Confinados, haciendo frente a todas las adversidades (contra viento y marea). Somos enseñantes, sector no valorado en nuestra justa medida, quienes como todos los demás ciudadanos hemos tenido que reinventarnos.
Si con las clases presenciales, en numerosas ocasiones nos hemos convertido en el azote de todos (entendidos o pseudoexpertos se sumaban a las marujas del barrio o los correveidiles que pueblan cualquier territorio que se precie), ahora todavía más.
Jornadas maratonianas en las que vendemos nuestra intimidad (entra dentro de las circunstancias en las que nos hallamos inmersos y se incluye en el salario), elaboración de materiales, llamadas a domicilio (como si de un servicio de reparto se tratase o empresa de telefonía), el famoso sistema PASEN (tiene un nombre curioso que invita a muchos padres a hacer caso omiso o “PASAR”, valga la redundancia) que nos invita a enviar de forma masiva mensajes, vídeo conferencias, tutoriales, ejercicios adaptados a los diferentes niveles (atención a la diversidad), corrección y justificación (“feedback”), respuesta a numerosos e-mails en los que se aprecia en su mayoría una falta de lectura o dejadez por parte de los destinatarios (a veces, la persona no tiene ganas de leer las instrucciones proporcionadas), críticas destructivas de algunos y nunca constructivas,…
A todo ello, no olvidemos que cada vez que hemos pasado una dura etapa o momento de crisis, el funcionariado dedicado a la enseñanza ha sufrido importantes recortes para aliviar a los más desfavorecidos (no olvido incluso a algún ex–presidente que nos demonizó como nadie había hecho antes). En este sentido, este que escribe jamás se ha negado a colaborar en pro de ayudar a quienes peor lo están pasando (eso sí resulta curioso que sanitarios y docentes hemos estado casi siempre en boca de todos cuando corrían malos tiempos).
Curiosidades del destino o no, vemos ahora a muchos aplaudir a la misma hora a quienes luchan por sacar a este país adelante (me sumo a ese aplauso más que merecido).
Sirva esta reflexión para poner en valor a los que deberían ser los dos pilares de nuestra sociedad: Sanidad y Educación. De la misma forma, quisiera que todos/as nos percatáramos de una necesidad que no se ha llevado a cabo hasta ahora: España necesita una reconversión del sistema productivo.
Somos una nación muy dependiente y deberíamos apostar por la innovación e investigación, premiar el trabajo de sanitarios y docentes, así como construir poco a poco una industria que nos ponga al nivel de las grandes potencias (no quiero ver a los nuestros nunca más en manos de Alemania, EEUU o China). Produzcamos e invirtamos aquí, comprando lo estrictamente a nuestros vecinos europeos o grandes potencias de otros continentes.
¡Qué mis deseos no caigan en saco roto!
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Profesor de ESO