En paralelo a esas canciones protesta de Lluís Llach, Aute, Labordeta, Jarcha y Vino Tinto que comenté en mi artículo anterior en IDEAL EN CLASE, surgía, con estilo propio, un tipo de copla que reivindicaba “lo andaluz”: su cultura, su sufrimiento, sus injusticias y, por tanto, sus derechos, su identidad y su reconocimiento. También quiero que la conozcan mis alumnos de Historia de España, porque ¿qué mejor manera de acercarse a la lucha andaluza por la autonomía que a través de sus canciones?
Curiosamente, la primera que voy a tratar fue de un grupo madrileño, Aguaviva, con una forma musical de gran popularidad en aquellos años que alternaba partes simplemente recitadas con otras cantadas a coro. Es el caso de Poetas andaluces, un tema de 1969, con letra de Rafael Alberti, que formó parte del álbum “Cada vez más cerca”.
Alberti, uno de los integrantes de la Generación del 27 y amigo de Federico García Lorca, estaba exiliado en Roma desde la guerra debido a su militancia comunista. Allí escribe en 1950 un poema quejándose de la pasividad de los escritores andaluces por no alzar la voz contra las injusticias de todo tipo que sufría España en esos negrísimos años. El poema fue musicalizado tiempo después por Manolo Díaz, el compositor de Aguaviva, pero hubo que viajar a Roma al encuentro de Alberti para que diera su licencia, a lo que inicialmente no estuvo dispuesto por entender que ya los poetas andaluces sí estaban gritando contra la dictadura. La solución fue añadir al título de la canción la fecha, 1950, para que quedara claro el momento de creación de su letra.
En este tema aparecen ya las constantes de las canciones “andalucistas”: los montes y los campos -los mares eran el resultado de ser Alberti gaditano-, porque Andalucía era todavía la “tierra de hombres sin tierra”, el lugar donde los terratenientes presumían de “tener tantos cortijos como hijos” mientras la clase jornalera seguía viviendo en la pobreza, la incultura y la marginación:
(…)
Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie?
Es que acaso en los montes andaluces no hay nadie?
Que en los campos y mares andaluces no hay nadie?
No habrá ya quien responda a la voz del poeta,
Quien mire al corazón sin muro del poeta?
Tantas cosas han muerto, que no hay más que el poeta
Cantad alto, oiréis que oyen otros oídos
Mirad alto, veréis que miran otros ojos
Latid alto, sabréis que palpita otra sangre
(…)
Carlos Cano era un joven músico granadino que procedía de una familia duramente castigada por la dictadura: su abuelo materno, químico en la Fábrica de Pólvoras de El Fargue, había sido ejecutado por los rebeldes en los primeros meses de la guerra; y la abuela tuvo que salir de allí con sus hijos y arañar una nueva y difícil vida en Granada. Las ideas de Carlos estaban, en consecuencia, condicionadas por todo ese sufrimiento familiar.
En 1975, a los pocos días de la muerte del dictador, da un recital en el teatro Lope de Vega de Sevilla, donde interpreta por primera vez y graba Verde, blanca y Verde, que formará parte de su álbum “A duras penas”. La canción se inicia con una referencia clara a la Asamblea de Ronda de 1918, donde fue aprobada como bandera de Andalucía la propuesta por Blas Infante.
Para Carlos, Verde, blanca y Verde era “Una canción muy sencilla, tan sencilla como lo que yo pretendía, tan sencilla como es mi concepto del significado de la bandera andaluza, tan sencilla como es mi concepto de la felicidad y de la felicidad que deseo para mi Pueblo”:
De Ronda vengo
Lo mío buscando
La flor del pueblo
La flor de mayo
Verde, blanca y verde.
Ay, qué bonica
Verla en el aire
Quitando penas
Quitando hambres
Verde, blanca y verde.
Amo mi tierra
Lucho por ella
Mi esperanza
Es su bandera
Verde, blanca y verde
Verde, blanca y verde.
(…)
Pero faltaba aún para la autonomía. La Transición no ha hecho más que empezar y la lucha será larga. Al año siguiente es cuando el grupo onubense Jarcha saca el álbum “Libertad sin ira”, cuyo primer sencillo es la canción del mismo título. Pero en él se incluye también el tema Andaluces de Jaén, basado en el poema Aceituneros, compuesto por Miguel Hernández durante la guerra civil.
Los primeros versos son un canto al duro trabajo de los aceituneros, para terminar con la estrofa en la que exhorta a “Jaén” a levantarse brava y evitar ser esclava pese a todos sus olivares. Sigue, por tanto, ese andalucismo de raíz social y empujado por los problemas de la tierra:
(…)
Cuantos siglos de aceituna
Los pies y las manos presos
Sol a sol y luna a luna
Pesan sobre nuestros huesos.
Jaén levántate brava
Sobre tus piedras lunares
No vayas a ser esclava
Con todos tus olivares.
Andaluces de Jaén
Aceituneros altivos
Decidme en el alma
De quién, de quién son estos olivos
(…)
En 1977 Carlos Cano sacará nuevas canciones, como La murga de los currelantes, en la que se aprecia claramente la influencia de la música carnavalesca de Cádiz, una ciudad amada por el cantante. Sin embargo, el videoclip que aquí se adjunta fue grabado ese verano en el pueblo alpujarreño de Pampaneira.
Es el año en el que se celebran las primeras elecciones democráticas en nuestro país y se firman los Pactos de la Moncloa; pero también en el que se inician las preautonomías, como una fórmula provisional de autogobierno en un momento en el que todavía no hay constitución. Cataluña será la pionera: en septiembre recupera la Generalitat, porque ya la había tenido durante la II República; y el País Vasco, cuyo estatuto fue aprobado en los momentos iniciales de la guerra, logrará de nuevo un gobierno autónomo en los primeros días de 1978.
Los andaluces no quieren ser menos y el domingo 4 de diciembre de 1977, “Día de Andalucía”, se celebran manifestaciones de afirmación autonómica en toda la región, como recoge IDEAL. Desgraciadamente, dos días después el titular es “Un amargo ‘Día de Andalucía’”, debido a la muerte de un joven obrero en los enfrentamientos con la policía en Málaga. Una víctima más de esa Transición regada frecuentemente con sangre.
En La murga… las primeras estrofas hacen un repaso de lo más significativo que ha pasado en los años finales del franquismo: bombas en Palomares, el caso Sofico, “la pelota”, los toros, el “Seilla” y el televisor,… para pasar en las siguientes a reclamar todo lo importante: pan, trabajo y prosperidad, escuela gratis, medicina y hospital eran inseparables de su aspiración, también, a un autogobierno:
(…)
María,
Coge las riendas de la Autonomía
Marcelo,
Que los paraos quieren currelo
Manuel,
Con el cacique qué vas a hacer
Pues le vamos a dar con el
Tran, traca, tran, pico, pala, chimpún
Y a currelar, para pa para pa para pa pa pa
Esto es la murga
Los currelantes
Que el respetable
Buenamente va a explicar
El mecanismo tira palante
De la manera más bonita y popular
Sacabe el paro y haiga trabajo
Escuela gratis, medicina y hospital
Pan y alegría nunca nos falten
Que vuelvan pronto los emigrantes
Haiga cultura y prosperidad
(…)
Por último, ese año debuta en la canción reivindicativa Enrique Morente, cantaor del Albaicín, que será, con Camarón, uno de los grandes renovadores del flamenco. Su carrera tenía ya cierto recorrido y había actuado en sitios tan importantes como el Lincoln Center de Nueva York o la sede de la Unesco en París. Pero ahora su álbum “Despegando“ incluye Defender Andalucía, unos fandangos en los que recuerda a los “labradores de tierras abandonadas” y reclama, una vez más, que “Andalucía arranque su autonomía…”:
(…)
Que vuelvan los labradores
De tierras abandonadas
Que se nos caiga la venda
Que los ojos nos tapaba
Abramos nuevos caminos
Con pisada verde y blanca
Que se nos caiga la venda
Que los ojos nos tapaba
Abramos nuevos caminos…
Con pisada verde y blanca
Nuestra voz y nuestros gritos
Despiertan una mañana
Pidiendo que Andalucía
Arranque su autonomía
Y floresca otro mañana
(…)
Llegados a este punto, solo falta aclarar el fin del proceso: la Constitución de 1978 establecía dos vías para acceder a la autonomía: una rápida, para las “nacionalidades históricas” que habían aprobado sus primeros estatutos de autogobierno durante la República, y otra lenta, para las demás regiones o nacionalidades. Andalucía defendía su derecho a la primera, alegando que su proceso de autonomía se vio frustrado por la guerra civil; pero la UCD, el partido de Adolfo Suárez, que ejercía el Gobierno de España en esos momentos, no lo veía igual. Sin tapujos, intentó frenar el proceso andaluz.
Pese a ello, el referéndum del 28 de febrero de 1980, con una enmarañada pregunta preparada adrede por el Gobierno, mostró que los andaluces exigían con claridad lo mismo que ya tenían catalanes y vascos. Un segundo referéndum, en 1981, aprobó el primer estatuto de autonomía; y el autogobierno fue un hecho, al año siguiente, tras las primeras elecciones andaluzas.
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Profesor de Historia en el IES Padre Manjón
y autor del libro ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)