Un 14 de abril de hace noventa años, se proclamó la IIª República en nuestro país. Su llegada fue celebrada de manera multitudinaria y jubilosa por las clases populares, las burguesías progresistas e incluso por algunos sectores conservadores que estaban hastiados del despotismo de la monarquía. De ella se esperaba que diera respuestas urgentes a los importantes problemas económicos, sociales y culturales que hacían del nuestro, un país muy atrasado y con grandes desigualdades sociales. La Educación fue uno de los temas a los que la República dio prioridad, sabedora de la importancia que debía tener en las transformaciones futuras.
Este artículo no pretende por su limitada extensión, realizar un análisis de todas las iniciativas educativas que la IIª República llevó a cabo. Solo me centraré en los cambios que afectaron a los maestros y maestras, a los que el nuevo régimen quiso poner en el centro de todas las transformaciones y que se les ha dado en llamar las “luces de la República“.
Los antecedentes
Ningún acontecimiento histórico puede ser analizado con rigor, si no tomamos en consideración los antecedentes previos a su culminación.
Durante el sexenio revolucionario (1868-1874) y la instauración de la Iª República, se plantearon cambios educativos para que la educación llegara a más capas de la población, con unas enseñanzas más técnicas, científicas y con menos influencia de la religión. La brevedad de aquella primera experiencia republicana, dio al traste con esos modestos intentos de cambio.
La pretensión de la Restauración borbónica era la de volver a la situación anterior, pero las cosas ya no podían ser de la misma manera. Aprovechando los resquicios de libertad que el restaurado régimen monárquico tenía que tolerar y las nuevas corrientes pedagógicas que venían de Alemania y Francia, posibilitaron que naciera la Institución Libre de Enseñanza (1876) que sería más adelante, el sustento filosófico y pedagógico más importante de los futuros cambios republicanos.
En 1900 se crea el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, en un contexto de atraso secular de la educación en comparación con la mayoría de los países europeos. A comienzos del siglo XX, casi dos terceras partes de la población española eran analfabetas y el número y calidad de las plazas escolares, eran insuficientes para dar respuesta al crecimiento vegetativo de la población. La formación de los maestros y maestras era muy deficiente.
Con objeto de regularizar y mejorar la formación de los enseñantes, se elabora en 1914 un Plan de formación que constaría de cuatro años y una reválida. Se entraba con quince años de edad sin ningún requisito previo, salvo el haber cursado los estudios primarios. Aunque sus objetivos eran muy modestos, el plan mejoró algunas de las materias de estudio, unificó los títulos elementales y superior de magisterio, al mismo tiempo que generó un nuevo ambiente de reforma, consiguió darles a las Escuelas Normales una imagen de una cierta renovación y mejora. A pesar de todo ello, el nivel profesional de los docentes, su retribución salarial y consideración social, estaban muy lejos de ser las justas y deseables. Recuérdese la archiconocida frase de “ pasa más hambre que un maestro de escuela “.
Tres personalidades claves
Desde los inicios del gobierno provisional y hasta el momento de aprobarse la Constitución el 9 de diciembre de 1931, estuvo al frente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, el periodista y maestro Marcelino Domingo. Fueron solamente ocho meses en el cargo, pero sin demora alguna, comenzó a definir las bases del ideario educativo republicano, escuela unificada, libertad de cátedra docente, escuela primaria obligatoria y gratuita, una enseñanza mixta, laica e inspirada en todas las innovaciones pedagógicas de la I.L.E.
Junto al ministro hemos de destacar la figura de Rodolfo Llopis, Director General de Primera Enseñanza que sería quien en la práctica llevaría a cabo, el importante programa de construcciones escolares, así como el desarrollo de todas las propuestas legislativas. Era una persona resolutiva y que conocía muy bien la problemática de la formación de los enseñantes, al haber sido maestro y profesor en la Escuela Normal de Madrid. Al continuar en el ministerio junto al nuevo ministro Fernando de los Ríos, fue el puente de unión y continuidad de las primeras reformas hasta el triunfo de las derechas en 1933.
Estas tres personalidades tenían muy claro que las reformas educativas solo tendrían éxito, si conseguían que los maestros y maestras las hicieran suyas. Eran conscientes que para conseguir ese objetivo tenían que dignificar la profesión, mejorando su formación, retribuciones y consideración social.
Cuatro importantes leyes del bienio progresista
El 29 de septiembre de 1931 se aprobó el decreto de reforma de las Escuelas Normales, que incluía el conocido como Plan Profesional. Este plan unificó las 91 escuelas normales separadas por sexos que había en 54 escuelas mixtas. Se exigía el título de Bachillerato, previa superación de una prueba de ingreso. Los estudios duraban tres cursos y a su término había que superar una prueba de revalida. A las asignaturas se les asignó un carácter mucho más didáctico. Durante esos tres cursos se realizaban prácticas en las escuelas Anejas que estaban adscritas a las Normales. Al terminar los tres cursos, había un curso de prácticas remunerado con 3.000 pesetas, supervisado por la Inspección de Primaria y la Escuela Normal. Si se superaba positivamente toda la carrera, se entraba en el cuerpo de Magisterio sin hacer las oposiciones con el sueldo de 4.000 pesetas.
El consenso sobre la calidad del plan Profesional fue tal, que aún en tiempos de la dictadura franquista, los tecnócratas del régimen pusieron en marcha un nuevo plan de formación del magisterio que rescataba en buena medida sus líneas maestras. Se trató del plan de 1967 que tuve ocasión de cursar en su última promoción y la fortuna de acceder al Magisterio por acceso directo sin tener que superar unas oposiciones.
Junto al decreto de reforma de las Escuelas Normales, se llevó a cabo una importante reforma de la Inspección de Primera Enseñanza que debía ser quien asesorara y supervisara la implementación de las reformas. Se quería una inspección muy formada y apegada a las prácticas docentes de los centros, hasta el punto de promover la figura del inspector-maestro de entre los docentes de reconocida trayectoria pedagógica en sus zonas. Recordamos aquí la figura del inspector-maestro Joaquín Muñoz de la escuela de Restábal ( Granada) al que dediqué un artículo en este periódico.
Ver artículo: Joaquín Muñoz Ruiz: Un inspector-maestro en la IIª República
Otras propuestas legislativas de gran interés fueron la creación de los Consejos Escolares que posibilitaban la participación de todos los sectores de la comunidad educativa en todos los niveles territoriales y la creación del Patronato de las Misiones Pedagógicas para llevar la cultura a los lugares más abandonados del país.
El freno a las reformas, la guerra y la represión
En noviembre de 1933 la coalición de las derechas ganan las elecciones, frente a unas izquierdas desunidas. A partir de ese momento la implantación y desarrollo de las reformas educativas se van a ralentizar e incluso cambiarán su sentido, tal y como sucedería con el resto de reformas en otras cuestiones. Por poner algunos ejemplos, nada más llegar al gobierno, promovieron un debate parlamentario para suprimir la coeducación en las aulas y volver al plan de estudios de 1914. A diferencia de la clara apuesta de la República por dignificar a los maestros y maestras, el nuevo gobierno conservador, querían unos docentes poco formados y valorados
En febrero de 1936 los partidos de izquierdas reunidos en el Frente Popular vuelven a ganar las elecciones y de inmediato se ponen a la tarea de retomar todas las reformas paralizadas por el anterior gobierno de las derechas. Sin embargo casi no daría tiempo a nada, ya que como es sabido, ese mismo verano parte del ejército se sublevó, dando un golpe de estado y provocando la guerra civil.
Durante los tres años que duró la contienda, el gobierno republicano en las zonas bajo su control, intentó continuar con las reformas emprendidas, a pesar de las enormes dificultades de la guerra.
Con el triunfo de las fuerzas sublevadas, pronto empezaría una fuerte represión contra las maestras y maestros que habían defendido los principios republicanos. La hermosa película “ La lengua de las mariposas “, muestra con enorme tristeza, el odio desatado en aquellos momentos.
Antoni Benaiges, una luz fusilada
Tal como hemos apuntado, los principios filosóficos y pedagógicos más importantes en los que se apoyó la IIª República para sus reformas educativas, fueron los de la Institución Libre de Enseñanza. Sin embargo había en esos momentos otras corrientes pedagógicas, sobre todo en Cataluña, que teniendo un acervo común de principios y objetivos, estaban influidas por el racionalismo, ideas anarquistas o comunistas. Ejemplos de esas corrientes fueron la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia y de Celestin Freinet.
Antoni Benaiges había nacido en un pueblo de Tarragona y aunque procedía de una familia rural, recibió de una parte de su familia que eran enseñantes, influencias de las innovaciones educativas de la I.L.E, pero también de las ideas de Celestin Freinet, que en esos primeros años treinta se estaban extendiendo en ciertas zonas de Cataluña y Aragón. En ese tiempo conoció y colaboró con los maestros freinetianos José de Tapia, Patricio Redondo y el inspector Herminio Almendros, con los que se formó en el manejo de la imprenta y la correspondencia escolar.
Aprobadas las oposiciones en 1934 es destinado a Bañuelos de Bureba ( Burgos ), un pequeño pueblo de unos 200 habitantes, casi aislado, sin luz eléctrica ni agua corriente. Pronto se implicaría en esa pequeña escuelita, hasta el punto de comprar con su dinero una imprenta de tipos y una gramola. Poco a poco aquellos niños y niñas empezaron a escribir textos y poesías libres que eran imprimidos en unas revistas llamadas “ Gestos “ y “ Recreo “, donde contaban la vida del pueblo, sus juegos, sus sueños, las tareas de clase,… Esos trabajos escolares se enviaban a sus corresponsales y el propio maestro los vendía entre sus amistades o en los congresos de la Cooperativa Escolar, como el celebrado en julio de 1935 en Huesca al que asistió.
Un día pasó por el pueblo un fotógrafo y el maestro accedió a que la clase se hiciera una foto. Todos los niños y niñas posaron junto a su maestro con sus mejores ropas. En los días siguientes la clase escribió textos libres sobre ese mágico momento que serían imprimidos en la imprenta de la clase en un librito que titularon “ El retratista” acompañándolo con la foto de aquel hermoso instante.
En enero de 1936 animó a sus alumnos y alumnas que nunca habían visto el mar, que escribieran textos de como lo imaginaban y les prometió que los llevaría a verlo a su casa familiar en Cataluña. Ese cuadernillo lo llamaron “ El mar : Visión de unos niños que no lo han visto nunca “. Marchó a su tierra de vacaciones y a preparar el viaje. Los días previos a la sublevación militar había muchas incertidumbres y en su entorno familiar le aconsejaron que no volviera al pueblo. Pero volvió.
El 19 de julio de 1936 es detenido por un grupo de falangistas en Briviesca, localidad cercana a Baños de Bureba en la que pasaba muchos fines de semana y en la que estaba muy integrado en su vida cultural y política. Tras su detención fue fusilado junto a otros republicanos y enterrado en una fosa común, donde aún hoy se buscan sus restos. A pesar de aquella barbarie, su luz y su legado no pudieron apagarla. Su escuela ha sido restaurada para dar cobijo a su legado vital y pedagógico.
Para terminar recomiendo la lectura del libro “ El mar será … “ Editorial Gregal (2018) de mi compañero del M.C.E.P Sebastian Gertrúdix y del fotógrafo y documentalista Sergi Bernal.
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licenciado en Historia, ha sido maestro e Inspector de Educación.
Escribe artículos, realiza vídeos y es autor de libros sobre temas de Educación,
entre los que destacaría “La Investigación del Medio en la Escuela”.