En algunos momentos acaricio la idea de quedarme pendiente del cielo ardiente que se viste de tonos rojos, naranjas y amarillos de los atardeceres o del cielo azul pulido y delicado del amanecer, sin otro interés que contemplar la naturaleza pura y la belleza de la creación. Es mi deseo, a estas horas, parar del ajetreado movimiento del día, o activar la circulación de la sangre estancada por el sueño.
Quisiera atrapar algo tan perfecto como es el equilibrio. Ese equilibrio, para seguir vivo y activo, mantener el control entre lo físico y lo mental y reconocer a ese hombre maduro que parece que el tiempo me ha convertido, un tiempo desconocido que me ha traído la jubilación. Escribo, una y otra vez, algo ajeno a mí, extraído de la propia vida de los compañeros y de su entorno. Un mundo de emociones que buscaron y encontraron en su retiro. Abro con mis palabras una pequeña rendija para contemplar como los personajes, ocupan su espacio vacío, recaptura su ilusión, fruto del deseo que aún conservan intacto. Hombres y mujeres, anónimos en sus campanas de cristal, en su segunda etapa de la vida mantienen la cabeza despierta, los ojos ocupados, las manos activas e inhalan suspiro de felicidad.
Una emoción poderosa y de admiración me manda escribir cada historia, como si la viviera en mi propia carne. En este universo tan variado, encontramos de todo, algunas inusuales, otras para manos o mentes privilegiadas y dotadas del don natural del talento, pero la mayoría realmente se presentan asequibles y fáciles de ejecutar.
Una palabra que queda lejos en el nuevo estilo de vida, el quietismo. La actividad nos obliga a desplazar la soledad, Construir, diseñar nuestra propia obra, sin buscar recompensas ni halagos, es nuestra propia satisfacción la que nos enriquece nuestro espíritu.
Esta semana son protagonista dos mujeres de orillas opuestas, una desde Asturias y otra desde Rio Cuarto, Argentina. Ellas, desde su jubilación han encontrado, otra forma de invertir su tiempo, cultivando un microcosmo artístico extraído de la inmensidad de lo natural.
La universidad no tiene frontera y en este caso, contemplamos la unión de dos formas artísticas, en una armonía de gran belleza plástica. No me canso de admirar, como han desarrollado en su etapa de jubilación esa capacidad creativa que raya en la perfección.
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Azucena Fernández Morán, 66 años, se define como asturiana de pura cepa. En la actualidad jubilada de médico de familia y estudiante del Programa Universitario de Mayores (PUMUO) de la Universidad de Oviedo en su sede de Mieres.
Un trabajo de médico en urgencias y centros de salud, con su doble cara, una dulce y agradecida del trabajo bien hecho y recompensados por los pacientes y familiares y otra dura por el stress que supone las situaciones de emergencias vitales.
A los 39 de ejercer su profesión se retiró a su hogar con su esposo e hijos. Un cambio radical se presentó en su vida del ajetreo hospitalario a la calma chicha. El viento se calmó y las olas se apaciguaron. Pero, ella, una mujer inquieta, supo buscar la alternativa en la transformación de las cosas. En aquellos objetos rutinarios, frágiles, imperfectos y sin suntuosidad por sí mismo, solo útil para la función que fue creado, realizó una metamorfosis en ellos, dotándole de una riqueza de colorido y dueños de una cierta belleza abierta a los ojos.
Azucena con sus propias palabras nos descubre su arte y como llegó a ello.
Me pareció bien crear cosas así que decidí empezar con trabajos manuales, mi profesora Pilar [mi gratitud para ella] me sugirió pintar.
¿Pero si no tengo ni idea, y dibujo muy mal? le dije.
Me respondió: No te preocupes yo te enseño.
En esta etapa de incertidumbre que se origina al cese de la vida laboral, nos golpea de cara el vacío de las horas y de los días. Ella, encontró a la persona adecuado en el momento preciso.
Con mi primer cuadro disfruté muchísimo me parecía imposible que pudiera salir de mis manos aquel árbol que tenía corteza y todo, el mar, el cielo…
Lo inesperado brota como un pez o un chorro de agua. Pero la naturalidad la llevamos dentro hay que dejarla fluir y el magnetismo de la creatividad surge antes nuestra propia sorpresa.
Luego había que pensar en otros lienzos, los cuadros eran muy grandes tardaba mucho, empecé a pintar camisetas, tazas, cajas….
Una amiga un día me dijo que había visto un paraguas decorado, que le había gustado mucho y seguro que yo podía pintarlo y así fue con la ayuda de mi profe UE consigue que mis sueños se hagan realidad.
Azucena, buscó y al final encontró el camino que debería seguir. Ella, aspiraba a reconducir su energía compositiva sobre los paraguas, un instrumento muy empleado en Asturias y en un expresivo mensaje de Whassaps me escribe le siguiente texto:
Así empecé hace unos siete años para personas de mi vida, personalizados, según gustos, acontecimientos, algo simbólico así surgió uno de los últimos, árboles y arbustos para nuestra profesora de María Castaño por su intervención quirúrgica de urgencia. Como no podía ser menos en el paraguas un Castaño, en el tronco grabado anagrama de PUMUO Mieres y en las hojas caídas los nombres de sus alumnos, así lo descubrió Solé, nuestra querida compañera y lo llevó hasta ti.
Su arte se disfruta con un paseo bajo la lluvia y sobre todo en invierno. Todo comenzó con un simple pasatiempos y pasó un paraguas a convertirse en un lenguaje plástico, libre y desenfadado personalizado con todo su cariño a las personas de su entorno.
Para mi pintar paraguas es una forma de agradecer a las personas que están ahí, en vida, que las siento y procurar hacer un poco más bonito objetos útiles que en Asturias utilizamos bastante por cierto pero que vosotros también podéis utilizar como sombrillas.
Experimento, Paz y Gratitud según vas viendo lo que hacen las pinceladas, la mezcla de colores es indescriptible.
Trabajar con las manos, dar belleza a las cosas es una gran satisfacción y lo recomendaría a todo el mundo.
Azucena, para finalizar, una anotación rápida. Admiro tu arte y creatividad.
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Matilde Maffrand. 76 años, alumna de la Universidad de Rio Cuarto, Córdoba, Argentina. Jubilada de maestra de Escuela Primaria.
Es inútil quedarse en casa, inútil levantar muros al conocimiento. El Arte está en todas en parte sin estar en ninguna, atravesando fronteras, mares, montañas … para universalizarse en un patrimonio de la humanidad.
Poco a poco se afianza una sólida relación de amistad entre universitarios mayores españoles y argentinos, compartimos considerables lazos de unión y un mismo lenguaje que facilita la comunicación. Dos países en polos diferentes del Globo, pero que se atraen
Matilde consagra su tiempo libre en desarrollar su talento sutil y personal, expresando su amor por el arte en la escritura y pintura. Ella, se une como una compañera más de la universidad a darnos su testimonio en palabras, he querido respetar la riqueza lingüística en matices del argentino.
Mi querida Universidad siempre me ha dado opciones. Desde los talleres Culturales de Dibujo y Pintura para todas las edades, hasta los muy bien reconocidos de Escultura e Historia del Arte y los Talleres del Programa Educativo de Adultos Mayores, PEAM.
Los trabajos que he desarrollado en mis benditos años han sido múltiples. Desde Maestra de Escuela primaria hasta los más variados, acompañando a los emprendimientos familiares. Gestora de transferencias, cocinera de una familia de 6 personas y en mi vivero forestal vi crecer miles de plantines de (Pino) Pinus Elliottiis, sembrados semilla por semilla; de ese plantel logré una forestación de 60 hectáreas, siempre acompañada por mi esposo y mis hijos.
Atesoro mi admiración por los pintores vanguardistas que se atrevieron a romper con las estructuras, que salieron a pintar por los campos de trigo, por los campos de girasoles amarillos como el sol, a poner ocres, violetas y rojos, a instalar en sus soportes los colores primarios y los colores complementarios. Amo los colores desde que yo recuerdo. A partir de ellos me siento en condiciones de cambiar el mundo, y han logrado despertar en mí una llama creativa que brilla intensamente. En ese instante tomo mis pinceles y mis óleos y soy capaz de expresarme con todo mi ser.
El rojo que me recuerda a las manzanas de Paul Cézanne. El amarillo a los trigales de Vincent van Gogh, los multicolores a Vasili Kandinski.
Que el azul te lleve al espacio infinito
Que el rojo llene tus mañanas de olores a fresas
Que el naranja tiña tus tardes de ocasos ocultos
Que los ocres, verdes, lilas y violetas sean el espejo de un nuevo amanecer
Me pregunto: ¿Cuál es mi pasión? Soy apasionada de la vida
Gracias Matilde por tu grandeza de espíritu y tu pasión por la vida que nos ha hecho llevar desde la querida tierra Argentina.
Continuaremos con otras historias, con otras vivencias donde expresar la fecundidad de los mayores en su día a día, en este tiempo de pandemia y de jubilación.
VER TAMBIÉN:
- «Las pasiones de los universitarios mayores» (Parte I )
- «Las pasiones de los universitarios mayores» (Parte II)
Leer más artículos de
Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Comentarios
4 respuestas a «Rafael Reche: «Las pasiones de los universitarios mayores» (Parte III)»
Que vien lo escribes Rafa la verdad es que hacer algo cuando estás jubilado lo haces con esa tranquilidad que lo sale es muy emocionante y te llena un abrazo
Gracias Antonio, el problema para muchos inquietos cuando nos jubilamos es que nos falta tiempo y tu eres uno de ellos. Un abrazo
Rafael nos da magníficas ideas a través de los últimos artículos y personajes, de aquellas actividades que los jubilados podemos ejercer para mejorar nuestra estima y dedicación a los demás. Gracias como siempre por estar ahí dándonos animos.
Gracias amigo Diego, siempre cortes ,gracias por tus amables palabras , sigamos disfrutando de tiempo del cual somos dueño y señores. Un abrazo