Después de asistir a decenas de presentaciones de libros e inauguraciones de exposiciones de pintura he llegado a la conclusión de que, aparte del fin último de dar a conocer una novedad literaria de un autor o la producción pictórica de un período más o menos largo de un artista, lo mejor de todo son los efectos colaterales.
Raro es, -pese a que las circunstancias actuales están reduciendo al mínimo este tipo de celebraciones-, que los escritores y artistas plásticos no se reencuentren con amigos de la infancia, vecinos, compañeros de estudios o de trabajo que por circunstancias de la vida llevan sin verse años, a veces décadas, y que la aparición en redes y medios de comunicación con motivo de dar a conocer la novedad haya propiciado el reencuentro. Por citar algunos recientes, así lo hemos podido constatar con el escritor José Luis Aguilera y su compañero de juegos infantiles y de la adolescencia en su Zaidín natal, Paco Olvera y Miguel Pereira. «No podría particularizar por la ingente cantidad de nombres y situaciones que tendríamos que manifestar, la comunión novela-medios de comunicación-facebook (redes sociales) me ha llevado a reencontrarme y recuperar para mi vida a muchos y apreciados amigos de infancia, así como de juventud y madurez. Cada etapa tuvo su tiempo y sus propias circunstancias personales. Del mismo modo, esa simbiosis me ha llevado a conocer personas que han llegado a mi vida para instalarse en ella. Cuando crees estar de vuelta de casi todo, resulta que aún queda mucho por descubrir, conocer y aprender. Un continuo aprendizaje esto que llamamos ‘vida’», explica José Luis.
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Siren
También con el artista plástico José Manuel Rivera, Siren, quien hasta el 31 de marzo expone en el Centro Artístico una variada muestra de sus últimas creaciones, está viviendo momentos parecidos. La ha titulado ‘Reencuentro’ porque pretende ser un reencuentro consigo mismo, lo que no se esperaba es que se haya convertido en un ir y venir de amigos, familiares y conocidos, algunos de bastante tiempo atrás, aunque por ahora solo haya podido ser contacto telefónico como es el caso de su compañero de estudios, Juan Rodríguez Titos.
Así lo pudimos comprobar en la tarde del sábado en que entre otros recibió a su entrañable amigo Miguel Botella, que junto con otros conocidos no quisieron perderse la oportunidad de contemplar -en vivo y en directo, que es como se ven bien las exposiciones- esta especie de muestra antológica. Otra sorpresa ha sido el conocer a Diana Prados, familiar de su admirado maestro, Nicolás Prados.
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