Este 23 de octubre de 2020 se celebra el centenario del nacimiento de Gianni Rodari. Un nombre puede que desconocido para el público en general. No será así, estoy seguro, para todo aquel que haya tenido alguna mínima relación con el mundo de la educación y la pedagogía. Para estos últimos, el maestro, escritor y periodista homenajeado, no necesitará mucha presentación. Pues, desde hace más de medio siglo viene ocupando un lugar destacado en el mundo de la literatura, especialmente en la literatura infantil y juvenil.
Gianni Rodari nació en la Italia de 1920. Le tocará vivir, por tanto, la opresión de la dictadura fascista y los momentos convulsos y violentos que conducirán a la II Guerra Mundial. Su compromiso político y social le llevará a la clandestinidad. De ahí pasará a la resistencia antifascista que, a su vez, posteriormente, le acercará al Partido Comunista Italiano (PCI). Terminada la guerra, en 1945, se centrará en su vocación de periodista y, sobre todo, en escribir historias para niños y niñas, inspiradas en sus trabajos previos en la escuela. Una actividad que le proporcionará un amplio reconocimiento en su país natal. En 1970 obtuvo el máximo reconocimiento posible dentro de la literatura infantil: el Premio Hans Christian Andersen. Un galardón considerado como el “Nobel” de la literatura para niños. Tres años después publicará la que es considerada su obra cumbre: la Gramática de la fantasía. Un libro en el que, además de exponer sus innovadoras ideas narrativas, incluirá las técnicas que habría venido experimentando para estimular la creatividad en la enseñanza.
Murió en Roma, el 14 de abril de 1980, a la edad de 59 años. Una fecha, demasiado temprana, en la que nos dejaba un genio de la palabra; de la lectura y de la escritura. Afortunadamente nos quedaban sus libros, sus cuentos y sus historias. Unos relatos que, junto a su ejemplo personal y pedagógico, nos seguirán acompañando hasta nuestros días. Tal y como lo ha venido haciendo su didáctica con varias generaciones de niños y niñas que, junto con sus padres y madres, han disfrutado y crecido felices viendo estimulada su creatividad.
Sus prácticas supusieron toda una revolución pedagógica para la época. Fue un auténtico creador del lenguaje y de lo que hoy llamaríamos del “pensamiento divergente”. Según él, una infancia activa, curiosa y creativa necesita de dos importantes facetas: soñar y jugar. Es decir, que se estimule su imaginación, que cree cuentos, que invente historias, que se haga preguntas y, en fin, que disfrute de la lectura. Pero, además, se debía aprovechar también las potencialidades que nos brinda el juego, como capacidad innata y natural de los niños, para dar una respuesta formativa a su educación. Para ello, basará sus propuestas en “el poder liberador de la fantasía y de la diversión como vehículo de formación didáctica”. Todo ello, además, en un contexto donde el conocido y autoritario dogma de “la letra con sangre entra” aún era muy mayoritario en las escuelas. Especialmente en España.
Es muy difícil hacer una selección de las obras de Gianni Rodari. A mí, personalmente, siguiendo con su convencimiento de dar la expresión de los niños, desde hace ya algunos años, me gusta trabajar algunos de sus cuentos. Relatos que a ellos les permitan crear, continuar o elegir los finales que más les gustan. Sin duda, mi favorito es “El perro que no sabía ladrar”. Suelo hacerlo en las primeras semanas del curso. Me agrada ver su total sintonía con el animal que no ha aprendido aún el lenguaje canino. ¡Cuánto he disfrutado viendo sus caritas absortas, sus risas verdaderas y sus respuestas siempre cómplices con el personaje!
En esta fecha que nos ocupa he querido recordar la importancia de su figura, así como destacar el ingenio y la magia desbordante que siempre le caracterizaron, tal como sugieren algunos de sus libros más emblemáticos como: Cuentos por teléfono o Gramática de la fantasía. Unos libros en los que es posible jugar con las historias clásicas, con sus finales, inventarlas de nuevo y recrearlas sin fin. Y, si es preciso, a ser vistas desde otra óptica. Tratando los temas e inquietudes que pueden interesar a los más jóvenes; en los que también podrán tener cabida los problemas sociales actuales y la denuncia de las injusticias. Una Gramática de la fantasía que puede ser considerada como su obra maestra y cuyo subtítulo ya nos apunta lo que podemos encontrar dentro: una “Introducción al arte de inventar historias”. Nada más y nada menos. Todo un lujo por descubrir. Para el que aún no lo haya hecho.
Significar también que, durante todo este año, en conmemoración de su centenario, el Grupo de Cooperación de Bibliotecas Escolares y la Biblioteca Municipal de Motril, agrupadas bajo el simbólico y emotivo nombre de “La Mar de Libros”, –que vienen desarrollando desde hace algún tiempo una serie de actuaciones conjuntas para el fomento de la lectura en nuestra ciudad–, han puesto en marcha el proyecto “Escribir con Rodari”. Una magnífica iniciativa que, pese a la influencia de la pandemia en la segunda mitad del curso pasado, ha venido instando a los alumnos y alumnas a participar, según su edad, en alguna de las múltiples técnicas desarrolladas por nuestro autor. Y que, como culminación del programa, pretende editar una publicación con las mejores ideas y creaciones.
Así, en nuestro centro, en el CEIP Reina Fabiola, en este primer trimestre, aún estamos proponiendo a nuestro alumnado la realización de algunos textos escritos (y sus ilustraciones) en el que pongan en juego sus dotes de creatividad e imaginación. Entre ellas destacaremos: el binomio fantástico, en el que se utilizan dos palabras elegidas al azar para construir un relato corto que las conecte de algún modo; los cuentos al revés, en el que los personajes y las historias de los conocidos cuentos clásicos sufrirán importantes transformaciones; la ensalada de cuentos, nos permitirá, por su parte, jugar y combinar unas narraciones con otras –así como de sus protagonistas–; ¿qué ocurriría sí…?, nos planteará la posibilidad de dar respuestas a situaciones que requieran buscar una solución original o alternativa; redactar noticias absurdas o divertidas y, por su puesto, inventarse nuevos finales para los cuentos, siempre ajustados a nuestra voluntad libre y si se quiere utópica.
Decía Gianni Rodari que “el cuento de hadas es el lugar de todas las hipótesis”. Y así lo podemos ver en los trabajos y creaciones, cargadas de inocencia e imaginación, de nuestros niños y niñas. Con ellas comprobamos que en sus mundos imaginarios no existen –ni deben existir– barreras, todo se puede hacer, todo se puede conseguir, nada es imposible. Solo hay que ponerse a ello. Atreverse a soñar. En sus escritos las princesas dejan de esperar la llegada del príncipe, el lobo no siempre es el malo, malísimo y las ranas no buscan ser besadas por los humanos. Quizás, siguiendo su ejemplo, si queremos construir un mundo mejor, “sería conveniente y mucho más útil que empezáramos a leer cuentos, a imaginar mundos improbables y a jugar con las palabras”.
No podría acabar estas líneas de otro modo que recomendando encarecidamente la lectura de sus libros y estimulando la posibilidad real de seguir despertando cada día la fantasía del público infantil, de nuestros alumnos y alumnas. Jóvenes que serán los adultos del futuro y que algún día, más pronto que tarde, podrán trasladar la enorme capacidad transformadora de la palabra y del lenguaje a su forma de ver el mundo.
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Maestro del CEIP Reina Fabiola (Motril).
Autor de los libros ‘Cogollos y la Obra Pía del marqués de Villena.
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y ‘Entre la Sierra y el Llano. Cogollos a lo largo del siglo XX‘