«Una editorial no es una fábrica de libros. Es una fábrica de sueños. Y las personas son lo más importante», nos dice la poeta y editora de Unaria Ediciones, Amelia Díaz Benlliure.
Dedicada sobre todo a la poesía y la literatura infantil y juvenil, Unaria ediciones sigue manteniendo con firmeza el principio fundamental que alentó su nacimiento: la calidad de las obras publicadas, todas en papel. «Pero también publicamos teatro y narrativa breve. Nos parecen géneros imprescindibles, alejados de la literatura de consumo rápido. Son géneros que alimentan el espíritu y nos hace crecer».
–¿Cómo nace la Editorial Unaria?
–Tras la publicación de mi primer poemario, tomé contacto con el mundo editorial y, en pocos meses, entré a formar parte de la pequeña editorial castellonense que me había publicado, llevando su colección de poesía. Al cabo de un año, tomamos distintos caminos e inicié Unaria ediciones.
–¿De dónde viene el nombre?
–El primer nombre fue Urania ediciones. Urania es la musa de la astronomía y las matemáticas. Siendo yo poeta y licenciada en Ciencias Matemáticas, me pareció el nombre ideal. El problema llegó al cabo de un año, cuando un potente grupo editorial recurrió en la oficina de patentes y marcas y nos obligó a cambiar el nombre porque les parecía que provocaba confusión. Mi diseñador y yo decidimos que intercambiar las dos consonantes no modificaba apenas el logo ni la imagen de la editorial. Y eso hicimos. Nos convertimos en Unaria ediciones. Unaria, que suena a “un aria”. Suena a música.
–¿Qué organigrama tiene?
–Unaria ediciones es una editorial pequeña y, por tanto, todo el equipo lo conforman profesionales independientes. Según el orden de trabajo de un libro, las personas que se encargan de cada aspecto son:
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Valoración de obras: un grupo de cinco escritores anónimos reciben las obras de manera también anónima. Nos importa la calidad, no el nombre.
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Corrección: tenemos dos correctoras, una en español y otra en catalán. Amelia Branchadell y María Martínez.
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Maquetación y diseño: Akane Estudio.
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Redes: nuestro gestor de comunidades, Javi de Ríos.
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Distribución de libros: GEA, en Comunidad Valenciana, Murcia y Albacete. En el resto de España la hacemos directamente.
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Control de almacén y envíos de libros: Cristina Branchadell.
Por supuesto, las tareas de administración y contabilidad, de trato con las librerías, de gestión de recursos, de control de cada una de las fases de la edición, la revisión de galeradas, de difusión y prensa, de atención a los autores y una infinidad de tareas más o menos apasionantes, recaen sobre esta que suscribe.
–¿Cuáles son sus objetivos? ¿Y sus retos?
–Desde el inicio, nuestra idea fue apoyar a la poesía y a la literatura infantil y juvenil. Nos apasiona y promovemos cualquier acto de motivación lectora. Y la gestión cultural. No concebimos el mundo del libro sin el contacto directo con el lector, sea de la edad que sea, pero, sobre todo, en la infancia. Ellos son nuestro futuro y nuestra esperanza.
–¿Cuál es el proceso de trabajo en la editorial? ¿Cuántas personas forman el equipo?
–Nuestro lema es: calidad y paciencia. Desde que recibimos un manuscrito hasta decidir cuáles se aceptan, puede pasar un año (por suerte, recibimos cientos y cientos de ellos y eso requiere tiempo y dedicación).
Después de la aceptación, entre correcciones varias, maquetación, diseño, impresión y la presentación del libro en la cadena de librerías y asociaciones culturales, bien puede pasar casi otro año. Exigimos calidad y entregamos calidad. Las prisas no son buenas.
–Además de ser un gran lector, ¿qué cualidades debe tener un editor? ¿Más instinto que conocimientos, o al contrario?
–Aquí seré poco profesional, tal vez, porque voy a decir que el instinto. En mi caso en particular, me fío mucho de mis intuiciones, en todos los aspectos de la vida. Y este no iba a ser menos. De todas formas, añadiré que mi equipo de valoración (una vez he hecho yo la primera criba) está muy cualificado y valoran los aspectos literarios, el fondo y la forma de cada obra, e incluso si tiene posibilidades comerciales. Hay que recordar que una editorial es una empresa y que debe saber sobrevivir. Citando a Mahatma Gandhi: “Realmente soy un soñador práctico; mis sueños no son bagatelas en el aire. Lo que yo quiero es convertir mis sueños en realidad”.
–¿Cuál debe ser la máxima de un buen editor?
–Saber combinar los dos aspectos que he nombrado: una obra de calidad literaria y que se venda. Además, por mi parte, siempre es la cercanía con el autor, con el librero, con el lector… Una editorial no es una fábrica de libros. Es una fábrica de sueños. Y las personas son lo más importante.
–¿Cómo ha afectado el coronavirus a su editorial?
–Ha sido y sigue siendo terrible. Se cancelaron casi todas las ferias del libro; el aforo de las librerías impide realizar actos literarios en ellas. ¿De qué vive una editorial si no puede vender sus libros? Eso ha hecho que tengamos que aplazar las publicaciones que teníamos pendientes para este 2020 y que estemos a la espera de ver cómo se controla o no la pandemia para poder retomar nuestra inversión en nuevos libros.
–¿Qué medidas ha puesto en marcha para superar esta crisis?
–En primer lugar, en el mes de abril comenzamos a realizar actos virtuales, como encuentros con autores de manera online, talleres de escritura gratuitos a través de nuestra página en Facebook, además de participar en algunas ferias de libros que también optaron por ese formato. Eso hizo que la venta de libros en nuestra tienda online, en la página www.unariaediciones.com, se animara. Se les comunicó a nuestros compradores que no podíamos hacer los envíos pero que, como compensación por la espera, se les enviaría, además, otro libro de regalo cuando pudiera hacerse. Funcionó muy bien.
Por otro lado, en cuanto pudimos salir, ya en verano, trasladamos nuestros actos literarios a la terraza de una cafetería, con todas las medidas de seguridad, y comenzaron nuestros “Nocturnidad y alevosía” (entrevistas interactivas con dos escritores locales). Además, retomamos nuestros talleres de escritura, ya presenciales, y los “Té-cuento” (lectura de relatos alrededor de una merienda), con un aforo muy limitado, que hacemos en dos turnos de seis personas en el local de Unaria ediciones. Nuestras medidas, por tanto, han sido reducir la inversión y realizar muchas actividades con asistencia muy reducida.
–¿Qué efectos va a tener esta crisis sobre el lector del libro en general? ¿Cómo le parece que están respondiendo las instituciones públicas? ¿Qué deberían hacer?
–Las instituciones están respondiendo, pero con ayudas insuficientes y muy lentas. De hecho, en el momento de responder a esta entrevista (diciembre de 2020), todavía no se han recibido.
Si las ayudas no llegan pronto y no son suficientes, si las ferias no se retoman en primavera, si la situación Covid no mejora, muchas pequeñas editoriales y librerías de barrio no podremos seguir adelante.
La solución es complicada y sencilla a la vez: es cuestión de dinero. Si las instituciones hicieran compras masivas de ejemplares para ayudar a toda la cadena del libro, si se subvencionara fácilmente la producción de nueva obra, si se redujeran algunos gastos, como la cuota de autónomos y los alquileres, podríamos resistir. Pero no hay dinero. O no lo hay para invertir en cultura.
–¿En qué géneros se centran más? ¿Por qué?
–Nuestra apuesta principal es, como ya he dicho más arriba, la poesía y la literatura infantil y juvenil. Pero también publicamos teatro y narrativa breve. Nos parecen géneros imprescindibles, alejados de la literatura de consumo rápido. Son géneros que alimentan el espíritu y nos hace crecer.
–A la hora de decidir qué libro editar, ¿qué prima más: la calidad o el aspecto comercial; esto es, que sea un producto vendible (éxitos del autor, autor conocido, buenas críticas, tema de interés general, etc.)?
–Siempre la calidad. Aunque, como también he explicado antes, intentamos que, además, sea una obra vendible. Por ejemplo, a un joven poeta le rechazamos su obra hace algunos años porque tenía más de mil páginas y se negó a dividirla en varios libros. Mil páginas de poesía de la primera obra de un autor desconocido, se habría quedado en el almacén para siempre. Por muy buena que fuera.
–Sin duda alguna, el sector editorial es una industria de la oferta. ¿Qué es lo más demandado hoy por los lectores? ¿Tiene esto que ver con los valores sociales que predominan?
–Gusta mucho la novela de género negro y también la de fantasía. En Unaria ediciones tenemos sendas colecciones de estos, que ayudan a mantener otros géneros menos demandados, como la poesía y el teatro.
Sin embargo, mi experiencia en ferias del libro me ha hecho ver que los que más busca el público son dos tipos que nosotras no publicamos: la novela romántica, que hace colas de cientos de fans, y los libros escritos por personajes mediáticos.
Por otro lado, el género más agradecido, en todos los aspectos, de cuantos publicamos es la literatura infantil, los álbumes ilustrados.
–¿Cómo se consigue eso de conservar la esencia de un sello editorial y, al mismo tiempo, modernizarse?
–No es complicado. Basta mantener el criterio de “calidad y paciencia” y estar al día en los avances tecnológicos. De todas formas, en Unaria ediciones aprovechamos toda esa tecnología para la creación y difusión de nuestras obras, pero no publicamos libros electrónicos. Somos amantes del papel.
–¿Hasta qué punto es importante el contacto de un editor con los libreros? ¿Cómo lo hacéis en la editorial?
–Mucho. Los libreros, las libreras, son nuestros amigos. Cuando acudimos a una ciudad a presentar alguno de nuestros libros, uno de los aspectos que nunca descuidamos es el de “ir de librerías”. Saludarles, mostrarles nuestras novedades, comer y charlar con ellos, hace que la relación sea mucho más agradable y eficaz. Siempre se trabaja mejor con un amigo.
–¿Qué es más importante a la hora de vender un libro: la calidad literaria, el nombre del autor, cubierta llamativa, impacto en medios de comunicación, presencia en redes sociales, género…?
–Todos los aspectos que nombras son importantes. Pero, por ejemplo, en el caso de un autor mediático o muy prestigioso, su nombre basta para que la gente compre el libro. Si no es conocido, los medios de comunicación son esenciales para darlo a conocer, pero no lo hacen porque ya difunden al escritor conocido. Y, si alguien entra en una librería buscando sin buscar nada en concreto, una buena portada y una sinopsis interesante son la clave.
–¿Qué momento es el más gratificante para un editor? ¿Y el peor?
–Hay dos grandes momentos. Uno es cuando estamos en una feria del libro y se nos acercan personas desconocidas y nos dicen que tenemos los libros más bonitos que han visto ese día. El otro es cuando alguno de nuestros autores triunfa. Tenemos cuatro casos que comenzaron en Unaria ediciones y ahora son grandes en su género en editoriales de renombre.
El peor es cuando miro las cuentas bancarias, ja, ja, ja.
–¿Cuáles son sus referentes en el mundo de la edición?
–Algunas de mis editoriales de referencia son Candaya, Pre-Textos y la colección El Bardo, de Libros de la frontera, donde se publicó mi segundo libro.
–¿Cómo definiría la relación de la juventud actual con la lectura?
–Sinceramente, creo que la juventud siempre pasa por unos años “poco lectores”. En todas las generaciones, al llegar a ciertas lecturas, hay jóvenes que pierden el interés. Pasan de devorar cuentos y cómics a no encontrar su lugar. Ahí está una de mis luchas: recomendar lecturas en los centros de enseñanza que sean adecuadas y les vuelvan a interesar. Por supuesto que no hay que dejar de lado a los clásicos, pero también deben leer literatura actual y cercana. Nosotras somos muy activas en ese aspecto y acompañamos a nuestros autores a que charlen con los jóvenes. Eso les encanta.
–¿Qué medidas se deberían adoptar para formar nuevos lectores?
–En poesía es tan fácil como invitarles a presenciar una jam poética actual. Y en teatro. Vivirlo de cerca. En cuanto a narrativa, el encuentro con escritores en las aulas o en ferias del libro hace que se avive ese deseo de penetrar en sus libros.
–¿Lo digital acabará con el papel?
–Nunca. Convivirán. Igual que las escaleras mecánicas y las convencionales.
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Foto principal: http://www.castellonkids.com/libros-infantiles-unaria-ediciones/
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato
Comentarios
Una respuesta a «Editores (4): Unaria Ediciones, poesía, literatura infantil y juvenil»
Un saludo, soy Isabel y mi pregunta es puedo mandar un manuscrito de un cuento para niños de 8 años? Gracias.