En los primeros días de febrero se reunían los integrantes del jurado del premio de Relato Corto de la Asociación ALUMA, formado por Concepción Argente del Castillo, como presidenta; María Isabel Montoya, como vocal; y Miguel González Dengra, como secretario.
Tras la lectura de los textos presentados y las lógicas deliberaciones este jurado acordó por unanimidad otorgar el primer premio al relato titulado Mi amigo Curro, presentado bajo el seudónimo Celeste, siendo la autora, María Santos, en tanto que el segundo premio recayó en el titulado Un encuentro casual, presentado bajo el seudónimo Íbero, empleado por Rafael Reche Silva, nuestro dinámico colaborador de los jueves.
Así mismo, se acordó conceder un accésit al relato titulado Mamá, odio mi vida, presentado bajo el seudónimo Chiari, (Salud Andrés Aparicio).
Reproducimos a continuación el galardonado con el primer premio:
MI AMIGO CURRO
Esto que os voy a contar tiene un poquito de realidad, un mucho de hechizo y una buena porción de ingenio. Esta es la historia de Curro. Curro es un caracol grandote y muy elegante que vive en mi jardín. Lo encontré una mañana primaveral, bastante calurosa, cuando salí temprano a regar las plantas. Estaba desayunando hierbabuena de la que había plantada abundantemente en uno de los arriates del patio.
–¡Buenos días caracol! – le dije con mi energía matutina. El caracol subió un poquito sus cuernos y continuó comiendo tranquilamente. Yo seguí con mis quehaceres y me olvidé de él.
Al poco rato, volví a salir y el caracol no estaba en la hierbabuena. Me pudo la curiosidad y lo busqué entre las plantas que había alrededor. Lo encontré cerca de un macizo de margaritas blancas.
–¡Hola caracol!- volví a decirle. Te has desplazado un buen tramo desde esta mañana.
–Sí- me contestó el caracol. He venido a pedirle permiso a mis amigas calas, para que me dejen venir esta tarde con toda mi familia a reposar bajo sus grandes hojas, así podremos resguardarnos un poco de esta calor tan repentina que nos ha llegado.
– ¿Verdad, señoras calas?
– Verdad, señor caracol -respondieron las calas muy educadas.
Yo quedé boquiabierta. ¿Era verdad lo que estaba oyendo?
Le pregunté con incredulidad:-¿Es verdad que habláis, o estoy soñando?
– ¿Por qué te asombras? -contestaron.
– Claro que hablamos, todos los seres de la creación lo hacemos y nos relacionamos unos con otros con toda normalidad y en perfecta armonía. Además, oímos todo lo que decís los humanos y os entendemos perfectamente. Casi siempre estáis discutiendo por cosas banales y os perdéis todas las cosas bellas que os ofrece la naturaleza. El azul del cielo, el movimiento de las nubes, el canto de los pájaros, el balanceo de las hoja de los árboles cuando las agita el viento … todas esas maravillas las tenéis a vuestro alrededor y no reparáis en ello. Solo sabéis hablar a voces y no escuchar a nadie, todos queréis ser los únicos que lleváis la razón.
– Y, ¿por qué nosotros no os oímos hablar? – le pregunté.
– Porque vosotros solo oís con vuestros oídos y a nosotros se nos oye cuando se tiene abierto además el corazón.
–Nos encanta -dijeron las flores- cuando te escuchamos saludarnos cada mañana y dar gracias por el nuevo día que comienza.
– Nos das alegría y vitalidad cuando nos riegas y nos abonas -dijeron las margaritas- cuando nos pones guapas quitándonos las hojas secas y cualquier hierba incómoda que se ha instalado en nuestro tiesto. Vemos que te sientes orgullosa de lo bonitas que estamos y nos ponemos muy contentas.
Los geranios, los claveles, las rosas y todas las demás flores se unieron a la gratitud de las margaritas. El caracol tomó la palabra y dijo:
– Nosotros también te estamos agradecidos por dejarnos comer hierba fresca del jardín y por no echar herbicidas ni otros venenos que tanto nos perjudican, pues están acabando con todos los seres vivos del campo. Por todo eso que haces por nosotros, hemos decidido, las plantas y los animalitos que estamos en tu huerto, hablar contigo y ser tus amigos.
–Muchas gracias- dije al caracol aún sorprendida.
– Oye- dije al caracol- se me ha ocurrido una idea. ¿Quieres que te llame Curro? Me parece un bonito nombre para ti.
– A mí también me gusta -contestó el caracol sonriente. Aunque no os lo creáis, los caracoles también sonríen.
– Esta tarde cuando venga con mi familia, si quieres, vienes y te la presento.
– Curro, me parece una idea genial.
Por la tarde conocí a la familia de mi nuevo amigo. Cuando Curro me vio acercarme a las hojas verdes que le cobijaban, salió a mi encuentro seguido por tres caracoles que se deslizaban detrás de él y dos más subidos en su concha.
– Has venido- dijo contento.
– Claro, estaba deseosa de conocer a tu familia.
– Mira- dijo acercándose a un caracol de color casi blanco- esta es mi señora, se llama Lilia, mis hijos mayores Bambo y Nácar, y los pequeños Zufi y Ran.
– Encantada de conoceros a todos -dije dirigiéndole una gran sonrisa-. Aquí podéis pasar todo el tiempo que queráis, nadie os va a molestar. A toda mi familia y a mí nos encantan los animales.
–Muchas gracias -dijo Curro muy contento-. Nos quedaremos por aquí durante el letargo del verano y saldremos cuando no haga mucho calor para poder abastecernos de comida. En octubre entramos en un periodo de hibernación hasta abril y en los meses cálidos nos reproducimos.
– Perfecto Curro. Mientras llega ese tiempo podíamos reunirnos todos aquí en el patio y hablar de muchas cosas que desconocemos unos de otros. También podríamos hacer una fiesta.
Dije a las flores:
– Quedáis todas invitadas. Podéis decírselo a todas vuestras amigas y amigos-. Al oírlo, todas las flores se pusieron contentísimas. Dijeron que era una idea estupenda y que, por supuesto, acudirían a la fiesta.
En el patio hay un hermoso níspero y en sus frondosas ramas hacen sus bonitos nidos unas cuantas variedades de pájaros, tales como: gorriones, colorines y algún que otro ruiseñor el cual nos deleita con su canto hasta bien entrada la noche sorprendiéndonos en el silencio de la oscuridad.
Me dirigí hacia el níspero y dije en voz alta:
– Sé que me estáis oyendo. ¿Cuántos de vosotros habéis hecho vuestro nido este año en estas exuberantes ramas?- Esperé unos minutos y de pronto voló un pequeño colorín y se posó encima de la mesa que hay en el patio.
Me dijo: –Nosotros somos tres familias, luego, tenemos tres nidos. Venimos todos los años pues aquí estamos seguros. Cantamos con fuerza porque sabemos que te gusta oírnos, vemos como tus ojos miran a través de las ramas buscando de donde salen los trinos, más las hojas del árbol están tan frondosas que creemos que no nos puedes ver.
– No os veo, pero os agradezco de corazón que cantéis para mí, preciosos colorines.
Al momento, dos gorriones estaban encima de la mesa y antes de que comenzaran a hablar, un ruiseñor bellísimo se unió a la reunión. Con una voz muy aflautada nos contó que él venía cada dos años pues tenía miedo de que lo localizaran y lo metieran en una jaula. Son pájaros libres, esto sería su muerte y dejaría a su familia con un futuro muy incierto. También dijo que algunos de sus compañeros anidaban en los demás árboles del huerto. Les dije que no tuvieran ningún temor, que aquí estaban seguros.
Los gorriones que estaban esperando muy pacientes, dijeron que ellos eran más
abundantes y por eso necesitaban más árboles para hacer sus nidos. En el níspero vivían quince familias. Los gorriones nos dijeron que estaban muy tristes porque su especie estaba desapareciendo debido a que las hierbas y las aguas del campo estaban cada vez más contaminadas.
Para alegrarlos un poco les anuncié:
– Todos los pájaros quedáis invitados a la fiesta que daremos antes de que os vayáis a tierras más cálidas.
Me dieron las gracias por la invitación y, especialmente, por acordarme cada día de echarle migas de pan en el suelo que ellos recogían para llevárselas a sus pequeñines.
Todos los pajarillos confirmaron su asistencia y quedaron en ponerse de acuerdo con las flores y con Curro, que iba a ser el que diría la fecha y lo organizaría todo. Curro estaba contentísimo y aseguró que iba a ser una gran fiesta. Nos despedimos todos hasta el día siguiente que ya nos veríamos por el patio y por el huerto.
A la mañana siguiente, cuando salí a regar las plantas, Curro me estaba esperando para hablar conmigo.
– Curro, hoy has madrugado más que yo, ¿necesitas algo?
–No, he venido a que me contestes, si puedes, a una pregunta que a lo largo de toda mi vida me ha inquietado. ¿Por qué los caracoles somos tan lentos?
–Curro, menuda pregunta me haces por la mañana. En primer lugar, creo que sois tan lentos porque lleváis la casa encima y quizás porque si fueseis más deprisa os pasaría como a nosotros, os perderíais las cosas verdaderamente importantes de la vida. Así que, no te preocupes por tu lentitud porque vas a buen ritmo.
No sé si Curro se quedó satisfecho con mi respuesta.
Los días siguieron pasando normalmente sin ninguna incidencia reseñable hasta que llegó el mes de mayo.
El primer día de mayo que salí a regar el jardín, noté un revuelo bastante insólito a esas horas de la mañana, cosa que ningún día había escuchado.
– Buenos días -saludé a las flores, como cada mañana-. ¿Qué os pasa hoy que estáis tan nerviosas?
–¡Estamos en mayo! -contestaron todas a la vez– Mayo es nuestro mes, el mes de las flores. Hemos pensado que es el mejor mes para celebrar la fiesta. ¿A ti te parece bien señor caracol?
– A mi me parece genial. Se declara fiesta el día quince de mayo a las ocho de la tarde dijo Curro contagiado de la alegría de las flores-. Debemos poner toda nuestra energía para que quede todo estupendo.
¡Y llegó el gran día! Regué las plantas por la tarde, para que estuvieran fresquitas. Puse trozos de manzanas, peras y demás frutas por todo el filo de la piscina, hice unos caminos con hierba recién cortada y puse entre ella muchos trocitos de pan y nueces para que hubiera comida para todos.
Nunca había visto mi patio más precioso. Los rosales blancos, rojos, amarillos y de todos los colores, habían dado instrucciones a las rosas para que lucieran más espléndidas que nunca y la rosas lo consiguieron. Los claveles con sus tallos erguidos, junto con las azucenas impecables, desprendían un perfume único. Las calas blancas y elegantes daban su toque de distinción, los bonitos y agradecidos geranios, de veinte colores y variedades diferentes, repartían alegría por doquier. Las celindas, el jazmín, las petunias, los pensamientos, los tulipanes, las adelfas, todas daban un bellísimo toque de color incomparable
Los pájaros fueron llegando muy ordenados. Los gorriones los primeros. Venían muy guapos, recién bañados y se colocaron en los escalones que subían a la terraza. Seguidamente se presentaron los colorines con todos los amigos a los que habían invitado. Daba gusto verlos con sus trajes de bonitos colores. Ellos se posaron sobre las ramas del pacífico que estaba plantado en una de las esquinas del arriate. Cuando llegaron los ruiseñores, muy majestuosos, los rosales los llamaron:
-¡Venid! Poneos al lado de las rosas y disfrutad de su perfume-. Los ruiseñores hicieron caso de su llamada y se posicionaron convenientemente. Los últimos en llegar fueron los caracoles. Curro venía hecho un dandi. Con su fuerte personalidad daba seguridad a su esposa, a sus hijos y al resto de amigos que le seguían muy ufanos. Había dado lustre a su concha para mostrarla bien brillante. Estaban todos exultantes de felicidad.
Todos comieron, bebieron, cantaron y nos divertimos muchísimo. Los ruiseñores nos deleitaron con un gran concierto que nos encantó. La fiesta se prolongó hasta bien entrada la noche. Cuando el cansancio se fue notando, poco a poco se fueron despidiendo prometiendo venir el año siguiente. Curro se me acercó y me dijo:
-Si tuviera brazos te abrazaría con fuerza-. Yo muy emocionada le di un beso en su concha y le dije – Curro, siempre serás mi mejor amigo-.
María Santos Rodríguez
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Comentarios
3 respuestas a «María Santos, primer premio del VII Concurso de Relatos Cortos, convocado por ALUMA»
Muy bonito y verdadero las plantas como animales también son seres vivos y solo ahí que estar con ellas y entonces se entiende y te das cuenta lo necesario que son buen relato
Enhorabuena amiga y compa María Santos por ese merecido premio, me encanta tu relato, con esa frescura del cuento que siempre gusta porque llevamos a nuestra espalda como el caracol el alma infantil. Sigue escribiendo historias y ábrenos ese mundo tan mágico, hechos con las palabras y la fantasía. Mis felicitaciones. Un abrazo.
Gracias por tu relato amiga María, sigue alegrándonos la vida con tus escritos. Te animo a participar en el próximo Concurso de Relatos Cortos de ALUMA.
¡Enhorabuena! y gracias por hacernos la vida más amena.