He contado mis años y he descubierto que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que he vivido hasta ahora. Me siento como aquel niño al que regalan una bolsa de caramelos, los primeros se los come feliz, pero, se percata de que quedan pocos, comienza a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, en las que se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se conseguirá nada. Ya no tengo tiempo para soportar personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica no han crecido.
Ya no tengo tiempo para perderlo con mediocridades. No quiero estar en reuniones donde desfilen «egos» inflados. No tolero a los manipuladores ni a los aprovechados. Me molestan los envidiosos que tratan de desacreditar a los más capaces, para aprovecharse de sus puestos, sus talentos, y sus éxitos. Detesto, si soy testigo, los efectos que genera la lucha por un cargo importante.
Mi tiempo es escaso para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… quedan pocos caramelos en la bolsa. Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reírse de sus errores, que no se vanaglorie con sus triunfos, que no se considere elegida antes de tiempo, que no eluda sus responsabilidades y que defienda la dignidad humana.
Gente que desee únicamente conocer la verdad y la honradez. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena vivirla. Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas, gente a quien los duros golpes de la vida le han enseñado a crecer.
Incluso se suele dar la paradoja, de aquellas cosas que tus amigos y familia creen entender, lo que quieran entender y lo que realmente entienden, creando eso sí un gran follón entre mis palabras simples y creo que sencillas y buscar los cuatro pies al gato.
Cansado estoy de gente y amigos, es un decir, que se creen en posesión de la verdad y que solo ellos pueden opinar correctamente. Iros a freír espárragos y dejar que me equivoque como me apetece.
Para mí hay tres clases de personas, las que quiero, las que soporto porque no me queda más remedio y las que se pueden ir a la mierda sin mirar atrás. Ya lo decía Charlie Braun en una viñeta: no podemos estar juntos somos diferentes, claro que podemos. Porqué, porque no se completa un rompecabezas con piezas iguales.
Sí, tengo prisa, para vivir con la intensidad que nada más que la madurez puede dar. Una persona no envejece cuando se arruga la piel, si no, cuando se arrugan sus sueños y sus esperanzas.
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Comentarios
Una respuesta a «Antonio Luis Gallardo Medina: «Viviendo sin prisa, pero sin pausa»»
Fantastico y maravilloso como todo lo que publicas. Gracias !!!