A través de la ventana, contemplaba, ensimismado, como un niño con zapatos nuevos. El paisaje invernal sacaba la mejor de mis sonrisas, además de ese rostro angelical de mi adorada Sofía.
Sin duda alguna, la faz de la luz de mis ojos es la mejor medicina para un día de bajón, un catarro con dolor de cabeza insoportable o una dura jornada laboral. Las ocurrencias de aquella criatura divina, sus bailes al son de un tema navideño o esos besos apretados que otorga sin esperar nada a cambio, serían trending topic en redes sociales (si inmortalizase esas instantáneas). Los padres sienten una satisfacción enorme con cada anécdota, palabra pronunciada o progreso de sus hijos o hijas.
Es Sofía “sabiduría”, extensión de la palabra BONDAD en cada una de sus actuaciones, ternura ante la cualquiera se derrite como un azucarillo o magia que desprende a cada segundo o minuto.
Semanas atrás, marcaba el 20 de noviembre en el calendario, siendo esta fecha un día de celebración: el momento de los más pequeños. Hemos de reflexionar acerca de la participación infantil en este orbe o egoísta mundo, desde nuestro papel como ciudadanos. En este sentido, debiéramos alzar la voz por los derechos de la infancia, tratando de reconstruir el daño ocasionado a una sociedad en la que abundan las injusticias. Porque la sonrisa de un niño no tiene precio, vuelvo a mirar embelesado la sonrisa de mi hija (como seguro hará cada padre o madre con sus vástagos).
Transcurridos más de 20 años desde que se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, invito a todo aquel que lea estas líneas en pro de establecer un compromiso. Cada vez que miremos el rostro de un niño/a o adolescente, pensemos en el futuro que les espera y ese que deseamos para todos ellos (las generaciones futuras). Permitámosles decidir y opinar, expresar sus inquietudes o preocupaciones, pensando muy bien como adultos en las repercusiones que pueden ocasionar nuestras acciones (antes de determinar qué beneficio nos reporta, hemos de tener claro cómo les afecta a los más jóvenes).
¡Ojalá mis deseos no caigan en saco roto!
(NOTA: Dedicado a todos los niños del mundo).
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Profesor de ESO-Bachillerato
Comentarios
2 respuestas a «Rafael Bailón Ruiz : «Su sonrisa no tiene precio»»
Admirable su arte poética y esa dedicatoria última, Rafael: «¡A todos los niños del mundo!»
Todo mi empeño, y el de mi burrita, está en hallar una Pedagogía que nos haga, a niños y mayores, ser y sentirnos integrados y responsables del entorno que nos rodea (natural, social, patrimonial, económico…) Todo el mundo insiste en que en la «Educación» está la madre del cordero para solucionar las más variadas y peregrinas cuestiones. Sin embargo, cuando esa «Educación» se transforma en la Educación Reglada actual, que sigue a pies juntillas las Políticas educativas al uso, todo se trastoca, desvirtúa y pierde…
Una sonrisa para esa preciosa Sofía «niña de tus ojos», y un cordial saludo para ti.
Gracias por este bello comentario.
Isidro, apoyo y abogo también por una nueva pedagogía.
Como docente, considero necesaria una nueva metodología que convierta al alumnado en protagonista de su propio aprendizaje (menos teórica y más participativa).
Recibe un cordial saludo.