Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al oriente y venimos a adorarle. (…).
Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella; (…). Después de haber oído al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente les precedía, hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el niño. (…) y, llegando a la casa, vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron, y, abriendo sus cofres, le ofrecieron como dones oro, incienso y mirra. (…)”. (Evangelio de San Mateo, 2).
Ninguna otra alusión hay a los magos en los restantes evangelios. Ni siquiera en el de Lucas, donde sí se relata la adoración de los pastores (Lucas, 2). Y, sin embargo, a partir de lo que nos ha transmitido Mateo, se ha generado una de las tradiciones más longevas y populares del Cristianismo, especialmente en nuestro país, donde los magos han terminado convertidos en los deseados Reyes Magos, que cada 6 de enero dejan sus regalos a miles de niños (y no tan niños) en los pueblos y ciudades de nuestra geografía.
Pues hagamos un breve repaso de esta leyenda a partir de cinco interesantes obras de arte, pinturas y esculturas, realizadas en España, Italia y Francia.
Iglesia de Sant Martí de Mura
La primera es un curioso tímpano románico de la iglesia de Sant Martí de Mura, un pequeño pero precioso pueblo de Barcelona. Sus relieves pueden ser del siglo XII y son de una ingenuidad infantil. Junto a una descomunal Virgen con el Niño ocupando el espacio central, encontramos a tres personajillos muy simples que portan “algo” en sus manos. Sobre ellos, además de un ángel agitando un incensario, aparece la estrella, con forma de rueda. No hay duda, por tanto, que son los magos con sus regalos, que han llegado guiados por el astro. Y ya son exactamente tres (lo que no especificaba Mateo). Al otro lado vemos a San José, con una especie de bastón, y a un pequeño individuo que no identificamos (quizás una partera), además de un segundo ángel haciendo igual que el anterior.
Capilla de los Scrovegni
Muchos años después, en torno a 1303, el florentino Giotto pinta en Padua, una ciudad del norte de Italia, su Adoración de los Reyes Magos, que forma parte de la decoración mural de la capilla de los Scrovegni. El Niño, María y José se sitúan bajo una cubierta de madera, a modo de portal, acompañados también de dos ángeles. Y los tres magos se encuentran delante, uno arrodillado en señal de adoración. Entre ellos la única diferencia física apreciable es en cuanto a la edad, puesto que parecen representar las tres edades del hombre: la vejez, la madurez y la juventud. Los dos erguidos llevan ya coronas sobre sus cabezas, supuestamente de realeza, y tras ambos, atendidos por un paje, están sus camellos, de una cierta belleza nada natural explicable por el hecho de que Giotto, probablemente, jamás vio un camello en su vida. Sobre todos ellos, en un cielo del intenso azul característico de este pintor, brilla la estrella, con una larga cola, como de cometa. ¿Tendría que ver en ello el hecho de que en 1301 el cometa Halley pasó tan cerca de La Tierra que fue visible desde distintos lugares? Quizás Giotto fue de los afortunados que pudo verlo. Pero lo que es seguro es que en esta pintura gótica la historia de los magos ya está mucho más completa —son reyes, de distintas edades, que viajan en camellos—, acercándose bastante a sus características actuales.
Catedral de Estrasburgo
La siguiente representación de la Adoración de los magos se encuentra en la extraordinaria catedral de Estrasburgo, una de las mejores del gótico en Francia. Concretamente en el portal de San Lorenzo, situado en el lateral norte y finalizado ya en los primeros años del siglo XVI. En esta ocasión todas las figuras están esculpidas de pie, incluida María, coronada, que lleva al Niño sobre su brazo izquierdo. Los magos, como los de Giotto, muestran también los rasgos propios de las tres edades, portan cada uno su regalo y el que está en medio parece también tocado con una corona real. Pero el novedoso es Baltasar, inconfundible ya en este grupo por sus evidentes rasgos físicos africanos. Sin embargo, lo que más me llama la atención de esta Adoración de Estrasburgo es el Niño, totalmente desnudo, removiéndose juguetón y ¡con los mismos rasgos físicos de Baltasar!
Capilla Real de Granada
Unos años más tarde debemos situar la Adoración que se encuentra en el retablo mayor de la Capilla Real de Granada, obra que por sí sola merece una visita. Exactamente se sitúa en la parte central del banco de este retablo, ya renacentista, concluido por Felipe Bigarny hacia 1522. María, que vuelve a estar sentada, sostiene sobre sus piernas al Niño, desnudo como en Estrasburgo pero haciendo el gesto —muy solemne— de bendecir al mago que se arrodilla ante él, que es Melchor. Los otros dos se nos muestran en hornacinas separadas y Baltasar, a la derecha, es negro. La curiosidad está, no obstante, en Gaspar, cuyos rasgos se ha demostrado que son los propios de Carlos V, el rey y emperador, nieto de los Reyes Católicos, en cuya época se talló este retablo. Carlos no había venido aún a Granada, sino que lo haría muy poco después, tras su boda con Isabel de Portugal, y aquí pasarían varios meses de luna de miel. Pero alguno de los numerosos retratos suyos que ya había, como los pintados por Van Orley, pudo servir al maestro Bigarny para darle a Gaspar los rasgos faciales del joven monarca. Lo que no puedo asegurar es que visitase la Capilla y se viera retratado en el retablo, aunque es lo más probable.
Museo del Prado
Por último, una segunda pintura, la Adoración de los Reyes Magos, de Velázquez, que hoy se exhibe en el Museo del Prado, es uno de los pocos lienzos de iconografía religiosa que se conservan del genial sevillano, que lo realizó en sus primeros años, todavía influido por el tenebrismo. Velázquez nos muestra la escena con más intimidad que los anteriores artistas y rechazando lo secundario, como los camellos o la estrella. Solo la Sagrada Familia y, frente a ellos, los tres magos, sin corona, portando los presentes y a los que acompaña un paje. El más ricamente vestido es el negro Baltasar, pero con atuendos propios del siglo XVII. A Melchor, el más viejo, se le ve poco, y en cuanto a Gaspar, resulta menos engalanado, casi austero. Velázquez, todavía en Sevilla, no cuenta con ningún emperador o rey como modelo, pero sí con su propia familia, que se presta entera a ello: su esposa Juana “interpreta” a la Virgen, que sostiene al Niño Jesús —su hija Francisca —, su suegro, Pacheco, es el rey mago Melchor y el propio pintor se representa arrodillado como el humilde Gaspar. Toda una teatral “foto de familia”.
Ver artículos anteriores de
Profesor de Historia en el IES Padre Manjón
y autor del libro ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)
Comentarios
Una respuesta a «Daniel Morales Escobar: «Curiosos Reyes Magos»»
Estupendo recorrido por la iconografía de los Reyes Magos con cinco interesantes obras de arte, -pinturas y esculturas-, realizadas en España, (Sant Martí de Mura y Granada), Italia (Padua) y Francia (Estrasburgo).