Lo que sigue es fruto de dos encuentros. El primero en el entorno de Alcázar de Genil, por ser el punto intermedio entre nuestros domicilios, sirvió para la grabación del vídeo y fotos junto a la estatua de Boabdil y jardines. Semanas más tarde, una vez leído -y disfrutado- su libro ‘De la necesidad, virtud‘, tuvo lugar el segundo para llevar a cabo la entrevista en su oficina donde diariamente realiza su trabajo como Defensor de la Ciudadanía de Granada, cuando no está en la calle apoyando a personas y colectivos. Un precioso libro del que se pueden extraer valiosas lecciones que, además, tiene una finalidad social.
Manuel Martín García (Nigüelas, 1962) nos recibe en su despacho del Defensor de la Ciudadanía de Granada, sito en el número 6 de la calle Horno de San Matías. Sobre su mesa, atiborrada de papeles, destaca una foto de sus dos y hijas, Laura y Celia, y en la estanterías varias imágenes en la que se le ve con distintas personalidades e incluso con el papa Francisco y una antigua postal desde el cruce de entrada a su pueblo natal. Sobre las paredes varios cuadros y fotocopias con lemas reivindicativos (Porque la luz es un derecho, no un privilegio. STOP cortes de luz, zona norte), junto a citas de Don Quijote, Bertolt Brecht y Diamantino, el cura obrero. Son las doce de la mañana y ya ha mantenido varias reuniones, una de ellas con el alcalde y atendido una rueda de prensa.
«En muchas ocasiones la solución no está por desgracia en mis manos, pero escucharlos, atenderlos y pasarlos a servicios sociales para que los atiendan un poco mejor, ya es mucho», nos explica. Después hablamos de su ‘última criatura’ , el libro titulado ‘De la necesidad, virtud’ (Ed. Paulinas) que tiene un clarificador subtítulo ‘Enseñanzas de una abuela a un niño que iniciaba su vida’ y cuyos beneficios por su venta donará a la Asociación ‘Mujeres en la noche, buscando el día‘, mujeres que están en la prostitución o víctimas de trata que quieren salir de ella y a las que «hay que echar una mano pues nunca se les ha apoyado y ahora con la pandemia lo necesitan más que nunca».
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Su libro condensa en 166 páginas toda la sabiduría popular de su abuela Divina Pastora Ortega, motrileña de nacimiento, fallecida en 1973, a la edad de 83 años, a la que considera «un libro abierto y la brújula para el saber, el sentir, el ser, el hacer y el estar». Junto a su madre la considera su ídolo, y abren una larga dedicatoria en la que cita al resto de mujeres de su vida, todas las mujeres de sus luchas compartidas, todas las monjas de barrios marginados, todas las mujeres invisibles de la historia, todas la personas que sufrieron guerra, y a las que padecieron crisis, a las victimas del Covid 19 y especialmente a las que han muerto abandonadas. En su prólogo el juez de menores, Emilio Calatayud, se queja de la pérdida de valores y reivindica el legado de los mayores pues «una sociedad que valora a los ancianos, se valora a sí misma», para terminar afirmando que es «un libro de lectura obligada». Afirma el autor en la introducción que este libro era «una asignatura pendiente» pues tenía mucho material -escritos y grabaciones- de su abuela, que unas veces por falta de tiempo y otras por las dudas de si le podría interesar a un público fuera del ámbito familiar no se había determinado a publicar. Pero llegó la pandemia y aprovechó los últimos días de marzo y primera quincena de abril para darle forma. Para su sorpresa, la editorial no solo no lo rechazó sino que lo publicó en un tiempo récord.
«En los días más duros de la pandemia me acordé de una de las frases de mi abuela que decía ‘hay que hacer de la necesidad virtud’ y que se convirtió en un lema para plantearme qué podía hacer yo en esos momentos para sacar algo bueno. Empecé a escribir el libro que lo hice casi del tirón, y me sirvió de autoayuda y como una caja de herramientas. Creo que la sabiduría popular puede ayudar como me están reconociendo muchas personas», indica. El libro que se inicia con un par de fotos de la abuela con él y su hermano está estructurado en tres partes y un epílogo. En la primera, ‘Somos lo que vivimos’ el autor explica los motivos por los que su abuela, su madre y Jesús de Nazaret, son sus ídolos, así como su devoción por Carlos Cano, que le prologó su libro dedicado a Nigüelas. «Soy el que soy por lo que me inculcaron mi abuela y mi madre», insiste antes de pasar a comentar la segunda parte ‘Dime como hablas y te diré como piensas: la paremiología como discurso y modelo cultural dentro del imaginario colectivo’, donde describe las enseñanzas de su abuela, coplas, dichos, los refranes y sus distintas funciones.
Tras atender la llamada de una radio local pasa a comentarnos la tercera parte, separada por una foto de abuela cuando era joven «rubia y con los ojos azules, guapísima», titulada ‘Para pensar, crecer y educar: la sabiduría de mi abuela Pastora resumida a través de sus dichos y relatos’ extraídos del Quijote, la Biblia o los filósofos y pensadores clásicos. Termina la publicación con un ‘Epílogo en tiempos de coronavirus’ en el que hace referencia al cuento preferido de su abuela y suyo, ‘Historia de los sostenedores del cielo’ y reflexiona de la importancia que tiene mantener la esperanza en estos momentos al tiempo que reivindica la cultura del cuidado o lo que es lo mismo la ‘cuidadanía’.
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