Sinceramente, no sé si hemos perdido el juicio –el raciocinio, la inteligencia o el entendimiento–… Decía Francisco de Quevedo que “Donde no hay justicia es peligroso tener razón, ya que los imbéciles son mayoría”. Y yo añadiría: donde hay borreguismo –“Actitud de quien, sin criterio propio, se deja llevar por las opiniones ajenas” (RAE)– no hay libertad, sólo libertinaje, en el mejor de los casos y en el ínfimo sentido de la palabra.
“Y lo peor de todo no es que se mienta (que nos mientan política o socialmente apoyándose en los resultados de las urnas, en cambalaches propios de tahúres –anoto de mi propia cosecha–) sino que partiendo de una foto original y auténtica, se le introducen fotomontajes, haciendo desaparecer aquello que conviene ocultar, maquillando y retocando la imagen que se transmite hasta ser mera ficción y esperpento de la realidad” (El fotomontaje social, El Correo de Andalucía).
Con esperanza y racionalidad, uno de mis maestros, José Apezarena rebatía la situación a la que intento referirme, refiriéndose especialmente al papel de los medios de comunicación –pero que, indiscutiblemente, puede aplicarse a la etapa que estamos atravesando en este país–: “Pablo Iglesias (en el Congreso) habló de los tres poderes clásicos: legislativo, ejecutivo y judicial. A ellos se ha sumado después el llamado “cuarto poder”, la Prensa. (…) Pero, por encima de este último, existe un “quinto poder”: el público. Y es su veredicto el que controla, permite, anima o deja caer” (ECD).
Quiero deciros que pandemias, decisiones judiciales o cualquier otro dictamen no son excusa, de ninguna forma o manera, para romper unilateralmente la convivencia que tanto nos ha costado alcanzar. Las maniobras oportunistas son siempre deleznables (no hay más que recordar nuestra historia reciente y sus consecuencias).
Por encima de cualquier ideología, me niego –y espero que vosotros también– a repetir los disparates de aquellos perturbados a los que no quiero ni nombrar.
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de
Ramón Burgos
Periodista