Mi amigo Isidro García, también colaborador de IDEAL EN CLASE, a veces me interpela en privado, si merece la pena seguir difundiendo nuestras experiencias y reflexiones pedagógicas. Se lamenta que después de tantos años, nuestros mensajes siguen llegando a muy poca gente. Nada que ver con esos “youtubers” e “influencers”, cuyos seguidores y seguidoras se cuentas por decenas de miles.
Aunque hay momentos en los que el pesimismo también se apodera de mí, le suelo argumentar que nuestra tarea es necesaria y que no debemos caer en el desánimo. ¿ Qué hubiera sucedido, si a lo largo del tiempo, no hubiera habido personas capaces de cuestionar los paradigmas existentes ?.
Las innovaciones son los caminos hacia las utopías
Tal vez sorprenda que en un ámbito como la Educación, cuyos fines deberían proyectarse permanentemente hacia el futuro, esta se haya mantenido anclada durante tantos siglos, en ese inconfundible olor añejo de la escolástica. Casi siempre se ha comportado más como ancla que como flecha. Será por eso que aún hoy decimos críticamente, que tenemos unas enseñanzas decimonónicas, para una sociedad del siglo XXI.
A pesar de esa constatación histórica de resistencia a los cambios, siempre ha habido filósofos, científicos y pedagogos que formularon propuestas innovadoras. También en aquellos momentos, muchos de ellos fueron ignorados, criticados o combatidos.
Cuando reflexiono sobre este tema, me tranquiliza pensar que las cuestiones importantes y por tanto trascendentes, nunca han sido seguidas por grandes multitudes y sin embargo siempre han orientado el futuro. Dicho de otra manera más prosaica, entre los famosos youtubers y los que nos atrevemos a reflexionar sobre la Educación, la diferencia está en que jugamos en ligas muy distintas. No exige el mismo esfuerzo reflexionar sobre temas complejos, que sobre divertimentos.
Las innovaciones siempre serán necesarias. En estos momentos han de estar muy atentas a los avances de la Neurociencia, deben seguir incorporando las nuevas tecnologías y aspirar a un humanismo que persiga la felicidad de las personas. No hay mejor fin para la Educación que este.
Si aceptamos que la Educación tiene que ser útil para las personas y que debe perseguir su felicidad, tendremos que convenir que esas innovaciones deben ser coherentes con esos fines. No se trata de cambiar por cambiar, ni de cambiar por modas o de realizar cambios cosméticos para que en realidad no cambie nada.
No hace mucho, escribí en este mismo periódico otro artículo que titulé : ¿ De qué hablamos, cuando hablamos de innovación educativa ? (*) Aunque no desarrollaré aquí de nuevo las ideas que expuse entonces, si quiero resaltar que lo más importante de la innovación, no es la implementación de nuevas tecnologías por útiles que estas sean, sino la reflexión sobre los fines y valores que queremos para la Educación.
Las innovaciones no pueden germinar si no se comparten
Compartir las experiencias es un paso imprescindible para la mejora educativa. Y no solo porque pueden serles útiles a otras personas, sino también, porque pueden ser enriquecidas mediante el trabajo cooperativo y la evaluación pública. Por mucho que uno reflexione, lea y experimente sobre una práctica educativa, esta no alcanzará su mejor versión, mientras no se comparta y contraste. La imagen del docente aislado en su aula, aferrado al libro de texto y defendiendo que “cada maestrillo tiene su librillo”, es la actitud más contraria posible a la innovación.
Siempre que tengo una oportunidad, animo a organizarnos en grupos de trabajo o en movimientos de renovación pedagógica, ya que son instrumentos muy necesarios, si queremos que las innovaciones no sean flor de un día. En mi caso tuve la suerte de incorporarme en el año 1977 al Movimiento Cooperativo de Escuela Popular y en él continúo.
Como sucede con todos los temas, las redes sociales pueden ser herramientas muy eficaces para compartir las propuestas educativas. Pero como herramientas que son, hemos ser conscientes de sus diferentes usos, limitaciones y contradicciones. Su propia naturaleza y dinámica generan frecuentemente, una información compulsiva, efímera y líquida, que no favorece la reflexión. A pesar de esos límites y contradicciones, le digo a mi amigo Isidro, que debemos participar en ellas. Las redes son hoy y mañana lo serán aún más, el campo de batalla dialéctico de todo tipo de ideas.
Pero yo sé, que cuando él me dice, “ Paco algo estaremos haciendo mal, que no llegamos a la gente”, su queja más importante no es para las tecnologías actuales. Su lamento más profundo se proyecta en el pasado, en el que las propuestas de innovación tampoco fueron abrazadas por una mayoría.
A esta segunda cuestión le digo, para no caer en un desánimo invalidante, que debemos saber que por su propia naturaleza, las innovaciones no pueden germinar ni siempre, ni al mismo tiempo, ni del mismo modo. Que todo va a depender del potencial de las semillas, de los contextos donde se siembren y de las convicciones y esfuerzos que realicen quienes las comparten. Pero que a pesar de los resultados limitados de nuestra siembra, debemos perseverar.
Motivos para perseverar
Algunas de estas reflexiones sobre la utilidad o no, de nuestro empeño difusor, las hemos tenido precisamente en algunos grupos virtuales, en donde compartimos experiencias. Ha sido muy alentador recibir comentarios animándonos a perseverar en la apuesta por la innovación. Cuando leo esos comentarios, tomo conciencia de que nuestro trabajo parece necesario y ojalá que útil.
No me resisto a transcribir el comentario de una compañera en las redes, sobre este debate. Dice así : “ Os preguntáis si vuestro trabajo sigue siendo útil. Quiero deciros que para mí y otra gente que conozco, sois unos referentes en nuestras reflexiones y un sostén contra el desánimo. Contar con tantas experiencias a lo largo de tanto tiempo, es un patrimonio que no se puede perder y que debéis seguir compartiendo“.
Creo como esa compañera, que no hay que ser un gran pedagogo o pedagoga, como aquellos de los que todos y todas aprendimos, basta con que seamos unos artesanos y artesanas que moldeamos sus obras de arte pedagógicas, edecuándolas a nuestras necesidades y fines.
Tampoco tenemos que ser decenas de miles, somos el número suficiente para seguir sembrando sueños necesarios. Mi experiencia me dice, que unos pocos y pocas pueden hacer mucho. El verdadero valor en este caso no es la cantidad, sino la capacidad para construir ideas que se proyecten en la utopía.
Participo de la idea que le he leido recientemente al filósofo esloveno Slavoj Zizek, defendiendo con un argumento muy simple, la potencialidad de la solidaridad y la cooperación, “ si una cosa tiene que hacerse, yo estoy ahí “
Para terminar, añadir que hablando de este tema con Antonio Arenas, director de este periódico, me decía que para innovar es imprescindible tener un espíritu optimista. Así lo pienso yo también, ser optimista es creer y apostar por un futuro de progreso. Además añadiría, que ya que participamos en una de las vocaciones más hermosas y útiles posibles, deberíamos intervenir en ella con amor. Es por eso que me gusta decir tanto, que Educar es Amar.
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licenciado en Historia, ha sido maestro e Inspector de Educación.
Escribe artículos, realiza vídeos y es autor de libros sobre temas de Educación,
entre los que destacaría “La Investigación del Medio en la Escuela”.
Comentarios
Una respuesta a «Paco Olvera: «Innovar, compartir y perseverar»»
Efectivamente, maestro Paco. Es ya de atardecida, y hartos de dar vueltas y más vueltas por esos caminos sin atisbar ni de lejos el objetivo que nos propusimos al salir, cuando mi burrita y un servidor empezamos a buscar un lugar donde pasar la noche y descansar. Normalmente, la experiencia suya y mi propia pericia , nos suelen llevan a dar con lugares frescos donde fluye el agua y la yerba abunda. Será horas después, apenas el lucero del alba asome en lo alto del cielo, cuando retomemos el camino, aliviados y con nuevos bríos.
Su artículo de hoy viene a equivaler a esos tres elementos. Elementos que, apenas sin fuerzas, agotados y desilusionados de predicar en el desierto, nos quitan la sed, proporcionan comida e iluminan. Y de tal manera que, al tiempo que las piernas y el corazón, también el magín comienza de nuevo a moverse e idear fantasías, sueños utópicos y aspiraciones románticas.
En ese punto, señor profesor, estamos.
Me consta que, al igual que los troncos en la candela, juntos hemos de darnos calor y juntos cocinar el futuro pedagógico al que aspiramos. Tú desde la experiencia, sabiduría y fuerza que te da el Movimiento Cooperativo de Escuela Popular; yo, desde mi Pedagogía Andariega. Será de esta manera, a la par, dándonos ánimo y soñando con los mismos ideales, como nuestra voz llegará a esos maestros y maestras que tienen, como nosotros, a los niños y a los jóvenes como meta y destino de sus esfuerzos.
Su discípulo:
Isidro.