“Poca fe me queda”: clamor-comentario de una lectora de mis reflexiones (al menos ya tengo la seguridad que alguien analiza lo que escribo), lanzado a los cuatro vientos, ante lo que interpreto como exasperación largamente acumulada por lo vivido y la falta de certidumbre en lo que ha de venir.
Y no creáis –así lo interpreto– que el gemido fragoroso antedicho tiene mucho que ver con las enseñanzas religiosas practicadas o con la seguridad en una deidad, aunque en el fondo todas ellas siempre estén presentes… Yo me inclino más a sustentar la presente falta de “fidélitas” que se ha hecho omnipresente en muchos de nosotros.
Si la fe se “manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad” (Wikipedia), el significado original de la fidelidad “está vinculado a la lealtad (…) y la atención al deber” (Wikipedia); lo que me recuerda la frase, hilo conductor, de una de las cartas de Eduardo Peralta, director de IDEAL, que tiempo atrás tuve la oportunidad de comentaros: “confianza de la ciudadanía”
Entonces persistí en que no exageraba al decir que, al menos algunos, estamos perdiendo –si no es que ya la hemos malogrado– la mayor parte de nuestra certidumbre en las decisiones y acciones con las que, día a día, nos sorprenden (nuestros dirigentes y nuestros no dirigentes): unas veces por oscurantismo y otras por partidismo.
Ahora insisto hasta la saciedad: es imprescindible una inmediata regeneración, al menos, de lo local –de lo cercano– que colme los intereses lícitos de los que hemos decidido entregar nuestra vida al desarrollo comunitario, pues como afirmaba Luis Santamaría, “Una cosa es convencer y otra cosa es engañar. Convencer es algo lícito y legítimo (…) la clave fundamental es la libertad”.
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de
Ramón Burgos
Periodista
Comentarios
Una respuesta a «Ramón Burgos: «Fe o fidelidad»»
No se apure usted D. Ramón si no encuentra eco a sus sesudas reflexiones expresadas por este medio. El problema en todo caso, no está en que no encuentre usted la debida (y obligada) resonancia en sus lectores, sino en que lo que escribe no tuviera fundamento.
Pero como sí lo tiene, personalmente le agradezco su trabajo y le confirmo mi también falta de fe y, por lo tanto de fidelidad, hacia » las decisiones y acciones con las que día a día, nos sorprenden (nuestros dirigentes y nuestros no dirigentes)». Lo único que les pido a esta «clase de gente» es lo mismo que pedía mi señor suegro a los vendedores ambulantes: «Ya que me engañas, por lo menos engáñame bien».