De todo el mundo es sabido mi gusto por la prensa escrita, esa que el papel se oye al pasar las hojas, esa que te huele a trabajo, esa que te mancha los dedos, pero, sin embargo, a veces me deja con un mal sabor de boca.
Hoy lunes, día 9 de noviembre me ha pasado con mi querido IDEAL y un reportaje titulado “Granada, cada día más vieja”. De verdad, me he quedado un tanto decaído y pensativo de lo poco que se conoce realmente a los viejos y a la vejez, nadie piensa que todos llevamos un viejo encima.
Según explica el reportaje, las perspectivas demográficas de la provincia granadina no son muy halagüeñas, a juzgar por las últimas previsiones que hizo ayer públicas el Instituto Nacional de Estadística (INE). Para añadir que solo dentro de 13 años, en concreto en 2033 Granada tendrá un viejo por cada 4 habitantes.
Bueno y qué, eso es malo, es nefasto, es perjudicial o quizás sea el resultado de la política llevada a cabo por los distintos gobiernos durante décadas y décadas. Algo he aprendido en todos estos años de vida y es que la vejez, quieras o no, siempre llega inexorable a su cita.
Lo importante hubiese sido el fomentar la natalidad, ayudar a las familias en su día a día, vivienda, sanidad, guardería, permiso de natalidad, etc. y no lamentarse ahora que dentro de trece años seremos un 25,2% de viejos en la sociedad granadina.
Bendita vejez que hace que este mundo pueda ser un poco más sensato de lo que quieren algunos. Ya está bien de apartar a los viejos después de habernos servido bien. La sociedad granadina, como cualquier otra, necesita de la experiencia y bien saber de todos los jubilados y si quieren decirnos viejos, pues bien, que lo digan. Pero que no nos echen ahora la culpa de las pensiones, del déficit de la seguridad social y de la muerte de Manolete. Si de algo tenemos que arrepentirnos es de haber comido bocadillos de mortadela de la buena, de aquella que tenía aceitunas, de haber bebido leche en polvo que mandaban los americanos y de estudiar en el libro único de la enciclopedia Álvarez.
Así que respeto todas las opiniones y agradezco que nos vuelvan a recordar lo costoso que somos los viejos, pero maldita la gracia que me hace el que solo se vea el resultado de la desidia, abandono y mal hacer de aquellas políticas, que solo veían el hoy sin pensar en el mañana.
Decirles a todos que, aquí seguimos peleando con la salud, con los recortes, con el copago en las medicinas, con aguantar a políticos y gobiernos desastrosos y ayudando a nuestros hijos y nietos a seguir adelante porque este país merece la pena.
Siempre recuerdo las palabras que decía un amigo… «No quisiste creerme cuando te dije que era viejo. ¡Sí que lo soy, por desgracia! Pues todo sentimiento que a mi alma llega se agria igual que el vino cuando lo introducen en recipientes ya muy usados».
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