡Gallina! ¡Idiota! ¡Basura! ¡Excremento humano!”
El rechazo o el menosprecio es lo que peor llevo. Es difícil entender mi situación (quizás no logréis comprenderme), pero no perderé la esperanza de poder levantarme sin heridas en mis brazos, con la espalda libre de golpes, mis oídos exentos de voces zafias o mis ojos desprovistos de secuencias que pasan como si de un film se tratara.
Queridos lectores, espero que mis palabras no caigan en saco roto.
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Profesor de ESO