Tengo para mí que una de las características principales de las profecías consiste en su “falta de tiempo”; es decir, cuando sucederá lo pronosticado –amén de lo difícil de su exacta geolocalización–… Y no sólo me refiero a los auspicios de origen divino, sino también –y como ejemplo– a las conjeturas realizadas por los expertos en cualquier materia (económica, social, política, etc.).
Entre los miles de ejemplos que podría traer a colación, permitidme que centre mi atención, por su actualidad en dos: un oráculo del libro de Isaías y una cuarteta atribuida falsamente a Michel de Notre-Dame (Nostradamus).
–“Incluso los jóvenes se fatigarán y se cansarán, y los jóvenes caerán exhaustos; pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán”(Isaías 40: 30–31).
–»Y en el año de los gemelos / Surgirá una reina / Desde el oriente / Que extenderá su plaga / De los seres de la noche / A la Tierra de las siete colinas / Transformando en polvo / a los Hombres del crepúsculo / Para culminar en la sombra de la ruindad” (recogida por Fernando M. Carreño)..
Debo deciros que lo que en ambas anima más mi reflexión es su cercanía a cualquier situación, de aspecto complicado, por la que, individual o colectivamente, podamos estar atravesando. Algo que ya os adelanta cuando escribía sobre la por mí considerada “Cuarta Cultura”: Ya se oyen demasiadas voces de “separación” en esta Iberia de puertos fenicios, como para que, desde aquí, no superemos la confrontación de clases y personas, en aras, al menos, de construir un mundo que tenga una herencia válida y de eficacia demostrada… Un cambio, repito, imprescindible, desde la solidaridad, la unidad y la altura de miras.
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de
Ramón Burgos
Periodista