José Luis Abraham: «Un apasionante paseo literario por Valencia»

Atrapados en el umbral (Ed Sargantana), de Francisco López Porcal (Mislata, Valencia, 1957), es una gran novela sobre novelas en un asombroso dominio de la narración como de la interpretación y crítica textual.

En la mayoría de las ocasiones, en nuestro rutinario deambular por la ciudad, la mirada hacia esta se queda en el paroxismo de lo estrictamente funcional sin reparar en la expresión que a lo estético aporta cada uno de sus rincones y manzanas, plazas y desconocidos recovecos.

Publicada por la editorial Sargantana, la novela Atrapados en el umbral, del escritor valenciano Francisco López Porcal, nos enseña precisamente a despertar del letargo, convertidos en viandantes anónimos cuando transitamos la ciudad en la que vivimos.

En lo puramente narrativo, López Porcal diseña la trama en torno a un personaje extranjero, Maurice Clichy, quien después de adquirir en una librería de viejo un ejemplar de la obra de Roberto Leizarán sobre el espacio narrativo y las ciudades literarias, el profesor francés llega a Valencia con la ilusión de conocer en vivo dichos espacios en el callejero urbano, y pisar, observar y anotar sin dejar detalle alguno todos los rincones que Leizarán comenta en su trabajo.

El narrador expone una compleja, extensa y heterogénea red de bibliografía narrativa sobre Valencia, a partir de un recorrido por los rincones emblemáticos e históricos de aquella, desde la referencia y recreación de obras y personajes que tienen a la ciudad del Turia como protagonista. Un paseo literario que comienza en el puerto, el Cañaveral, etc. adentrándose paulatinamente en el entresijo de calles y plazas, edificios, monumentos, ritmo y costumbres convirtiéndolos en espacio vibrante que aguardan una mirada atenta desde la que recobrar vida y el prestigio pasado y, a veces, hasta desconocido, semejando un tablero de ajedrez en el que las piezas miran atentas al jugador esperando la mano que les aliente vida.

Paralelamente, el autor-narrador hace un sitio a algunos aspectos de la condición humana, como la ingratitud, el resentimiento y la descortesía de quienes presumen de erudición, “la fascinación, la envidia, los celos”. Y enfila una crítica personal sobre mequetrefes, mentecatos frustrados que reclaman luz sobre sus nombres.

**Portada de ‘Atrapados en el umbral’ (Ed. Sargantana)**

Si todo comenzó con la lectura embriagadora del libro de Roberto Leizarán, el narrador tiene ocasión de conocer en persona al propio escritor. Entonces el foco de atención gira en torno al autor que se sirve de su heterónimo Leizarán. Francisco López Porcal invirtió siete años en su tesis doctoral sobre “la noción de imaginarios en el espacio ciudadano y sus conexiones con el discurso ficcional de la novela” (como reza en la solapa del libro), leída en 2014, simultaneando la concienzuda investigación con su trabajo en la banca. En ella se marcó como reto cubrir una laguna bibliográfica en la crítica hispánica como es el estudio del espacio en la literatura. El escritor valenciano incorpora en su novela algunos datos autobiográficos en un juego continuo con el tiempo, como algo vivaz y latente que une épocas pretéritas con la realidad transformada del presente en espacios que convierte sensitivos.

Aunque predomina la narración sobre el diálogo, a través de los mecanismos propios del texto dialógico, la voz narradora nos presenta a doña Manuela (viuda de Pajares), personaje tan entrañable como refunfuñón en la novela Arroz y tartana, con la que el narrador tiene ocasión de hablar y exponer su juicio sobre la actitud y percepción que sobre la realidad vuelca en la obra de Vicente Blasco Ibáñez.

El elegir como protagonista a un individuo extranjero como Maurice Clichy, permite a Francisco López Porcal adoptar una perspectiva más objetiva e imparcial de un individuo que visita una ciudad tan literaria como Valencia, postrada en la invisibilidad en comparación con otras urbes como Madrid y Barcelona. Y es que otro objetivo del autor en la novela es precisamente el de poner rostro y voz a la ciudad de Valencia y a alguno de sus ilustres personajes (como el pintor Dionís Vidal, eclipsado por la figura de su maestro Antonio Palomino en su trabajo realizado en la parroquia de San Nicolás).

Investigación y creación, lectura atenta e interpretación tenaz laten sobre las más de doscientas páginas de Atrapados por el umbral, que luego el autor pasa por el tamiz de la experiencia directa.

Por su estilo realista y la plasticidad con la que López Porcal envuelve las palabras, las estampas narradas constituyen verdaderas fotografías, instantáneas reveladas a color, en sepia o en blanco y negro. Es, pues, la novelización de la geografía urbana de Valencia, un mapa literario ligado a una memoria colectiva.

Francisco López Porcal levanta de la linealidad de la escritura a las tres dimensiones tanto edificios, monumentos como personajes novelescos de manera deslumbrante como si no existieran límites entre lo literario y la propia realidad.

En detalladas percepciones espaciales, López Porcal da a conocer la ciudad como cómplice de los deseos de sus habitantes, las transformaciones que toda urbe sufre (a veces padece) y que tienen su correlato en los espacios interiores de quien la ha conocido con otro rostro, hasta ir conformando una auténtica retórica del espacio. Observador analítico en su paseo en solitario, el protagonista toma el pulso a la ciudad en el bullicio de transeúntes anónimos poniendo en práctica un juego permanente entre personaje-espacio, entre los individuos que con su tránsito en los espacios van modificando el paisaje.

Atrapados en el umbral es una gran novela sobre novelas en un asombroso dominio de la narración como de la interpretación y crítica textual. Esa realidad arquitectónica y urbana no se puede suprimir por ninguna de las fuerzas del hombre, pero también la literatura constituye una de las potencias que hace que ciertas realidades adquieran ante nosotros más conocimiento, sensibilidad y certeza. Y esto lo consigue Francisco López Porcal mediante una admirable proyección de una compleja y extensa escenografía, fisonomía de una ciudad y de sus gentes en toda su representación y teatralidad.