El profesor Sánchez Trigueros ha montado en la biblioteca del antiguo Hospital Real, hoy sede del rectorado de la Universidad de Granada, una exposición de libros curiosos que merece la pena visitar, incluso visitar dos veces. Su título no puede ser más llamativo: “Libros prohibidos en el franquismo”. La acompaña un catálogo de 150 páginas y numerosas fotos, cuya adquisición aconsejo a toda persona que la visite. Estará abierta hasta el mes de junio.
Manuel Arredondo y un servidor tuvimos la suerte de visitar la exposición, pocos días después de su inauguración, acompañados del mejor guía: el propio Sánchez Trigueros. Según nos explicó el profesor la exposición la integran los libros que él y su esposa fueron adquiriendo, siempre a través de los canales más diversos y nada ortodoxos para el régimen, durante los años del franquismo y la censura. Unos proceden de editoriales de la Argentina –especialmente Losada de Buenos Aires–, otros de Méjico, de Francia –sobre todo de la editorial Ruedo Ibérico, Masperó o la Librería Española de la rue de la Seine–, Italia, Alemania o incluso España, cuando un libro, después de autorizarlo por la censura, era retirado porque un cardenal, un obispo o un fraile no lo había encontrado de su agrado. El caso más conocido es el de Rafael García Serrano, escritor falangista, muy vinculado al régimen, cuya obra La fiel infantería, publicada con todos los requisitos por la editora nacional, fue retirada de las librerías. Algo parecido ya había ocurrido en Granada unos años antes: el libro Una conjura española contra Maritain, de Antonio Aróstegui, publicado por Falange, el Opus Dei consiguió que fuera retirado de todas las librerías. Dos casos que evidencian que tener el visto bueno de la censura, en aquel régimen de opresión, teocracia y militarismo, a veces no servía para nada.
Llama poderosamente la atención la enormidad de libros presentados. Al lado de los ya clásicos “bêtes noirs” de la Dictadura – Alberti, Sender, Max Aub, León Felipe, Pablo Neruda, etc.–, hay otras obras de muy difícil acceso y sólo reservadas a especialistas. Tal es el caso, por ejemplo, de Claude Couffon, la primera persona que se atrevió a escribir un libro sobre el asesinato de Lorca, de Marcelle Auclaire, que vuelve a insistir en el mismo tema, o el documentadísimo libro de Herbert Southworh, El mito de la Cruzada de Franco, una de las obras más odiadas por el franquismo oficial. Especial interés tienen los pedestales que ocupan las cuatro esquinas de la sala: se trata de libros publicados en Cuba, que unas veces hablan de la revolución cubana y otras del caso de España. Todos ellos de lectura prohibida en España durante aquellos años.
Sin embargo, como muy bien nos informó el profesor Sánchez Trigueros, la presente exposición sólo es una pequeña muestra de lo mucho que se publicó y jamás llegó a España durante los cuarenta años que duró la nefasta dictadura franquista. Entre los grandes ausentes especialmente echamos de menos a míster Bowers, embajador de Estados Unidos en Madrid de 1933 a 1939, y al gran escritor almeriense Agustín Gómez Arcos, cuya obra publicada en Francia, es un constante alegato contra el régimen franquista y su aliada la Iglesia.
Una exposición que bien merece la visita y después la lectura de los libros más importantes que en ella se exhiben. Si yo tuviera que recomendar alguno sería el que quizás sea el más pequeño de toda la exposición: Requien por un campesino español, de Ramón J. Sender. Es posible encontrarlo en cualquier librería.
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