Jesús Fernández Osorio: «Los maquis; la guerrilla antifranquista»

Ya desde los primeros meses de la Guerra Civil, en las zonas controladas por los sublevados, se darán los primeros casos de huidos que se echaban al monte para escapar de la represión de las fuerzas golpistas o para tratar de alcanzar las líneas republicanas. Casi tres años después, con el final oficial de la contienda, algunos de los vencidos lograrán permanecer en sierras y valles, tratando de organizarse en diferentes partidas de combatientes que, a su modo, continuarán la lucha contra el régimen dictatorial impuesto por los vencedores. Se tratará de los conocidos y míticos maquis.

El término maquis tiene origen francés y vendría a significar algo así como maleza o matorral. Un vocablo que, por ende, se aplicará a la resistencia francesa contra la ocupación nazi. Una palabra que, posteriormente, se adjudicará a los participantes en la lucha antifranquista en España –algunos de cuyos integrantes ya habrían tomado parte en las escaramuzas previas contra los soldados alemanes–. Un movimiento guerrillero que hostigará durante casi tres lustros al régimen dictatorial y que vivirá su momento más álgido con el intento de invasión por el Valle de Arán, entre los meses de septiembre y octubre de 1944, hace ahora 76 años. Incursiones a través de los Pirineos que, aprovechando el ya imparable avance aliado en la II Guerra Mundial y auspiciadas por el PCE, tratarán, sin éxito, de reconducir la batalla contra el fascismo hacia la eliminación de la dictadura de Franco.

Una historia, esta del movimiento guerrillero y su heroica resistencia en nuestro país, cuyo desenlace se verá, igual que la propia Guerra de España, condicionada por el contexto internacional. Y, tal como habría ocurrido con la no intervención de las democracias en la Guerra Civil –mientras las potencias fascistas no pusieron ningunos reparos, más bien al contrario–, la no implicación de los aliados contra la dictadura franquista (y el contexto posterior de la Guerra fría), determinarán la progresiva eliminación de los guerrilleros hispanos. Así, víctimas de un desigual enfrentamiento con la Guardia Civil –y otras fuerzas armadas– y a pesar de la implacable persecución y castigo a que fueron sometidos, algunos continuarán luchando hasta su muerte. Otros, una vez perdida toda esperanza, emprenderán la quimérica tentativa de alcanzar el exilio a través de la frontera francesa.

ARRIBA: Mural sobre el maquis en la localidad de Sallent. AQUI: Cortijo El Raposo ::PROYECTO SIERRA DE BAZA

Los seguidores de la Osa Menor

Uno de estos últimos episodios, estimado lector, va a ser el que hoy queremos rememorar; la angustiosa retirada de uno de los últimos grupos de maquis. En concreto desde la costa granadina. Una odisea, emprendida entre las modestas altitudes de la Sierra de Lújar y las altas cumbres de los Pirineos, sabiamente documentada, hace algunos años, por los profesores José Aurelio Romero Navas y José Mª Azuaga Rico que, además, el motrileño Joaquín Pérez Prados ha novelado bajo el sugerente título de: “Los seguidores de la Osa Menor”. Más de mil kilómetros de itinerario, recorridos bajo la variable luz de la luna, orientados por las estrellas y auxiliados únicamente de un viejo mapa escolar. Incierto y desconocido trayecto, en todo momento bajo la estrecha vigilancia y persecución de la Guardia Civil –conocedora, además, desde muy pronto, de sus propósitos e intenciones–. Todo en un intervalo de más de cien días –y todas sus noches– plagados de inconvenientes; que deberán solventar para cumplir su sueño. Les iba la vida en el intento. Precisamente, el próximo 14 de octubre se cumplirán 68 años del hito de su llegada a territorio francés. Una hazaña, seguramente, digna de ser llevada a la gran pantalla y merecedora de ser recordada por todos, especialmente por los más jóvenes, en estos tiempos tan convulsos y desmemoriados.

Como todos saben, la provincia de Granada tendrá una especial significación en la resistencia antifranquista, y destacará por dar cobijo a un buen número de partidas de maquis a lo largo de los años de posguerra. Las innumerables sierras y lo accidentado del terreno serán la única y provisional ayuda que los perseguidos podrán encontrar para tratar de sobrevivir a la asfixiante presión que se cernía sobre ellos.

En los primeros días del mes de junio de 1952 los nueve componentes de nuestra partida, integrantes a su vez de la Agrupación Guerrillera de Granada, sintiéndose cada vez más perdidos y acorralados, tomarán la drástica decisión de abandonar la lucha y tratar de salir de España. El día 6 de ese mismo mes sufrirán una emboscada de la Guardia Civil, en la mina del Piojo, cerca del anejo de Lagos (Vélez de Benaudalla) en la que perderán la vida dos de los integrantes del grupo: Antonio Fajardo Ruiz, “Duarte” y José Cecilia Sánchez, “Jerónimo”. Al día siguiente, en su apresurada retirada del enclave de la Sierra Lújar y ya cerca de las estribaciones de Sierra Nevada, desertará Sebastián Olivares Ruiz, “Martín”. Desconcertante noticia que, ante su más que segura entrega y confidencias ante la Guardia Civil, acentuará, aún más, la preocupación e incertidumbre del grupo respecto a sus planes previstos de marcha.

Tras algunos altercados violentos lograrán llegar hasta la Sierra de Cazorla. Varios días después abandonarán Andalucía para adentrarse en la provincia de Albacete. En el mes de agosto, a su paso por los pueblos de la provincia de Valencia, será detectada su presencia. Aunque tendrán la fortuna y el tiempo suficiente para escapar e internarse en poblaciones de Castellón. Atrás quedará –sin que ellos pudieran conocer el desenlace– la ejecución extrajudicial de un vecino del cortijo El Raposo, dentro del Marquesado del Zenete, en el término de Dólar. Se trataba de Claudio Rodríguez Martínez, “Claudio”. La Guardia Civil le acusará de mantener contacto con la partida de “bandoleros” y le aplicarán la conocida “ley de fugas” –a pesar de contar con su supuesta colaboración inicial–. Una prueba más de la lucha sin cuartel y de la guerra sucia que se libraba en esos momentos contra la más mínima disidencia. En un peligroso espacio en el que, además de los colaboradores o enlaces, se encontraban las contrapartidas, las delaciones y las torturas, que buscaban la total erradicación de la guerrilla. Un fenómeno que nunca será reconocido como tal por las autoridades franquistas y que, tratando de minimizarlo, tildarán de “forajidos”, “bandoleros o huidos de la justicia”.

Guerrilleros antifranquistas en el Pirineo

Hasta la frontera francesa

Nuestros protagonistas, incesantemente perseguidos, desconocedores de los terrenos que pisaban, con escasez de víveres y obligados a esquivar los caminos, carreteras y zonas pobladas, se adentrarán en Aragón, por la provincia de Teruel. Desde allí hasta la vecina Zaragoza, donde, otra vez, serán localizados y a duras penas conseguirán evadirse y cruzar el caudaloso río Ebro. De esta última provincia llegarán hasta la catalana Lérida y, por fin, hasta la fronteriza Huesca, donde, no exentos de contratiempos varios y algún que otro desasosiego, lograrán cruzar a Francia; a través las gélidas y nevadas montañas del Monte Perdido, en los Pirineos. Los seis guerrilleros, en su quimérica evasión –cruzando todo un extenso territorio, siempre adverso e inhóspito– habían logrado llegar a Gavarnie, un pueblo de montaña del departamento de Hautes-Pyrénés. Por fin estaban a salvo de sus perseguidores; en el exilio francés. Sus nombres eran: el jefe del grupo, Manuel Pérez Rubiño, “Pablo”, Enrique Urbano Sánchez, “Fermín”, Miguel Salado Cecilia, “Gómez”, José Navas Navas, “José”, Ricardo Martín Castillo, “Viñas” y Francisco Martín Alonso, “Villena”.

Son muchos los episodios que podríamos contar sobre los maquis pues, en cada pueblo de la provincia de Granada, por pequeño que fuera, siempre se recordarán sus aventuras y desventuras. Contadas, siempre a media voz y a modo de leyenda popular. No siempre con un final como el que acabamos de recordar. Pero que, en su conjunto, constituirán el auténtico mito de unos hombres, los hombres de la sierra, que dejarán una profunda huella; todo un testimonio de rebeldía y de lucha por la justicia y la libertad que les arrebataron a los españoles en aquellos tristes y aciagos días (que se iniciaron con la sublevación militar contra la II República). Un recuerdo, obligado y generoso, que toda democracia debería tener con quienes lucharon por ella. En España, también.

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Jesús Fernández Osorio

Maestro del CEIP Reina Fabiola (Motril).

Autor de los libros ‘Cogollos y la Obra Pía del marqués de Villena.

Desde la Conquista castellana hasta el final del Antiguo Régimen

y ‘Entre la Sierra y el Llano. Cogollos a lo largo del siglo XX

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Comentarios

2 respuestas a «Jesús Fernández Osorio: «Los maquis; la guerrilla antifranquista»»

  1. Isidro García Cigüenza

    Felicidades, Dn. Jesús, por su bien documentado, y mejor escrito, artículo. Un servidor, también maestro, me interesé en su día por este mismo asunto, aunque ceñido a las Serranías de Cádiz y Ronda.
    Intentando trabajar con los alumnos la «Verdad histórica» del fenómeno guerrillero en nuestra zona, tuvimos ocasión de entrevistar a Pablo Pérez Hidalgo (El Rubio de Bobadilla). Se trataba del jefe de la partida «Fermín Galán», que anduvo echado a estas sierras durante once años para acabar ocultándose como «topo» durante otros veintisiete más en un chocillo cercano a donde yo, aunque «en dique seco», sigo impartiendo clases.
    Digo esto porque, al final de una de las entrevistas que le hicimos y que quisimos dejara plasmada por escrito para así tener memoria de su palabra y de su letra, nos contestó lo que sigue:

    -Alumnos: ¿Qué nos diría a los niños y niñas de nuestra escuela?

    -Pablo: A los niños y niñas os diría que todo vuestro porvenir está en el futuro. Ese futuro os lo tenéis que labrar vosotros con vuestra inteligencia y esfuerzo.
    La futura historia de España está en vuestras manos. A vosotros os toca acabar con el oscurantismo en que España estuvo sumergida desde los primeros inicios de su existencia.
    ¡Alejaos de la corrupción, las drogas y el vicio! Si caéis en su órbita, vuestra vida estará vacía de contenido y os convertiréis en unos maniquíes de la sociedad sin ningún futuro.
    También os aconsejaría que en vuestras inocentes y sencillas mentes no anidara más que un odio: odio a la guerra, odio a las injusticias, odio a la mentira. ¡Luchad por la paz!

    Don Jesús, disculpe la largueza de mi comentario.
    «Arrieritos somos y en el empeño por aproximarnos a la Verdad, nos encontraremos».

    Isidro. G. Cigüenza.

    1. Hola, Isidro, me ha encantado recibir este comentario y más aún viniendo de un compañero de profesión. En realidad, lo único que he hecho ha sido recopilar trabajos de otros investigadores y tratar de darle, de forma resumida, visibilidad y conocimiento de estos luchadores por la libertad. Por otra parte, te felicito a ti también por el trabajo que me cuentas habéis realizado de recuperación de nuestro pasado y por las sabias palabras que les transmitió Pablo a los niños, a pesar de las dificultades y sufrimientos pasados durante su vida. Todo un ejemplo de dignidad. ¡Muchísimas gracias y enhorabuena!

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