Las cosas se quedan, se van quedando, grabadas como una proyección anclada en el tiempo, alojada en los silenciosos álbumes fotográficos, en el oscuro disco duro separadas en carpetas virtuales.
Nos desplazamos en el tiempo, nacemos, maduramos y envejecemos, pero las fotos permanecen inmóviles calladas en su sitio, para hablarnos siempre desde adentro, de nuestra multiforme, cambiante y dinámica existencia.
Los años nos devoran, la memoria se relaja, se vuelve olvidadiza, pero las fotos se quedan congeladas en el instante, las imágenes llevan al lenguaje sin palabras, un cordón umbilical que nos ata al vientre de nuestro pasado. A veces una tarde cualquiera, un día sin nombre, cae una foto en nuestra mano y se posa lentamente el recuerdo, contemplas y meditas sobre el pasado que no volverá.
En la vida siempre hay trozos y partículas que dejamos en lugares que visitamos y compartimos con otras personas. Florecen los retratos (como nos gustaba llamar a las fotos) saltan el tiempo y son invulnerables, es nuestra propia herencia, que desnuda como realmente fuimos. ¡Cuánta nostalgia acumulada! cuando abres el viejo álbum en blanco y negro, con que cuidado y esmero se ordenaban las fotografías, protegidas por el plástico adherente, entonces miras y sobrevuelas aquel reino de ilusión de tu infancia, juventud, madurez.
¿Quién no tiene una foto en un caballo de cartón? Que fantasía, con mis ojos inocentes, sombrero y dos pistolas de plástico encima del inmóvil caballo, me transformaba en un cowboy de película.
¡Y aquella foto en el colegio, con fondo el mapa de España, una pluma en la mano y al lado un globo terráqueo! Los artistas de estos milagros, aquellos extraños personajes, que embutía su cabeza en un trapo negro sobre una caja de madera, fotógrafos ambulantes de pueblos, ferias, plazas y alamedas.
Nada más ilusionante que nuestra primera cámara, sencilla sin complejo, desprovista de tecnología, con los pequeños ahorros adquiríamos los carretes de 24 o 36 fotos. Debíamos tener la cabeza muy fría para ajustar el número de fotografías, habilidad para no errar (evitar que salgan desenfocadas, cortar las cabezas, pasarlas manualmente sin que se monten…) y paciencia para verlas días o semanas después del revelado.
Nuestro particular mundo ha quedado cristalizado en las fotografías. Nos reconocemos y el aire se inunda de alegrías con los compañeros, amigos y familia en celebraciones y viajes. Resucitamos el día perdurable con aquellos que se marcharon y no volverán.
Apunto de cerrarse este curso del Aula Permanente (APFA) de la Universidad de Granada, nos toca decirle adiós a un año revuelto, a la deriva, con un virus persistente que viene y va. Abro la puerta a nuestra invitada, la joven profesora de la asignatura de fotografía del APFA Lucia Martínez Cabrera, quien nos cuenta las vicisitudes de la materia y nos adentra en el especifico arte que intenta reinterpretar la realidad y transfórmala en imágenes
Lucia Martínez, es una mujer pasional que adora su profesión, capaz de regresar a las técnicas tradicionales, como interpretar el nuevo lenguaje de la fotografía. Posee la claridad docente de transmitir con naturalidad las enseñanzas al estudiante, conseguir que la idea que está en la cabeza se convierta en una expresión artística, de su entorno, de sus emociones.
Rafael Reche. ¿Quién es Lucia Martínez? ¿Cómo te presentarías?
Lucia Martínez Cabrera. Soy una cinéfila empedernida y apasionada por la fotografía. Me regalaron mi primera cámara con 9 años y desde entonces no he dejado de buscar la luz. Soy licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid, imparto clases de fotografía en el Aula Permanente de Formación Abierta desde hace 3 años, aunque mi experiencia docente se ha venido desarrollando en escuelas de arte granadinas desde 2007.
Hace más de diez años compagino la actividad como profesora de fotografía con la de fotógrafa y videógrafa en su productora Zebra Audiovisual, en la que desarrollo proyectos que van desde la fotografía de retrato a la publicitaria.
R.R. Los estudiantes mayores tenemos la fortuna de contar en el Programa Universitario de Mayores, del APFA, con la asignatura de Fotografía ¿Es necesario tener conocimiento previo para aprender el lenguaje visual?
L.M.C. Afortunadamente la asignatura de Fotografía está dividida en dos grupos, uno de iniciación y otro avanzado. Para el primer grupo no es necesario tener ningún conocimiento previo, ya que aprendemos comunicación visual y técnica fotográfica desde cero.
R.R. El arte de la imagen evoluciona a gran velocidad tecnológicamente, con su complejidad. ¿Cómo desarrolla esta materia teórica y práctica durante el curso?
L.M.C. Como hemos comentado antes, Fotografía se divide en dos grupos, y en cada uno de ellos desarrollamos una serie de contenidos teórico-prácticos adaptados a los conocimientos previos del alumnado. En el grupo de Iniciación a la Fotografía intentamos realizar una primera aproximación a la técnica fotográfica y al lenguaje visual, alternando clases teóricas con prácticas en exteriores para poder aplicar lo que hemos estudiado en clase. Desde la aparición de la fotografía digital, existe la falsa creencia de que usar una cámara de fotos es muy sencillo y está limitado a los automatismos con los que cuenta, aunque esto no es del todo cierto. Lo que intentamos en la asignatura es que el alumnado conozca las posibilidades reales de su cámara para poder aplicarlas a nivel creativo, además de aprender a usar esos “botones y menús” que en muchas ocasiones desconocían por completo.
El grupo de Fotografía Avanzada está orientado a alumnos que ya controlan el manejo básico de la cámara y quieren dar un paso más. Empezamos a realizar prácticas con una intención concreta, que vaya más allá de la mera técnica, e incluso se les propone realizar un proyecto personal final con una temática elegida por ellos. La idea es poder avanzar en la parte técnica de cámara y retoque fotográfico, a la vez que empiezan a pensar en qué historias les gustaría contar con sus imágenes.
R.R. La asignatura de Fotografía, es relativamente nueva en el Programa Universitario de Mayores y pionera en las Universidades de Mayores. ¿Qué le aporta al estudiante la fotografía como expresión artística y creativa?
L.M.C. Desde que comencé a dar clase en el APFA me ha fascinado la inquietud de unos estudiantes siempre ocupados con gran cantidad de actividades, muchas de ellas de carácter creativo. Por lo que ellos mismos me comentan, su mayor interés es aplicar los conocimientos adquiridos en la asignatura para realizar fotografía de viajes, y de ahí que intentemos realizar el mayor número de sesiones posible en diferentes espacios de la ciudad. Salir con la cámara les permite aprender a trabajar con luz natural, a fotografiar monumentos o a apreciar los pequeños detalles del paisaje urbano. A parte de fotografía callejera, tocamos otros ámbitos como el retrato o la naturaleza, también directamente aplicables a su entorno.
Además, en Fotografía Avanzada ha sido sorprendente la respuesta de los alumnos al proyecto personal. Han realizado trabajos muy diversos temática y estéticamente y los han plasmado a la perfección en sus imágenes. El alumnado del Aula tiene historias que contar que merecen la pena ser vistas.
R.R. ¿Qué avance consiguen los estudiantes en técnicas y arte después de las clases? ¿Qué material básico recomendarías a un principiante?
L.M.C. Aparte de mejorar en el control de la cámara, mejora claramente su forma de componer las imágenes y su capacidad para ver las pequeñas variaciones de luz de nuestro entorno que pueden cambiar de forma radical el resultado final de sus fotografías. En clase insistimos siempre en que deben aprender a “ver la luz” y quizás es una de las cosas en las que más se nota su evolución durante el curso.
Con respecto al material de iniciación, para aprovechar correctamente la asignatura lo ideal es contar con una cámara fotográfica con modos manuales. Realizamos también algunas prácticas de fotografía con teléfono móvil, pero la mayor parte del contenido técnico se centra en los modos manuales de la cámara fotográfica. Aún así, tenemos compañeros que se han matriculado tres años consecutivos y que únicamente han utilizado la cámara de su móvil.
R.R. Para finalizar ¿Cómo se ha desarrollado este curso online por la pandemia?
L.M.C. Me gustaría hacer una mención especial a la maravillosa respuesta de los estudiantes a las clases online durante este curso tan singular. Gracias a su esfuerzo y capacidad de adaptación, hemos podido trabajar las sesiones teóricas y algunas técnicas de forma virtual sin problemas y con un alto nivel de interacción. Todo un lujo contar con un alumnado con tan buena disposición a pesar de las dificultades.
Muchas gracias profesora, encantado de ser su alumno y muy agradecido por su disposición a responder a las preguntas.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Comentarios
4 respuestas a «Rafael Reche: La fotografía reinterpreta la realidad, entrevista a la profesora Lucía Martínez»
Como siempre muy interesante el artículo que has escrito la verdad es que ver una foto si tiene mucho tiempo te lleva a ese recuerdo de uno o de los demás que haces una película en un momento qué te creías que habías olvidado y es maravilloso a veces buenos y otras no tan bueno pero sabes sacar lo bueno un abrazo Rafa
Gracias amigo Antonio me siento orgulloso de contar con esas fotos juntos delante del lienzo y con los pinceles. Por eso la fotografía es un recuerdo del pasado
Rafael ha tocado un tema que sin duda es un arte, la fotografía, al igual que él hace con la pluma cuando vierte sus conocimientos mediante una escritura casi poetica y al mismo tiempo de gran interés. Enhorabuena por el artículo.
Gracias amigo Diego. Cuantas fotos en blanco y negro, en la época dura de Zaragoza y después en color, compañeros que fraguamos la amistad en las aulas. Ahí, queda el testimonio en las imágenes.