No nos sentimos representados por parlamentarios o parlamentarias que mienten, faltan al respeto a sus adversarios o hablan de forma ofensiva e impune
Estoy convencido de la certeza de la frase popular que dice “cada uno es cada uno”. Pronunciar esta valiosa frase, implícitamente supone aceptar y reconocer que no todos somos iguales, ni siquiera los hermanos gemelos. Cada persona tiene un carácter propio y único, producto de su herencia, de sus interacciones con el medio o del sistema de relaciones en el que se ha desarrollado e integrado. Dicha frase, que más rigurosamente la denominamos individualidad, es sinónimo de diferencia y de diversidad, hasta en los espacios sociales menos numerosos, como es la familia. La importancia de esta concepción es tal, que para los educadores constituye una de las primeras premisas a considerar. Esta afirmación de Laín Entralgo lo aclara todo: “Que cada uno desvele, cuide y cultive aquello que mejor puede hacer o saber”
Conocemos infinidad de frases y refranes, de enorme profundidad, que hemos asumido en nuestra conciencia colectiva y en nuestra cultura particular. Pero también sabemos que frecuentemente aparecen y se ponen de actualidad: tópicos tontos, frases falsas y modas molestas y de mala educación, que no compartimos. Sin embargo, hoy se ha puesto de moda una palabra, un concepto que sí que me gusta e incluso siento admiración por quienes la practican. Me refiero al término reinventarse. Su significado literal, es equivalente a volverse a inventar, claro que sí; como si eso fuera dar un paseo, como si se tratara de algo fácil de hacer, casi parecido a volver a nacer. ¡Qué alegría, la imaginación al poder! ¡Que nunca nos falte la fantasía! Pero, sin perder el buen humor, hemos de reconocer que la situación del mundo y, aún peor la de España, no son nada halagüeñas, sino todo lo contrario, tremendamente dolorosas, inciertas y con predicciones a la baja, en los principales parámetros económicos y sociales. Todo ello, sin olvidar el pánico a la pandemia, aunque con las nuevas vacunas, parece que llega la esperanza tan esperada.
Pero para reinventarse – refiriéndonos sólo al negocio o al trabajo – hay que ser creativos, saber y encontrarse en una situación límite; no “al borde de un ataque de nervios”, sino “al borde del precipicio”. En estas lamentables condiciones, buena parte de la población, tiene que reinventarse para seguir trabajando y poder sobrevivir. ¡Ver para creer! Miles de políticos cobrando dietas y buenos sueldos, asesorados por expertos en amistad, para resolver nuestros problemas, y, ahora, cuando existen serias amenazas de un futuro peor, cuando nos encontramos en apuros, cuando más falta nos hacen, nos tenemos que reinventar, precisamente los más necesitados, porque nuestros gobernantes son incapaces de ponerse de acuerdo y encontrar soluciones sensatas al problema.
Pero el coraje y la perseverancia de nuestra ciudadanía son inagotables, no tienen límites. Decía el geógrafo e hispanista francés Jean Sermet, que los españoles y, especialmente los andaluces, éramos muy ingeniosos, con enorme imaginación e iniciativa. Ciertamente que tenía razón, como así lo demuestran cada día, los miles de autónomos, empresarios y trabajadores, que están con el agua al cuello y luchan por sobrevivir, con un esfuerzo encomiable y una inspiración portentosa, con tal de no perder su negocio, su puesto de trabajo y quedarse sin nada para vivir. Pero no todos los políticos son iguales; unos lo intentan continuamente, otros se ponen de perfil, arrimándose vergonzosamente al poder, y los menos responsables, ignorando completamente a la ciudadanía, se recrean en ensayos pseudo comunistas e independentistas, en políticas decimonónicas, innecesarias y fuera de tiempo y de lugar. Es decir, lo peor que se puede hacer por España, en estos momentos.
Hace poco tiempo, leí unas declaraciones de Adela Cortina, en las que decía: “La heurística de la dignidad de las personas, debería ser el hilo conductor de todos los proyectos presentes y futuros”. Comparto plenamente el lúcido mensaje de esta catedrática de Ética, pero ¿En qué se parece esta cita, a la práctica que cada día observamos en la política? La dignidad de las personas es hoy un valor en alza, una meta más necesaria que nunca, debido fundamentalmente a la falta de respeto y de consideración al otro, a los demás, incluidos familiares, médicos, profesores, etc. que con tristeza observamos, predominantemente en los comportamientos políticos. No nos sentimos representados por parlamentarios o parlamentarias que mienten, faltan al respeto a sus adversarios o hablan de forma ofensiva e impune.
En España, en nuestro país, se está sembrando el silencio, despertando el odio, sesgando la información, recortando la libertad, atentando contra la dignidad, perdiendo el respeto a las personas y a la vida, ignorando las leyes, recortando el español, el idioma oficial más hablado e importante del mundo, imponiendo un pensamiento único y un modelo económico peligroso y ruinoso. Pero, los españoles no lo vamos a permitir, lo veremos en las urnas.
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Catedrático y escritor