Publicado en la editorial independiente madrileña Adeshoras, con ilustraciones originales de Lola Castillo, el escritor cordobés Francisco Javier Guerrero ha sacado un nuevo libro, La vida anticipada. En esta ocasión, ha escogido el camino del relato que, por su brevedad, le exige síntesis y condensación tanto expresivas como en el desarrollo de la historia.
– ¿Por qué elegiste el género del relato y no el de la novela? ¿Y el título?
– Porque las historias que se cuentan en La vida anticipada encajan mejor en la estructura del relato. Un género literario podría considerarse como el traje que viste a lo que se cuenta. Y, desde luego, se puede utilizar ropa diferente, cómo no, pero siempre hay algo que sienta mejor. Decidir la forma –el vestido– es tarea de quien escribe. Hay trajes que sientan como un guante a sus historias, aunque desde luego podrían haberse contado de otra manera. Espero haber elegido bien.
El título hace referencia a la estructura misma del libro y a las tramas. El tiempo no es lineal, tratar de medirlo es contarlo, escribir sobre él. Cualquier medición que la mente hace sobre la realidad es una fantasía.
– En un libro como La vida anticipada, ¿cuánto trabajo hay de documentación? ¿Y de autobiográfico?
– Cada relato de este libro soporta un exhaustivo y riguroso trabajo de documentación porque las historias y sus personajes son reales. Aunque, bien es cierto, que toda biografía, cada crónica, tiene lagunas. Ahí es donde me sitúo para narrar, en este vacío. Completar esos huecos con la ficción o pinceladas –solo eso– autobiográficas es la médula de los cuentos de La vida anticipada.
– En general, los relatos están proyectados en espacios identificables, los personajes parecen desdoblarse en un tiempo suspendido, siendo frecuente la presencia-ausencia de un niño. ¿Alucinación? ¿Introspección? ¿Premonición?
– En el relato que da título a todo el volumen escribo: “Un hijo es todo lo que fuimos y todo lo que seremos, el alambre de nuestras acrobacias, el valor y la firmeza. Un hijo es la mejor invención de uno mismo”. Es así. Los hijos, los niños, le dan consistencia a la vida y al tiempo. Lo ocupan. Nunca dejan de ser aunque desaparezcan. Son los que nos sitúan en el mundo y nos hacen avanzar. Y en el contexto de estas historias le otorgan solidez y coherencia al misterio.
– ¿Qué explica qué: la realidad a la ficción o la ficción a la realidad?
– Este es el eje sobre el que gira el relato “La maleta de George Parrott”. En un momento de la narración se expone la siguiente casualidad: “Algunos nombres tienen el destino marcado. Son accidentes. Casualidades. Poe, sin ir más lejos, en 1837 publicó Las aventuras de Arthur Gordon Pym, donde los cuatro supervivientes de un hundimiento, tras permanecer varios días en un bote a la deriva, asesinaron y devoraron a un grumete llamado Richard Parker. Cuarenta y siete años después, la embarcación Mignonette naufragó, y los cuatro supervivientes que lograron resistir en una pequeña barca decidieron comerse también al marinero más joven. ¿Cómo se llamaba? Claro, Richard Parker”.
A veces, la literatura precede a la vida y otras veces es al contrario.
– ¿Cuál es tu relación con la física o con el mundo científico en general? ¿Te ha servido de fuente o de inspiración? ¿Y los lugares que aparecen?
– Mi formación es científica. Muchas de mis lecturas siguen siendo científicas. El asombro que me causan ciertos hallazgos en el terreno de la física o la matemática me sirven de inspiración. Y encontrar los espacios que comparten con la literatura supone para mí el mejor y mayor de los estímulos.
– El libro está organizado de acuerdo a dos partes compuestas por nueve relatos cada una de ellas. La segunda parte, “Lo que no somos”, cambia los referentes y, en algún caso como “La puerta entornada”, el estilo. Esta estructura bipartita, ¿está concebida en momentos diferentes o, por el contrario, desde el principio las pensaste como unidades integrantes del mismo volumen?
– Este libro es hijo del reposo. Los cuentos que se fueron añadiendo –muy lentamente– eran todos aquellos que tenían algo en común. Fundamentalmente la voz. Luego las diferentes formas, el estilo, en el que subyace también un cambio en el fondo narrativo, favoreció la estructura en dos partes. No estaba premeditado. Ni anticipado.
– La segunda parte contiene planteamientos originales como el que lleva por título “Los mares de Dirac”, un repaso por la biografía incompleta del Premio Nobel de física Paul Dirac.
– Probablemente es el cuento más complejo de todo el libro, más llamativo visualmente, aunque esta expresión formal existe en otras narraciones, entre las que me gustaría destacar Charlotte de David Foenkinos. La dificultad aquí es justificar esta forma: frases cortas y exactas como ecuaciones. Una biografía llena de lagunas y que esas lagunas sean (como el propio descubrimiento de Dirac) las que le dan consistencia a todo el relato. Ha sido todo un reto escribir un relato donde fondo y forma fueran exactamente lo mismo.
– En “La puerta entornada” un personaje habla al lector y sobre el autor. ¿Crees que la realidad es una pura ficción?
– Este es el relato que más tiene de juego, porque desubica al lector, lo coloca en un lugar extraño. De hecho el narrador también ocupa otro sitio. Y el propio cuento. Todo está fuera de lugar. Se produce un extrañamiento. Más que ser lo mismo, considero que entre la realidad y la ficción existen unos vasos comunicantes que hacen que se pueda pasar de un estado a otro. Y uno de estos vasos comunicantes es, sin lugar a dudas, el cuento.
– Las historias de la primera parte tienen en común desapariciones, el misterio del destino de personajes acuciados por un hecho puntual que les cambia la vida y que el autor solo expone, dejando al lector la incógnita, a veces subjetiva, de su interpretación. ¿Cómo debe ser el lector de La vida anticipada?
– Creo que el lector curioso es el que más podría disfrutar de estas historias.
– Para un poeta como tú, ¿qué desafíos plantea la narración frente al género poético?
– Sacudir el lirismo innecesario.
– ¿Qué género lees más?
– Leo por igual relato y poesía, más que novela. Aunque suelo poner el foco más en el autor que en el género.
– ¿Cuál es tu siguiente reto?
– Convertir uno de los relatos de La vida anticipada (Radiación) en una novela.
En La vida anticipada, Francisco J. Guerrero nos pone ante el dilema de entre una lectura lejos del sentido racional y una operación que pertenece más a los pensamientos y finalmente sentimientos. Estilo basado en períodos oracionales breves, intermitentes, telegráficos, yuxtaposiciones, con imágenes surrealistas, repleta de definiciones, a veces basadas en la metáfora.
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato