En esa atracción que muchos lectores sienten por lo imposible, la editorial madrileña Naufragio de letras ha sacado al mercado la novela fantástica El aprendiz silencioso, de Gabriel Sánchez García-Pardo (Valdepeñas, 1991), graduado en Educación Primaria por la especialidad de Música y máster en Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid.
La historia está narrada por el anciano ciego Novelo, quien en la Plaza de la Fuente del Salmón inicia el relato de la historia de Locuaz, un joven aprendiz de mago que llega a la aldea Alborada. Inmediatamente, el protagonista visita la casa del Togado, máxima autoridad legal de la aldea, quien le lleva hasta el hogar del mago Clementius, de quien el joven recibe las primeras lecciones. Poco tarda Locuaz en sentirse responsable y protagonista de una arriesgada misión: convertirse en aprendiz de la tétrica y malvada Umbra. Alborada vive bajo la amenaza permanente de Funebros, espantapájaros que durante la noche avanzan sigilosamente poniendo en peligro a sus habitantes.
Manteniendo la atención del auditorio infantil, a mitad de la novela, y sin desvelar su identidad, un misterioso espectador adulto releva en la narración al veterano Novelo, asegurando que conoce con detalle la historia de Locuaz, aunque en el desenlace volverá a ser el anciano quien tome las riendas de la narración principal.
Cualquiera que conozca a alguien que ostente el nombre de Locuaz pensará que es extremadamente dicharachero pero no ocurre así con el protagonista de esta novela, sino todo lo contrario. Locuaz no puede hablar. Si hay un mundo en el que todo es posible ese es precisamente el del ingenio y de la magia, así que Locuaz, gracias al hechizo de un anillo, puede escribir una palabra con humo negro y así comunicarse. Sobre el joven protagonista recae la responsabilidad de descubrir la verdadera identidad de La Magumbra –el Águila Negra–, de quien sospechan que se trata de Tayaren, la hechicera que huyó del Rey de Alatea.
En su viaje –aparentemente iniciático– y gracias al carácter perspicaz, curioso y tolerante, así como a su talento y don natural, Locuaz podrá descubrir lo que hasta el momento nadie, excepto La Magumbra conoce: la naturaleza de los Funebros y la identidad del demonio de la aldea, que anda disfrazado de persona normal.
Novelo es un maestro como conductor de historias, así que el misterio y la sorpresa esperan al lector en el momento culminante de la trama. Distintos relatos-marco van dando cuerpo y volumen a la historia principal, permitiendo al lector conocer y empatizar con los personajes. Así sabremos cómo Novelo perdió la visión, la historia personal de Perso y de la bruja Tayaren. Partiendo muchas veces de su experiencia como testigo directo, y otras como transmisor de historias que a él le han contado, Novelo emplea mecanismos propios de la fina oratoria para llamar la atención del auditorio, como sucede en el capítulo veinte, instando a los oyentes a reflexionar sobre la Justicia, o cuando las virtudes humanas de Locuaz nos enseña “la importancia de escuchar todas las versiones de una misma historia, sobre el poder demoledor del punto de vista”.
Gabriel Sánchez García-Pardo, con fascinante manejo de los elementos narrativos, ha compuesto una historia llena de misterio e intriga que, desde luego, no dejará indiferente al lector
El autor se ha aplicado a conciencia en la exploración interior de los personajes que quedan así perfilados, porque lo imaginario no está reñido con el universo de lo humano. Tanto los redondos como los planos tienen su protagonismo y, por tanto, su definida caracterización: el ciego Novelo, el mudo Locuaz, Rim (la chica pelirroja de pelo rizado que habla rimando), el malicioso Perso, la murmuradora Fisga, el petulante Eggo… Pero nada de lo parece resultará ser la verdadera naturaleza y así, Gabriel Sánchez García-Pardo, con fascinante manejo de los elementos narrativos, ha compuesto una historia llena de misterio e intriga que, desde luego, no dejará indiferente al lector, pues es constante el juego desconcertante entre lo que parece ser y lo que es, sobre todo cuando el poder de la magia es empleado en ocasiones con fines perversos por personajes embaucadores.
Lo inexplicable y el misterio, el superar hostilidades en duelos trepidantes, crearán una intensa red de afectos entre los personajes siempre en el ambiente de lo fantasmagórico, no solo por la atmósfera creada por los hechos, sino también por las descripciones, las sorpresas y el continuo misterio.
Hay personajes cuyo carácter viene definido por su antropónimo: la fisgona Fisga y el egocéntrico Eggo, por ejemplo. Y quizás Novelo por el origen etimológico de “novela” como “noticia”, “relato novelesco” si tenemos en cuenta el rol de narrador que el autor confiere a este personaje. Lo mismo que Umbra podría recibir su nombre de su aspecto sombrío, oscuro y tétrico. O el más claro de Clementius como cultismo de “clemente”.
Si el misterio de encrucijadas y personajes crean tensión, el ambiente fantástico seduce al lector sobre todo cuando los personajes se enfrentan ante una verdad que habrían creído únicamente producto de la fantasía. Con admirable manejo de la intriga y una imaginación desbordante, Gabriel Sánchez nos ofrece un universo maravilloso creado a imagen de la fantasía y a semejanza de los mejores libros del género, en donde el lector encontrará amenazantes espantapájaros que cobran vida, mariposas luminiscentes, levitaciones, espíritus de polvo y fuego, metamorfosis antropomórficas en animales, piedras parlantes… y donde los objetos son partícipes del mundo mágico (“La casa entera parecía aullar de dolor”). Pero también el misterio de puertas secretas, el origen de los Funebros, inquietantes guardianes legendarios, montañas malditas, pasadizos tenebrosos, el pavoroso oráculo Seis Caras…
El ser testigos de lo que cuentan dotan a los dos personajes narradores de una incuestionable credibilidad en su función de mediadores entre lo narrado y el oyente o lector.
En el universo de El aprendiz silencioso se hace un sitio reconocido a la magia en el orden establecido por la sociedad que retrata y, en consecuencia, se acepta lo sobrenatural como elemento esencial en la cultura que representa. Nada, por tanto, de transgresión ni de tabú…, sobrepasando el mero sentido lúdico o de divertimento. Un ejemplo lo tenemos en que el mismo Rey tenía en su corte, como hechicera personal, a una bruja como consejera.
El ser testigos de lo que cuentan dotan a los dos personajes narradores de una incuestionable credibilidad en su función de mediadores entre lo narrado y el oyente o lector. Gracias al poder de su omnisciencia, se da en equilibrio la razón que aplica a sus comentarios personales y la imaginación que orienta a los oyentes sobre lo que va a ocurrir.
Aun tratándose de hechos sobrenaturales, toda literatura fantástica nos enfrenta a realidades con las que vivimos cotidianamente: el recelo, la venganza y la traición; pero también el valor de la amistad, la honestidad y el sentido de la justicia. Todo ello lo tenemos en El aprendiz silencioso, gracias a Gabriel Sánchez García-Pardo.
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato