Jesús Fernández Osorio: «El 8 de marzo: la larga lucha por la igualdad»

Qué tiempos serán los que vivimos, que hay que defender lo obvio (Bertolt Brecht)

El próximo domingo, 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Fecha esta que, tomada desde nuestra referencia actual, en primer lugar nos exige una evocación de su origen; para acercarnos a entender las causas relevantes que inicialmente motivaron la elección de este día. Sirvan estas líneas, además, de homenaje y reconocimiento a la lucha de las mujeres (y los hombres) de todas las épocas por lograr una sociedad más justa e igualitaria.

Según algunas fuentes, y a pesar de que ya anteriormente se habrían venido organizando algunos actos dirigidos a sensibilizar a la sociedad sobre la situación de la mujer en el trabajo, su inicio se remonta a la huelga llevada a cabo por las trabajadoras de la fábrica textil Cotton, de New York, en 1908. Fábrica en la que, poco más de tres años después, murieron en un incendio más de un centenar de trabajadoras. Protestas y demandas de mejoras laborales de las mujeres asalariadas, de las obreras, –ante las míseras condiciones de todo tipo a que se encontraban sometidas– a las que, con el paso del tiempo, se unirán otra serie de exigencias sociales como la obtención de sus hasta entonces negados derechos políticos y el rechazo frontal a las guerras.

Igual e íntimamente ligado al pensamiento de izquierdas, también se debe mencionar, en su génesis, la propuesta de dedicar una jornada reivindicativa sobre la mujer trabajadora. Propuesta planteada por la política alemana, Clara Zetkin, en la II Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas celebrada en Copenhague, en 1910 (1.) Determinación de una fecha festiva que algunos países como Alemania, Dinamarca y Suecia acogieron positivamente y que empezarán a instaurar desde el año 1914. Finalmente, en 1975, como hito histórico fundamental, citaremos que la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) declarará el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.

El 19 de noviembre de 1933 las mujeres [españolas] pudieron acudir a depositar su voto por primera vez en la historia de este país

En España no será hasta la proclamación de la II República cuando, a tenor de la igualdad de derechos conseguidos –aún antes de que les fuese concedido el sufragio femenino–, se propició un despertar general de la conciencia igualitaria. Así, el 19 de noviembre de 1933 las mujeres pudieron acudir a depositar su voto por primera vez en la historia de este país. Derecho que, como es suficientemente conocido, se habría conseguido tras uno de los debates más intensos y apasionados vividos por el nuevo Parlamento republicano. Entre los parlamentarios allí representados solo se encontraban tres mujeres (2): Margarita Nelken, del PSOE; Clara Campoamor, por el Partido Radical y Victoria Kent, del Partido Radical Socialista. Clara Campoamor defendió con total vehemencia su inmediata consecución, mientras que, de modo contrapuesto, Victoria Kent se mostrará partidaria de posponerlo pues, mantenía la teoría, compartida por otros muchos, de que la mujer española estaba demasiado influenciada por la Iglesia y su voto favorecería a la derecha. En esta última línea también se posicionó Margarita Nelken.

Finalmente, en la votación del día 1 de octubre de 1931, la proposición fue aprobada, (con 161 votos a favor y con 121 en contra). En consecuencia, las Cortes ratificaron el sufragio femenino, el derecho al voto de las mujeres españolas. Derecho recién conquistado que las mayores de 23 años no podrán ejercer hasta las siguientes elecciones generales, convocadas para el 19 de noviembre de 1933. Ese día, en la capital granadina, según recogían las páginas de El Defensor de Granada, desde que se comenzaron a abrir los colegios electorales se formaron largas colas, especialmente de mujeres que “esperaban el momento de cumplir sus deberes ciudadanos por vez primera” (3). Se abría, por fin, un camino de justicia y normalidad en la democracia española y entre los nuevos diputados electos, en esa ocasión, destacará la presencia de otra mujer, María Lejárraga, que se convirtió, a sus 59 años, en la primera diputada al Congreso por Granada.

La primera celebración del 8 de marzo en España será en 1936, coincidiendo con la etapa de modernidad y progreso republicana

La primera celebración del 8 de marzo en España será en 1936, coincidiendo con la etapa de modernidad y progreso republicana, en la que, además de la consecución por parte de las mujeres de importantes derechos laborales y del acceso al espacio público –anteriormente vedado–, se logrará el derecho al divorcio y el reconocimiento de la paternidad en caso de hijos fuera del matrimonio. Derechos recién conquistados que, tras el golpe de Estado fallido que desembocará en la Guerra Civil de 1936, y la posterior victoria de los sublevados en armas, casi mil días después, se perderán durante los cuarenta largos años de la dictadura franquista. Hasta la reinstauración de la democracia; en la que volverán a tener voz y voto.

Así, por todo lo vivido por las sufridas generaciones de nuestras madres y abuelas, y por las amenazas de regresión con las que vocifera y amenaza la extrema derecha en nuestros días, el próximo domingo –y todos los días del año– debemos inundar las calles de color morado (4), reivindicando el feminismo –que no es lo contrario del machismo–, la igualdad y, sobre todo, la erradicación definitiva de nuestra sociedad de la violencia machista, de la violencia de género. Lacras que nunca, en ningún tiempo ni lugar, tuvieron sentido y menos hoy. Lucha por la igualdad que debe ser una conquista irreversible tanto para hombres como para mujeres, una realidad presente y duradera y que, a nivel global, no olvidemos las desigualdades de género que aún subsisten y lo difícil que sigue siendo ser mujer en muchos lugares del mundo.

Imagen: La libertad guiando al pueblo (1830). E. Delacroix. Museo del Louvre, París.

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NOTAS

(1) Proposición que se considera inspirada en la Déclaration des Droits de la Femme et de la Citoyenne. Texto redactado, en el contexto de la Revolución Francesa, por Olympe de Gouges, en 1791.

(2)  Las mujeres podían ser elegidas (derecho pasivo), pero no podían ser electoras.

(3)  El Defensor de Granada, 20 de noviembre de 1933, p. 1.

(4) Color, como todos saben, adoptado internacionalmente por estar asociado a las sufragistas inglesas en su lucha por el derecho al voto de las mujeres en el Reino Unido, a principios del siglo XX.

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Jesús Fernández Osorio

Maestro del CEIP Reina Fabiola (Motril).

Autor de los libros ‘Cogollos y la Obra Pía del marqués de Villena.

Desde la Conquista castellana hasta el final del Antiguo Régimen

y ‘Entre la Sierra y el Llano. Cogollos a lo largo del siglo XX

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