Antonio Luis Gallardo Medina: «Yo quise ser un titiritero»

Para la mayoría de las personas, cuando yo era un jovenzuelo, ser bailarín, músico o actor no era considerado como una verdadera profesión o carrera. Recuerdo que cuando comentaba que quería ser titiritero me preguntaban… pero vas a estudiar algo más? De eso no se puede vivir! Yo, que siempre fui muy mío y que tenía muy claro lo que quería, me fui a Granada con 16 años a realizar mi sueño sin hacer caso de lo que los demás decían.
Corría el año 1972 y era un año comprometido y con mucho caracter, me había enemistado con mi Padre y creía que yo podía mantenerme con mi trabajo, pobre de mí, no sabía lo que se me venía encima. Al llegar a Granada procedente del pueblo, todo un mundo se abría a mis ojos y sobre todo a mis sueños. Universidad, asambleas, partido clandestino, trabajos esporádicos y por encima de todo el arte, ese arte que tanto andaba buscando, el teatro.

Pronto contacté con un amigo de clase, escritor y teatrero como yo, que me hizo enaltecer aún más mis ansias de escena. Nos leíamos todas las obras de teatro que caían en nuestras manos, muchas de ellas prohibidas y difíciles de conseguir, pero teníamos contactos en Madrid, Barcelona e incluso Paris, sí si Paris.

Recuerdo que una Semana Santa, sin un duro en los bolsillos nos fuimos a Madrid a ver teatro, tardamos dos días en llegar haciendo auto stop y tres en volver, pero mereció la pena, pues el teatro que se hacía entonces era mucho, bueno y sobre todo muy comprometido.

De regreso a Granada creamos una compañía teatral, qué bien suena, para poner en escena la obra “Cantemos al mundo”, muchos fueron los obstáculos y las monsergas que nos hacían para que desecháramos la idea. La censura casi deja huérfana a la obra, pero al final pudimos con muchísimo sacrifico ponerla en escena en el Colegio Mayor San Bartolomé y Santiago, así como en las Escuelas del Ave María.

Si el cielo existe, ese cielo estaba al alcance de nosotros, pues disfrutamos como cochinillos en un charco con todo el alboroto que se creó con el Grupo Tabardillo, ese era el nombre castizo y granaíno que le pusimos. El año y medio que duró la odisea fue maravilloso, pero todos los cuentos tienen su final y este no iba a ser distinto, las deudas, denuncias y otros temas personales hicieron que mi proyecto de ser un gran titiritero quedaran aplazados para mejor ocasión, que ya contaré más adelante.

 

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ANTONIO LUIS GALLARDO MEDINA

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Comentarios

Una respuesta a «Antonio Luis Gallardo Medina: «Yo quise ser un titiritero»»

  1. Isidro García Cigüenza

    Nos ha dejado usted con la miel en los labios, don Antonio. Y digo «miel» porque de ese dulcísimo proyecto hemos participado muchos idealistas románticos como usted. Yo, sin ir más lejos, he hecho el camino al revés. Fue ya de mayor cuando tuve ese mismo sueño: tirarme a los caminos del ronzal de mi burrita, e ir por los colegios repartiendo alegrías a esos niños que con tanto entusiasmo esperaban nuestras representaciones, también titiriteras.
    Mi compañera me hace los decorados y telares; mi hija los muñecos de cartón piedra; mi hijo construye los escenarios, a base de tubos y ensamblajes de PVC; la burrita Molinera pone sus costillares para acarrear con todo y un servidor, al igual que usted, amigo Antonio, la fantasía. Y es así, como el sueño se torna milagro, y el milagro, realidad. Y la realidad, alternativa… Una alternativa sólo a disposición de esos ojitos que nos miran asombrados, ahora ellos, como actores-espectadores.

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