Cuando el amor termina o una relación es demasiado dolorosa, los días se convierten en carcelarias horas, la sangre se congela, se llora por lo que se tuvo y que ahora, por mucho que se busca, ya no está. De pronto una habitada sombra se cierne secuestrando nuestra vieja y conocida realidad. Se deja de amar y de ser amado, y ni un pozo abarca tanta negrura.
Este estado de letargo arterial en ebullición, o sea, de miedo a romper una relación se denomina ahora FOBU (Fear of breaking up).
El FOBU se produce por el inmenso miedo a estar solos tras la ruptura, que en definitiva no es otra cosa, que tener que empezar de nuevo, “nacer de nuevo”, como si todo el tiempo que pasamos con esa persona no hubiera existido, como si acaso todo hubiera sido un sueño. Dejar todo lo que era familiar y cotidiano; esa rutina que nos incomodaba pero que ahora nos cuesta soltar, da mucho miedo.
Aparece el sufrimiento, el fin de lo conocido y el salto a lo nuevo: a la soledad, a la incertidumbre. Nos pasa que preferimos sufrir, vivir en una relación que ya no nos aporta nada, antes que enfrentarnos a todo lo que vendrá, a ese carrusel de emociones que nos dejará más muertos que vivos.
La única forma de superar el FOBU es arrojarse al precipicio, saltar a sabiendas que te puedes estampar, estamparte y levantarte con el alma hecha jirones. Duele, mucho, pero se sana y se vuelve a volar.
La ruptura sentimental o la muerte de una pareja, es una de las más devastadoras que vivimos, la propia Marie Curie, esa mujer científica, rígida, dada a pocas muestras de afectividad, enloqueció cuando su esposo fue atropellado por un carruaje. Sufrió tal estado de enajenación que rescató trozos del cerebro de su marido, que se habían esparcido por el camino, llevándolos consigo día y noche. Narran que fue muy difícil arrancárselos de las manos. Después de esta tragedia, “voló” de nuevo; se volvió a enamorar.
Si estás viviendo esta situación, sé que pronto todo pasará, que podrás ser feliz contigo mismo, a solas. La vida se enamorará de ti y todo lo bello te rozará. Eres luz que emana en cada célula universal que te compone. El amor te abraza, aunque ahora no lo notes; eres tan entero, tan entera, tan prodigioso, que mereces un amor tan grande como tu mirada.
“Al final de tu vida solo tres cosas importan: lo mucho que amaste, lo bondadoso que fuiste y la facilidad con que dejaste ir lo que no era para ti”. Buda
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Psicóloga especializada en Mindfulness y
Terapia de Aceptación y Compromiso