La voz de quien se siente solitario
trata de sortear obstáculos
en un mundo tan egoísta como caótico.
Espirales de violencia buscan hospedaje,
un buen anfitrión que se precie
para adentrarnos en palabras sin sentido,
serpientes que combaten y conducen
por el mismo duro periplo.
No me cansaré de repetir,
pues mis palabras parecen
racimos pisados por la codicia,
la ira del que perdió sus valores,
el ánimo de la confrontación:
el embargo del iluso ermitaño.
¡Qué mis palabras
no caigan en saco roto!
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Profesor de ESO