El 14 de junio pasado, el diario IDEAL publicó una extensa entrevista con Antonio Jara, que fue alcalde de Granada durante los años 1979 y 1991. Me han llamado la atención varios comentarios suyos: “Los partidos buscan disciplina y obediencia, no quieren pensamiento, no quieren ideas… He vivido en guerra permanente con el Psoe”. Y más adelante, afirma: “Me temo que a nivel local, el listón político ha ido bajando…, la formación de la gente es corta (…). La sólida formación era incompatible con la militancia”.
Estoy de acuerdo, pero esto también ocurre a nivel nacional después de la Transición, donde había políticos muy preparados, como Tierno Galván, Herrero de Miñón, Óscar Alzaga, Fernández Ordóñez… Yo recuerdo que, para ser delegado provincial, era requisito pertenecer al grupo A (licenciado universitario), hasta que entró gente de aluvión con bachiller elemental, fácilmente manejable, o que nunca ha cotizado a la Seguridad Social, como se quejaba Joaquín Leguina no hace mucho de sus compañeros del Psoe. A esto hay que añadir que los partidos políticos no son democráticos, sino ‘dedocráticos’.
Jara se queja con razón de que “en Granada no hay espíritu público, no hay ciudadanía, no hay asociación, no hay comunidad, no hay objetivos compartidos… Yo, a efectos ilustrativos, digo, son familias. No he visto nunca tantos apellidos compuestos en una ciudad”. Más adelante, afirma que “no hay proyecto, no hay liderazgo, no hay sociedad. ¡Estas cosas de que hay que ir a Madrid para enterarse de qué acuerdo se ha alcanzado en Granada!”. Se refiere al acuerdo que alcanzaron en Madrid, Ciudadanos y el Partido Popular para que el alcalde de Granada fuera Luis Salvador y no Sebastián Pérez, a quien le correspondía el cargo por el mayor número de concejales. Jara se olvida cuando el vicepresidente Alfonso Guerra destituyó al presidente andaluz Rafael Escuredo, porque entonces los presidentes de la Comunidad de Andalucía eran poco menos que delegados del Gobierno de Madrid. De Gaspar Zarrías, vicepresidente de Manuel Chaves, se decía que no se movía una hoja en Andalucía sin que él lo supiera, porque lo controlaba todo. Es cierto que los políticos granadinos casi siempre han hecho lo que les han ordenado sus partidos de Sevilla y que en Granada predomina la oligarquía y el caciquismo, tanto de la derecha como de la izquierda.
En otro apartado, el exalcalde afirma que “es una sociedad más unida y cohesionada por las creencias que por los valores cívicos y aglutinada en torno a la Catedral y no en torno al Consistorio”. Viene a decir que la ciudad de Granada es católica, con una mentalidad atrasada. Aquí ha gobernado el Ayuntamiento durante más años la izquierda que la derecha. Y no digamos la Diputación o Andalucía. Seguidamente, Jara cita una frase de García Lorca, “en esta bendita tierra nunca dos y dos no son cuatro”. Es sabido que el poeta dijo que “en Granada está la peor burguesía del mundo”, porque se sintió rechazado por algunos sectores de la sociedad y aquí nunca hubiera triunfado. Pero la desunión en Granada siempre ha sido por culpa de los políticos y por su escasa talla. El periodista Quico Chirino le recuerda a Jara que “en los últimos veinte años hemos vivido más tiempo en contra de los proyectos que a favor. Que no se acabara la autovía de la Costa, que no se haga el espacio escénico”. Y le responde que Granada “ha sido en los últimos años comparsa muda y desdeñada por culpa de los partidos políticos”. Sin embargo, hay que aclarar que desde que tenemos la autonomía en Andalucía, Granada ha sido marginada continuamente por los diferentes gobiernos socialistas andaluces, mientras que Sevilla y Málaga se llevaron siempre las mejores tajadas. Cuando estaba de consejera, la malagueña Magdalena Álvarez, la terminal 2 del aeropuerto de Málaga recibió más inversiones que toda la provincia de Granada. El aeropuerto de Granada (más parece el de la señorita Pepis) y el puerto de Motril son claros ejemplos de las escasas inversiones de la Junta en Granada. Un cargo granadino del Psoe denunció en la prensa que, el Gobierno de la Junta boicoteaba todos los proyectos que llegaban de Granada, mientras tanto, le echaban la culpa de todo al entonces alcalde Torres Hurtado. Hasta que se descubrió el pastel.
Jara se queja de que “Todos nuestros grandes valores, nuestros recursos potentes (se refiere a la Alhambra, Sierra Nevada, el Centro Lorca…) están sufriendo reputacionalmente. ¿Alguien se ha preguntado por qué?”. Se olvida de los casos de corrupción de la Alhambra y de Sierra Nevada, donde las directoras de estos organismos fueron denunciadas en los juzgados. Item más, los ingresos de la Alhambra no se destinaban a la ciudad de Granada, sino que servían para financiar otros proyectos de Andalucía. Por esto tienen mala reputación. Fue precisamente Jara quien ordenó construir la estación de autobuses en el Paseo del Salón y, cuando estaba casi construida, se despachó así: “Ya decía yo que no era viable que saliera un autocar cada cinco minutos del Paseo del Salón”. Cuando el proyecto fue suyo.
Más adelante leemos que “en 2002 entró en el Consejo Consultivo”, aunque tengo entendido que el exedil fue presidente de este órgano, que deja mucho que desear. Hasta que en 2009, le encargaron que asumiera la presidencia de CajaGranada. El exalcalde afirma que “el Gobierno andaluz nunca tuvo una política financiera para Andalucía. El proyecto de ‘caja única’ no era más que un proyecto de absorción de todas las entidades por Unicaja. Se han podido hacer las cosas mejor”. Aquí lleva toda la razón, Manuel Chaves quiso tener una caja donde hacer sus manejos y financiar al Psoe andaluz, hasta le condonaron un elevado préstamo. Debo señalar que CajaGranada era la que tenía más cartillas y tarjetas de la provincia de Granada, hasta que los políticos del Psoe la arruinaron, lo mismo que hicieron los partidos con el resto de las cajas de España. Finalmente, Jara trata de justificarse: “Yo no traicioné nada, en CajaGranada los clientes no han sufrido, no ha habido corralito, no ha habido intervención…”. Hay que añadir que de la antigua Caja de Ahorros de Granada fueron despedidos cientos de empleados y otros tantos fueron trasladados, pues fue absorbida por Bankia. Pero, con sus luces y sombras, se puede decir que Antonio Jara ha sido uno de los mejores ediles que ha tenido Granada.