Ahora, que este verano, vuelve a estar de moda la «guerra de las sombrillas«, me parece una idea genial esta imagen de un pueblo muy cercano de la Costa Tropical. Nadie puede echarte del lugar elegido, en lugar de sombrilla, coges tu silla, tu punto, tus labores o tu teléfono y pones al día tu agenda o lo que haga falta hasta que llegue tu gente para reemplazarte.
Ya que tenemos la playa parcelada, vigilantes que nos vigilan, mascarilla hasta la orilla, pues vamos y a pesar de esta terrible pandemia que nos sigue azotando, seguimos con la “guerra de las sobrillas”.
En mi pueblo, Salobreña, os acordáis cuando al caer la tarde, justo a la hora de la merienda, se oía en cualquier lugar de la playa, La Caleta, La Guardia, el Peñón, la Charca, aquella voz tan sonora y tan nuestra… «¡¡¡Hay tortaaaaas, yeahhh!!!.
Pues bien, antes de ayer en la Placeta de La Guardia, justo cuando estaba disfrutando de un buen mojito, llegó la furgoneta con su altavoz y su rico cargamento. Tenía de todo, cuñas de chocolate, palmeras, magdalenas, bollos rellenos de cabello de ángel y sabéis qué hice, comprarme uno de cada. !Qué ricos!
Me comentan que últimamente, me he vuelto muy rebelde y contestón, tal vez lo haya sido siempre y con los años se vaya acentuando. Pero la verdad sea dicha, hay cosas y personas que es muy difícil estar callado… Yo soy así.
Siempre tenemos que tener un tema recurrente, suciedad en las playas, medusas, carestía de los chiringuitos y ahora “la guerra de las sombrillas”; pero, sin embargo, la política de callar y no decir ni escribir nada que asuste al veraneante es de ahora. Parece ser que la consigna es ¡¡chissss!! que no se entere nadie.
Equivocados están los que callan y no exigen y piden responsabilidades, pues nuestros políticos y dirigentes solo quieren echar otro verano y que pase pronto la marea de protestas.
¡Aquí no refresca ni pa Dios!, pero nuestros políticos siguen igual de gilis. El Casado se deja querer, el Pedro Sánchez sigue tomando el sol y con sus andares de pistolero perdona vidas, el Iglesias se ha perdido al saber que sigue perdiendo votos y adictos.
Nos pasamos la mitad de la vida perdiendo el tiempo y la otra mitad queriendo recuperarlo. Yo no pongo este verano ninguna sombrilla.
Ver artículos anteriores de