Malos tiempos son los que corren. Sin duda alguna, compartimos un problema, sin excepciones de ningún tipo. Aquí, ningún país se libra del denominado COVID 19 o Coronavirus (como muchos ya le conocemos).
Asistimos a una pandemia a la que debemos, podemos y vamos a poner freno. Pero, ¿cómo?
Con actitud, cabeza, solidaridad, responsabilidad ,y, sin menosprecios.
Actitud es la que debe llevarnos a actuar, con madurez, como seres responsables, sabedores de la situación actual, sin tomarnos a broma un problema bastante serio.
¿Qué no entienden algunos después de más de una semana de confinamiento?
¿Qué no entiende el “graciosillo de turno” vestido de dinosaurio para sacar la basura?
¿Qué pretenden las familias que aprovechan este aislamiento para coger las neveras e irse a la playa?
¿ Y esos jóvenes que organizan improvisados botellones? ¿Qué quieren transmitir?
No me olvido tampoco del irresponsable que reserva una falsa entrada o escondite a sus “amigotes” para celebrar una gran fiesta o abrir su negocio (una minoría que deja sin efecto el sacrificio que numerosos y responsables ciudadanos hacen cada día).
Apelo al sentimiento de solidaridad, ese que debe llevarnos a ayudar al familiar o amigo que lo pase mal cuando esto acabe, al docente que imparta clases gratuitas o atienda a cualquier hora del día (sin pensar que está fuera de su horario), al psicólogo que ofrezca terapia a quienes están pasándolo mal (sin poner precio por ello), al taxista que está haciendo carreras a un euro para aquellos que quieren visitar a sus familiares enfermos, al militar que acompaña al anciano hasta su casa e incluso le ayuda con la compra, al sanitario que dobla turnos (para mí son ángeles o héroes con letras mayúsculas), al vigilante de seguridad que pone paz en los supermercados cuando la gente se amontona,…
Todos sumamos. La unidad hace la fuerza y lleva a conseguir grandes victorias.
Y ahora nos toca conseguir la más importante, por lo que te pido una única cosa: ¡Quédate en casa!
Ver más artículos de:
Profesor de ESO