Paco Olvera: «Contra la discriminación y la violencia hacia las mujeres»

Cada 25 de Noviembre se celebra el día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres. La violencia es la manifestación extrema, de una discriminación histórica por razón del género, que aún hoy perdura. Esa discriminación se ha construido, como una lluvia fina pero constante, a lo largo del tiempo.

Andaba yo en esa reflexión de la efemérides, cuando me enteré del reciente descubrimiento de los restos de una joven peruana de hace 9.000 años, junto a su ajuar con sus útiles de caza. La noticia me despertó interés y extrañeza. ¿ Una mujer cazadora ?. Esa extrañeza me llevó a reflexionar del cómo nuestras creencias, pueden estar cargadas de ciertos prejuicios.

La mente parece caprichosa cuando hilvana los pensamientos, pero no es así. Las sinapsis neuronales tienen la virtud de relacionar unos elementos de nuestra memoria con otros, es pura neurociencia. En consecuencia y sin yo pretenderlo, me vino a la mente una lejana experiencia en mi clase con unos teatros sobre la prehistoria. ¿ Cómo representaron los niños y niñas, las tareas en la tribu según los roles sexuales ?

Pronto vino a unirse a la fiesta reflexiva una tercera idea. La influencia de las religiones y por extensión de la educación, en la construcción histórica de nuestras creencias, cultura y prejuicios.

Una joven andina cazadora

Recientes descubrimientos arqueológicos en Wilamaya (Perú), han hallado un enterramiento con los huesos de una mujer joven, cuyo ajuar funerario contenía útiles de caza. Lo normal en todo enterramiento es encontrar junto a los restos, aquellas cosas que habían sido importantes en su vida .

La idea que generalmente manejamos, es que durante la etapa cazadora-recolectora de la Humanidad, eran los hombres los que cazaban y las mujeres las que recolectaban alimentos y criaban a sus retoños. ¿ Cómo iban a dedicarse las mujeres a la caza siendo físicamente más débiles ? ¿ Cómo iban a cazar con sigilo, ante un eventual llanto del bebé en el momento del acecho?

Estudios recientes relacionados con el yacimiento de Atapuerca, han demostrado que la diferencia corporal existente entre los hombres y mujeres del Paleolítico, es de un 10% de media en favor de los hombres. Exactamente la misma que en la actualidad. Estos nuevos estudios nos lleva a hacernos las siguientes preguntas : ¿ Es esa diferencia corporal determinante para impedir que las mujeres pudieran cazar ?. ¿ Los cuidados a sus crías en los primeros momentos de sus vidas, harían imposible que las mujeres pudieran cazar ?

Como vemos la interpretación de la Historia, ha estado y está influenciada por nuestros prejuicios sobre la división del trabajo por sexos. Cuando se descubrieron los restos de la joven andina, todo el mundo pensó que eran de un hombre. Un análisis del ADN dental, demostró que eran de una joven. Entonces se pensó que ese hallazgo sería una excepción.

Para dar respuesta a esa hipótesis, se analizaron otros 27 restos con útiles de caza encontrados anteriormente, considerados todos ellos de varones. El resultado dio que 16 eran hombres, pero 11 eran mujeres. En consecuencia los restos de la joven paleolítica, no eran una excepción.

Recreación de una mujer andina cazando

La ciencia debe servir para derribar prejuicios y superar barreras mentales. Y en esto la educación tiene un importante papel que hacer. A la vista de lo expuesto, es más razonable pensar, que la división del trabajo en este periodo histórico estuviera mucho más repartido de los que podemos pensar.

El recuerdo de una experiencia pedagógica

Como ya dije antes, se coló en mis reflexiones sobre la joven andina, un recuerdo de mi clase de “La Casa de la Pradera” de finales de los años setenta.

Como en clase no teníamos libros de texto, los temas que interesaban a los niños y niñas, se trabajaban mediante investigaciones escolares. Un grupo presentó en clase de manera sucesiva dos trabajos, el Paleolítico y el Neolítico.

Estos trabajos no se presentaron en clase en forma de conferencias, como era habitual, sino como representaciones de teatro. Ellos solos realizaron el guión a partir de la información que habían recabado, elaboraron el vestuario, los decorados, … Llevaron tan en secreto los ensayos por las tardes, que para mí y el resto de clase, casi todo fue un secreto hasta el día del estreno.

En el enlace que acompaña este texto y que invito a visionar, he incorporado un pequeño vídeo, con las partes de los teatros que recogen la división de los trabajos y que fueron el motivo de mi asociación por los prejuicios con los roles de las mujeres.

Como se ve en las imágenes pertenecientes al Paleolítico, la tarea de cazar está representada por niños, la de machacar el grano la hacen niñas y un hallazgo muy interesante, en el que no había reparado desde entonces hasta ahora, quien realiza las pinturas murales es una niña. Hay antropólogos que creen que tal vez fueran las mujeres, aunque no de manera exclusiva, quienes realizaran las pinturas rupestres.

En la parte del Neolítico podemos ver como el hombre cultiva la tierra y la mujer se ocupa de las tareas domésticas. Las tareas ganaderas las realizan niños, aunque acompañados por una niña que también participa. Es divertido observar, como incluyeron en el guion las consecuencias de la división de tareas, en forma de “guerra de sexos”.

Vemos en estos teatros como los niños y niñas, reprodujeron en aquellos momentos, los roles que respondían a la idea dominante que había del tema. Tal vez a partir de ahora haya que reescribir partes de la Historia.

Esa nueva visión de ciertos hechos, no solo es necesaria por los nuevos descubrimientos, sino porque hoy tenemos una mayor capacidad crítica para analizar las desigualdades de género y los prejuicios que las alimentan. La educación ha transmitido de manera muy sutil prejuicios y errores, que han ido consolidando a lo largo de la historia una visión patriarcal de la vida.

Las mujeres discriminadas por las religiones

La práctica totalidad de las religiones, con el argumento de un orden divino y superior, han asignado a las mujeres unos estereotipos de género basados en una supuesta superioridad del hombre sobre la mujer, que ha devenido en un tratamiento discriminatorio hacia ellas.

Esta discriminación, de la que hay constancia en numerosos textos sagrados de las diferentes religiones, se ha concretado a lo largo de la historia en distintos tipos de violencia: física, psíquica, simbólica y religiosa. Recordemos como ya desde el Génesis, se culpa a la mujer por pecadora, de todos los males futuros. Nace así la cultura patriarcal que aún perdura en nuestros días.

Todas las religiones del mundo, buscan controlar la sexualidad femenina y condenan el disfrute de su sexualidad, considerando que la mujer no es dueña de su cuerpo. Solo se han permitido aquellas relaciones orientadas a la reproducción. De esa posesión se deriva el supuesto derecho a inferir malos tratos e incluso llegar al asesinato.

Las religiones quitan derechos a las mujeres

Afortunadamente el movimiento feminista en defensa de los derechos de las mujeres, es cada vez más extenso e influyente. Las religiones sin embargo, se resisten a revisar sus dogmas sobre los derechos de las mujeres.

La Declaración de Beijing (1995), en la que fue la IV Conferencia mundial sobre la mujer, aprobó que “los derechos de la mujer son derechos humanos fundamentales y que todos los elementos específicos y particulares que esos derechos entrañan son propios de todas las mujeres, sin discriminación alguna y, por consiguiente, transcienden las diversidades culturales o religiosas “.

Hombres y mujeres Iguales en derechos y deberes.

Como sabemos, la influencia de las religiones ha sido desde siempre muy grande. Hubo que esperar a la Revolución Francesa, para separar los asuntos de la Iglesia y del Estado. Pero aquel hecho histórico fundamental no consiguió por si solo, quitarle a la religión toda su influencia y poder social.

No hay más que comprobarlo en nuestro país, con el reciente debate sobre la nueva ley de educación (LOMLOE), la enconada defensa que han hecho la Iglesia y los sectores conservadores más confesionales, de la enseñanza concertada y del valor de la asignatura de religión. Mientras no se deroguen los Acuerdos con la Santa Sede (1979), no se podrá abordar un modelo verdaderamente laico en la educación.

La educación es fundamental para erradicar las desigualdades.

Finalizo esta reflexión como empecé. El descubrimiento de una joven cazadora del Paleolítico, me ha recordado los prejuicios que impregnan nuestros juicios y comportamientos ante distintos hechos. La extrañeza de que una mujer paleolítica pudiera cazar, me ha provocado una reflexión sobre el papel de la educación en la trasmisión de valores. Finalmente la influencia de los dogmas religiosos en las nomas sociales, han terminado de hilvanar este artículo en defensa de la igualdad de derechos de las mujeres.

Tenemos que seguir trabajando juntos mujeres y hombres, hasta alcanzar una sociedad igualitaria en derechos. Modestamente y junto a una veintena de compañeros, llevamos deiciséis años en el Grupo de Hombres por la Igualdad de Maracena, formándonos para superar prejuicios y machismos.

Miembros del Grupo de Hombres por la Igualdad en una concentración por los derechos de las mujeres.

A lo largo de este tiempo, nos damos cuenta lo difícil que es sacar de nuestra mentes y comportamientos, esa cultura patriarcal que discrimina a las mujeres. A pesar de todo somos perseverantes y notamos que cada día avanzamos y somos mejores personas.

 

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Paco Olvera,

licenciado en Historia, ha sido maestro  e Inspector de Educación.
Escribe artículos, realiza vídeos y es autor de libros sobre temas de Educación,
entre los que destacaría “La Investigación del Medio en la Escuela”.

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