Hay en La Zubia una calle de nombre muy antiguo, la calle Infantas, tan antiguo que ya aparece registrado hacia 1571, aunque entonces la denominación no se refería a una calle sino a una huerta, y además, cambiaba el género y número, y se denominaba infantes. La referencia procede de los conocidos como libros de Apeos y Repartimiento.
Estos documentos fueron redactados tras la expulsión de los moriscos para inventariar sus tierras (Libros de Apeos) y para testificar el reparto que se hizo de estos bienes entre los nuevos repobladores venidos de fuera del Reino de Granada (Libros de Repartimiento). En el Libro de Repartimiento de La Zubia se hace también una mención a los bienes que los cristianos viejos ya tenían cuando allí cuando todavía vivían moriscos, antes de la Guerra de Rebelión (1568-1572). Entre esos bienes se menciona el siguiente:
«Yten dixeron y declararon que tiene Rui Diaz de Rojas, vezino de Granada, en el término de la Zubia dentro dél una huerta con su casa, que dizen la Huerta de los Infantes, de veinte marjales, poco más o menos, que alinda por la una parte con huerta de Andres el Molona, e por la otra parte la calle».
En el siglo XVI no se hablaba todavía de la calle de las Infantas sino del Huerto de los Infantes. ¿Pero quienes eran estos infantes o infantas? Hay que remontarse a la época de Abū l-Ḥasan `Alī (1436-1482), el Muley Hacén de los castellanos, uno de los últimos sultanes de la Alhambra. Famosa es su vida incardinada entre la historia y la leyenda. Casó por primera vez con Aixa, con quien tuvo a su hijo más famoso Boabdil. De un segundo matrimonio, en 1474, con una cautiva cristiana, Isabel de Solís, bautizada como Soraya, nacerían dos hijos más, los llamados “Infantes de Granada” Sacd y Nasr, bautizados luego como don Fernando y don Juan de Granada. Este segundo matrimonio del sultán alimentó las intrigas palaciegas y los bandos nobiliarios, que fueron narradas por los cronistas de la guerra de conquista del Reino de Granada (1482-1492), y luego convertidas en leyenda por los escritores románticos del siglo XIX.
La realidad es que el sultán hizo donación en vida de muchas propiedades a su nueva esposa, y también a sus nuevos hijos. Parte de estas propiedades las tenía Muley Hacén por una herencia de su tía Onmalfata, la cual poseía varias huertas y propiedades en La Zubia; entre ellas se citaba una huerta con su casa “e hortichuela”, la casa del Nafar “con la torre del palomar” y algunas eras. Las posesiones que el monarca tenía en La Zubia las había recibido de esta su tía que, cabe suponer, era también una infanta nazarí, los que justificaría el nombre Infantas. El arabista Almagro Cárdenas escribía en 1886, una anotación etimológica sobre el tema.
Sea como fuere, la propiedad pasó a los hijos de Muley Hacén, los infantes de Granada, que una vez muerto su padre, podían tener derechos al trono granadino como hermanos de Boabdil. Fueron usados como peones políticos por su tío, Muḥammad b. Sacd, al-Zagal (el Valiente), hermano de Muley Hacén, hasta que capituló con los Reyes Católicos. Éstos últimos, los enviaron a Sevilla manteniéndolos alejados de Granada, de la guerra y de los asuntos políticos. Luego se unirían a la corte donde asisten y se les cita en numerosos acontecimientos de la época. A la muerte de su madre, estos personajes se pasaron buena parte de su vida pleiteando para recuperar sus posesiones granadinas. Pero ignoramos que pasó con sus inmuebles de La Zubia; posiblemente los perdieron y nunca volvieron a recuperarlos, como sí pudieron hacer con otros bienes, que luego venderían sus herederos.
Pero la toponimia nos continúa alumbrando el pasado. En La Zubia de época morisca, se cita una rabita Harat al Horra (ermita del barrio de la Señora). Este barrio debería poder conectarse fácilmente con alguna gran dama, posiblemente de la aristocracia nazarí. De nuevo el mismo libro de 1571-1572 nos cita la existencia de un inmueble cercano a la Huerta de los Infantes, una casa “de la iglesia”, que estaba situada cerca del camino que va al Baño árabe de La Zubia. Es la única posesión que se cita en todo el libro como propiedad de la iglesia de La Zubia, lo que podría corresponderse con la rábita que sabemos existía en este barrio hondillo.
Volvamos a la Huerta de los Infantes. Nada nos asegura que se trate de la misma propiedad, pero las evidencias se acumulan. Parece mucha casualidad que en el siglo XVI exista una propiedad con el nombre de Huerta de los Infantes, cuando sabemos que aquéllos tuvieron posesiones en La Zubia. Debe tratarse del mismo inmueble. En 1529 la Huerta era propiedad de la familia Díaz de Rojas, que fundó un mayorazgo en esa fecha para conservar sus posesiones intactas. Esta figura jurídica, muy habitual durante toda la modernidad, permitía excluir de la herencia una serie de bienes que debían ser transmitidos sólo a los primogénitos de la casa durante generaciones, con la obligación de mantener con la debida “dignidad” al resto de miembros de la familia. De este modo se evitaba que el patrimonio familiar se dividiese igualitariamente entre hermanos y se fuese atomizando en las generaciones sucesivas. En la época en la que se elaboró el Catastro del marqués de la Ensenada (1752) el mayorazgo había recaído en doña Margarita de Córdoba Díaz de Rojas (m. 1778) y allí se cita de nuevo. A su muerte sin hijos su hacienda pasó a los Condes de Bornos que la siguieron poseyendo hasta el final de los mayorazgos extinguidos en el siglo XIX.
En 1887, los integrantes del Centro Artístico de Granada visitaron «la huerta de la Infantas donde se conservan algunos restos árabes en cuatro pequeñas puertas». De qué manera había vuelto a resucitar el nombre Infantas frente al de los Infantes es todavía una incógnita, pero en realidad el topónimo sólo volvió a sus posibles orígenes. Sin duda había sido influido por el citado trabajo del profesor Almagro Cárdenas, titulado Museo Granadino de Antigüedades árabes.
La casa todavía existía en 1974 y la única fotografía publicada que conozco de la misma se incluye en el libro de José Marín, su particular “Historia de La Zubia”, donde se puede observar una fachada exterior. Ahí se ve una pequeña puerta en la planta baja y parte de una segunda planta donde estaba un pequeño torreón o secadero con tres ventanas abiertas con arcos de medio punto realizadas en ladrillo visto.
Todavía hay partes de la calle Infantas que transcurren entre viejas tapias que encierran antiguas huertas. No se ha destruido del todo su vetusta estampa aunque cada vez hay menos rincones que nos recuerden el pasado del pueblo. El camino que lindaba con la Huerta de las Infantas se fue convirtiendo en calle y tomó el mismo nombre, el mismo que sigue teniendo hoy en día, sin que la mayoría de sus moradores actuales conozcan la pintoresca historia de aquella ignota infanta Omalfata, que legó sus propiedades a su sobrino Muley Hacen, quien a su vez los cedió a sus hijos menores, los “Infantes de Granada”, medio hermanos de Boabdil.
AROMAS DEL LAUREL:
Un recorrido por la historia de La Zubia.
Alberto Martín Quirantes
Miembro del CEI Al-Zawiya
VER CAPÍTULOS ANTERIORES:
01 La Inquisición en La Zubia
02 Antonio Gala y los Sonetos de La Zubia
03 La Infanta de La Zubia