La presentación del último poemario de Antonio Fernández Ferrer, ‘Donde duermen los silencios‘ (Ed. Alhulia) había programado por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Motril, dirigida por el concejal Miguel Ángel Muñoz Pino y coordinada por Gerardo Martín, para el pasado 12 de marzo, un par de días antes del confinamiento por el Covid19, por lo que hubo que aplazarla sine die hasta que la situación sanitaria y de seguridad entrara en esta “nueva normalidad”. Después de seis meses el poemario se presentará hoy jueves, 17 de septiembre, en este emblemático Teatro Calderón.
– ¿Qué cambios se han producido en usted, a nivel personal, desde la publicación de su primer poemario ‘Entre los sauces’ (1995) y ‘Donde duermen los silencios’ (2020)? ¿Y a nivel literario?
– Aquel primer poemario de 1995, fue un peculiar libro-objeto de arte de ‘poesía visual’, con poemas ensamblados sobre placa de hierro galvanizado y alojado en caja de madera de pino, diseñado y editado por JGarcía Estudio de Granada. Desde entonces he ido alternando el ensayo, la investigación sobre poesía norteamericana, y la poesía. Los años que dediqué como docente universitario a la enseñanza de la literatura en lengua inglesa también han facilitado el acceso a publicaciones sobre la cultura angloamericana y, sobre todo, a la poeta Emily Dickinson y su corpus poético, que fue objeto de mi tesis doctoral. El poemario “Donde duermen los silencios” es el resultado de esta evolución.
– ¿Qué le queda por expresar a nivel poético después de siete poemarios?
– Creo que la poesía es una forma de comunicación entre escritor y lector en la que el verso es el vehículo que trasmite la complicidad y la cercanía. Se trata de enlazar sentimientos, vivencias y experiencias entre ambos. Mientras tengamos necesidad de comunicar emociones la poesía será ilimitada en su temática.
– Aparte de la autoría, ¿qué cosas tienen en común?
– Como le he comentado la diversidad creativa es, precisamente, la que hace diferenciar el contenido y los argumentos de cada poemario, por tanto esa variedad forma parte de cualquier texto poético.
– ¿Qué le da la poesía que no le ofrezca la música y viceversa?
– Son distintas formas de interpretar la realidad. La creatividad es su nexo común, de hecho ese vínculo puede hacer que vayan, a veces, aparejadas. No hay nada más gratificante que unir poema y música y conformar un nuevo elemento: la canción. Es el origen primigenio del cantautor.
– Y después de 29 poemas ¿dónde duermen los silencios?
– Hay lugares de privilegio donde el silencio impone su presencia, lugares en los que podemos “escucharlo” de manera especial, lugares donde, con frecuencia, el silencio aparece como un ruido delicado, leve, continuo y anónimo. Decía Paul Valery: «Escucha ese fino sonido que es continuo y que es el silencio: escucha lo que se oye cuando nada se hace oír».
– ¿Para quien escribe Antonio Fernández Ferrer?
– He de confesarle que antes de escribir un relato, un ensayo, un poema suelo hacerme la misma pregunta y, he de admitir, que siempre recuerdo las palabras de Vicente Aleixandre y en ellas encuentro la respuesta: “Escribo para ti que, sin quererlas mirar, estás leyendo estas letras. Para ti y todo lo que en ti vive, yo estoy escribiendo”.
– Del prólogo de Jesús Cabezas, ¿con qué se queda?
– Me siento afortunado de que Jesús Cabezas Jiménez, médico, escritor y medalla de oro de la ciudad de Motril, haya prologado este poemario. Desde que llegué a esta ciudad de la Costa Tropical hace muchos años Jesús sido un referente fundamental en su actividad cultural y literaria, sus numerosas publicaciones lo avalan. De su meditado, trabajado y exhaustivo prólogo destacaría su profundo conocimiento de la poesía moderna y contemporánea, así como su inmenso placer por la lectura.
– ¿Y del epílogo de Teresa Martín?
– Teresa es poesía en estado puro. Sus dos poemarios “Los días que me debes” y “Gotas de doble filo”, de obligada lectura, son de una sensibilidad poética fuera de lo común. Es un privilegio haber contado con sus palabras en el epílogo de mi poemario.
– ¿Encuadraría este poemario en la poesía de la experiencia?
– Creo que la poesía es algo desprovisto de etiquetas, si bien es cierto que en cada época se ha tratado de encuadrar a determinados poetas en movimientos o escuelas. Me parece que hablar de la “otra sentimentalidad” o de la “poesía de la experiencia” (término prestado, por cierto, de la obra de Robert Langbaum “The poetry of experience”) es poner fronteras a la poesía, pero si hubiera de definirme lo haría como poeta de la experiencia, por afinidad con la descripción de escenarios urbanos, la intimidad mostrada en mis versos, y en la individualidad de las vivencias.
– ¿Qué queda en usted de su vinculación al movimiento-poético-musical ‘Manifiesto Canción del Sur’?
– Queda el recuerdo de unos años de reivindicación social, de un “sur que se desbordaba a todos los sures”, de los recitales clandestinos, de una Granada en continua ebullición, y de lugares emblemáticos, hoy ya desaparecidos.
– Dedica sus poemas a Carlos Cano, a Esteban Valdivieso, Antonio Mata y Juan de Loxa, ¿les echa mucho de menos?
– Quise incluir un poema que representara aquellos años en los que la canción y la poesía conformaban la realidad social de aquel tardofranquismo. Titulé el poema “Manifiesto de ausencias”, dedicado a cuatro “cómplices de aventura” con los que compartí años muy especiales. Por supuesto que siguen en mi memoria Carlos, Esteban, Antonio y Juan de Loxa, creador de aquel hermanamiento entre Poesía 70 y Manifiesto.
– También hay un poema dedicado a Ringo, ¿los seres lanudos también se hacen querer?
– Precisamente hoy he leído en redes sociales un comentario muy significativo: “Se creó a los perros sin habla para que mostraran su cariño a sus dueños por medio de gestos y no con palabras”. Los doce años que estuvo entre nosotros fueron inolvidables.
– ¿Poesía intimista o poesía reivindicativa? ¿Qué prefiere?
– Puede haber una combinación de ambas en un mismo poema, pero volvemos a lo dicho anteriormente sobre la diversidad poética, sea intimista o reivindicativa. Como decía Gabriel Celaya: “La poesía es un arma cargada de futuro”.
– ¿Por qué su preferencia por los poemas poliestróficos?
– No es una preferencia en sí misma, quizá está condicionado por la influencia de escribir relato o ensayos. Me encuentro cómodo con ese tipo de composición. En la última parte del poemario dedico unos cuantos poemas a las poliestrofas engarzadas o paralelísticas, pero simplemente como una experiencia poética, sin más.
– En su estilo y temática ¿de quién se considera deudor? O dicho de otro modo ¿quiénes son sus referentes en poesía?
– Tiene mucho que ver con haber dedicado años a musicalizar, junto a Esteban Valdivieso, poemas de autores como Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, por ejemplo. Por mi formación académica tengo como referentes a Allen Ginsberg, Walt Whitman y Emily Dickinson, pero también tengo predilección por cantautores como Bob Dylan, Leonard Cohen y James Taylor.
– ¿Se considera un ser nostálgico y escéptico?
– Siempre me ha costado aceptar lo dogmático, lo inamovible, así que eso me ha hecho dudar de toda información que no se basara en la evidencia. Sí, me considero escéptico. En cuanto a la nostalgia creo que estoy más cerca de la añoranza, de lo ausente por lo que tiene de inevitable, de la evocación. No puedo quedar indiferente ante hechos o personas que han representado algo en nuestras vidas.
– ¿Desea añadir algo más?
– Ha sido un placer, querido Antonio. Gracias por su disposición y su apoyo a la cultura, sobre todo en estos tiempos de “extraña normalidad”.