Si por el título del artículo puede que a muchos de nosotros nos recuerde la magnífica película que allá por los finales de los años sesenta dirige George Roy Hill, con guion de William Goldman, y que obtuvo cuatro Oscar en Hollywood, en la que nos cuenta la historia de Butch Cassidy y Sundance Kid como legendarios forajidos… nada más lejos está su contenido con la realidad que quiero presentar hoy.
Quizá, conviniera y fuese más acertado poner por título el de Vidas Paralelas a modo de Plutarco, en donde el ínclito historiador y biógrafo griego pone de manifiesto en sus relatos biográficos por parejas y a modo de ensayos, la comparación de algunos de los grandes personajes del mundo clásico griego y latino.
Así, me dispongo hoy, sin los conocimientos que le asistían al griego, a abordar, aunque de modo muy superficial -por razones obvias-, aquello que considero más relevante de la vida de dos hombres que son coetáneos en el tiempo, menesteres, compromiso con la sociedad y su educación. Me refiero, sin orden de importancia como ellos mismos querrían, a Paco Olvera y Antonio Arenas. Todos aquellos que siguen IDEAL EN CLASE les conocen y en no pocos casos, mejor que yo mismo en el terreno de la pedagogía. Con ello, tengo buena parte del camino andado pues no necesito descubrirles. Sus trabajos, integridad y honestidad les avalan.
Suele ocurrir que brindamos nuestros homenajes, sean del tipo que sean, cuando esos hombres o mujeres a quienes van dirigidos, ya han fallecido. Este no es el caso que nos ocupa y espero y deseo que el destino les conceda muchos años más de vida y puedan continuar con su tarea docente y divulgativa a pesar de estar ya jubilados motu proprio. En un mundo como el que vivimos, en donde nos solemos mover por y de lo mío qué… existen personas que nos reconcilian con el ser humano. Este es el caso que nos ocupa. Por mi experiencia de vida he necesitado bien poco para tener una idea bastante certera sobre ellos. No he podido quedar indiferente a su pasión, ilusión, entrega y entusiasmo por dar herramientas al profesorado y crear ilusión entre los niños y niñas que salen a la vida y que son el futuro de nuestro país.
Es por esta razón, precisamente, por la que puedo asegurar que no son meras divagaciones las que hago sobre ellos, No soy pedagogo, sino historiador con querencia por la literatura, sin embargo, encuentro que las estrategias y métodos que emplean mis homenajeados serán de gran importancia para que todos los alumnos tengan las mismas oportunidades y para apropiarse de los contenidos adquiridos como parte de su proceso formativo.
No quiero sembrar mi artículo de voces clásicas para que den lustre al mismo en base a armaduras ajenas, sino poner en valor, sin más, -ni menos- la figura de dos hombres de bien que pelean el día a día para que nuestros hijos disfruten de una sociedad más solidaria, más justa, más humana, mejor educada.
Por último, no quiero dejar pasar este momento para poder disfrutar de la secuencia de una película que cuando la vi por primera vez, me produjo un fuerte impacto y que más tarde, cuando la he vuelto a ver en multitud de ocasiones, pensaba que ya estaba curado de esa ‘enfermedad’. Y no, no lo estaba ni creo que lo estaré nunca. Me refiero a la película de Jean Renoir de 1943 Esta tierra es mía. Así son los buenos maestros de ayer y de hoy, así son mis homenajeados en el día de hoy. Me siento orgulloso de ser vuestro amigo. Va por vosotros dos en representación de otros muchos que siguen vuestros pasos y por aquellos que os precedieron en la tarea.
JOSÉ LUIS AGUILERA
profesor de la UGR y autor de la novela
La sombra de Cyrano (Ed. Dauro)