Según informa Alfonso Torices en IDEAL del jueves 25 de marzo, el ministerio de Educación prepara para septiembre el decreto que revolucionará los currículos escolares. La enseñanza dejará de ser enciclopédica y memorística para centrarse en aprender contenidos esenciales aplicados a la vida diaria.
Para ello el ministerio se ha fijado en los modelos educativos de mayor éxito internacional, aquellos que incorporan los avances pedagógicos más innovadores. Me parece muy bien. Sin embargo, lo que yo me pregunto es si el sistema educativo español está en condiciones de aplicar esos modelos. Y mi respuesta es negativa. Seguidamente expongo mis razones:
En primer lugar, las leyes educativas deben consensuarse. En caso contrario no pueden ser ni durables ni estables. Y así es imposible que cualquier cambio fructifique. El nuevo currículo comenzaría a aplicarse el curso 2022-2023. Las elecciones generales tocan en noviembre de 2023, y ello si el gobierno de coalición PSOE-PODEMOS agota la legislatura. Si hubiera un cambio de gobierno, es posible que el nuevo derogue la ley. Este currículo sólo estaría en vigor como máximo dos cursos. Absurdo. Son las consecuencias de aplicar leyes no pactadas. ¡Cuánta razón teníamos los profesores al pedir, desde hace mucho tiempo, un pacto educativo!
En segundo, Los cambios en Educación no pueden improvisarse, han de prepararse concienzudamente y con mucha antelación. Está en juego el futuro de generaciones enteras de alumnos. Los países en los que se ha mirado España para elaborar este currículo han experimentado previamente pruebas piloto en muchos centros y han formado escrupulosamente al profesorado para implementarlas.
Finalmente, en tercero, para poder aplicar un cambio de esta envergadura, se ha de eliminar la burocratización de la Educación. Los profesores son educadores, no gestores. Y no basta con aumentar su número y disminuir la ratio, sino que ha de realizarse una reforma importante en su sistema de selección, formación y evaluación. Hacen falta maestros muy preparados, reconocidos socialmente y respetados.
Juzguen Uds., amigos lectores, si el sistema educativo español cumple o no las condiciones para afrontar este reto.
JOSÉ VAQUERO SÁNCHEZ,
docente jubilado