Sirvan estas líneas para dar cuenta del emotivo acto de que fui testigo hace unos días. Se trató de la entrega de los premios del VI Concurso Escolar Provincial “Araceli Morales”. Un consolidado certamen del que ya se dio cuenta oportunamente en estas mismas páginas de Ideal en Clase. Primero, con su anuncio y difusión pública de mediados de enero, –al que seguirá toda una ardua tarea de recepción, valoración y selección de originales en el centro educativo– y, hace unos días, dando cuenta de la entrega de los reconocimientos y galardones.
Son éstos unos premios que el CEIP Reina Fabiola, de Motril, viene convocando desde hace ya siete años; pues, el pasado curso, por las circunstancias conocidas por todos, no pudo celebrarse. Una elogiosa iniciativa literaria y artística que, bajo la temática: “por la igualdad y contra la violencia de género”, viene convocando a la participación de todos los escolares granadinos en distintas categorías adaptadas a su edad.
Como todos saben, este concurso escolar surgió a iniciativa de la dirección del centro, en recuerdo y reconocimiento de una querida compañera, Araceli Morales Barros, que fue víctima de la violencia sexista. Apenas unos meses antes, después de toda una vida de entrega a la labor educativa, había iniciado su merecida etapa de jubilación. Y, cuando empezaba a abrir una nueva e ilusionante fase en su vida, una mano asesina se la arrebató. La triste noticia nos sobresaltó a todos, especialmente al alumnado del colegio, a sus niños y a sus niñas, a los que aún puedo recordar escribiéndole sus muy sentidos poemas, sus cariñosas dedicatorias y dando forma a sus coloridos dibujos con su rostro… Pero, con los ojos inundados de lágrimas.
Tras la angustia, el desconsuelo y la rabia contenida por su injusto final el equipo directivo, contando con la opinión favorable de todo el Claustro y del Consejo Escolar, acordó homenajear la figura de esta maestra ejemplar. Surgió de este modo un certamen escolar dedicado a su memoria y para tratar de contribuir a dar visibilidad a un problema para nosotros latente en la sociedad; hasta que nos golpeó directa y traicioneramente con toda su crueldad.
Con su puesta en marcha se dio paso a un espacio de reflexión sobre los valores de la igualdad entre los hombres y las mujeres, entre los niños y las niñas. Un paso educativo, valiente y digno que, desde el mismo momento de su fundación, elevó sus miras hacia el conjunto de las víctimas inocentes de la violencia sexista, para tratar de contribuir, de algún modo, a la ruptura de los estereotipos caducos que aún continúan anclados en el inconsciente de algunos. Un trabajo conjunto, por el respeto y por la tolerancia, que sigue aspirando a lograr una sociedad en la que no tenga cabida ningún tipo de violencia y en donde quede erradicada definitivamente la discriminación.
Esa tarde mágica del día 7 de junio mi centro educativo lucía espléndido. En las últimas horas de la tarde el esperado evento nos congregaba por fin. Durante la espera, el cuidado espacio exterior del colegio nos embriagaba con su quietud y su aire limpio y fresco. En un escenario ideal de verdes árboles y de olorosas flores en el que era perceptible el leve nerviosismo de los premiados –acompañados de sus familias y/o profesorado–, los saludos afectuosos de las complacientes autoridades, de los respetuosos invitados, de los miembros del jurado y de los representantes de las distintas empresas y entidades colaboradoras. Junto a todo ello, la entusiasta complicidad de todo el personal (docente o no) y de toda la comunidad educativa del centro –cuidando de todos los detalles y velando por la salvaguardada de todas las medidas y distancias de seguridad– que, pronto, dieron paso al inicio del acontecimiento.
Un acto cultural que comenzó con el saludo de bienvenida del director del centro y presidente del comité organizador, José Tortosa Jiménez, que habló de la obligatoriedad que tienen los centros educativos de no dar la espalda a la problemática social específica de la violencia contra la mujer; solo por el hecho de serlo. Asimismo, aprovechó para presentar el cuadernillo impreso –y puesto a disposición de todos los asistentes– que contenía los textos seleccionados en la presente edición; una cuidada y rica publicación de los trabajos de los niños y niñas premiados que estaba seguro “se convertiría en un magnífico complemento para seguir trabajando la igualdad en las aulas”. Le acompañaba en la presentación la alcaldesa de Motril, Luisa María García Chamorro, que dedicó unas palabras al “emocionante, valioso y ejemplar encuentro” al que asistía gustosa. Seguidamente glosó la memoria de nuestra querida compañera y nos animó a continuar trabajando, desde las edades más tempranas y desde el ámbito escolar, todo lo que ocurre en la sociedad de la que formamos parte; pues, “no solo viene a reflejar nuestra realidad, sino también la manera de transformarla”.
La letra, las letras por la igualdad, la pusieron los cuentos y las narraciones, todas de un nivel extraordinario, nacidas de esas mentes limpias y tiernas que las idearon mientras soñaban un mundo mejor. La imagen, las imágenes, con toda su fuerza y expresividad, la aportaron los dibujos; creados por unas manos infantiles que plasmaron y dieron rienda suelta en ellos a sus sentimientos y a sus deseos más profundos. De la voz, de las voces por la igualdad, a que también aludía más arriba que estuvieron presentes esa tarde, también se encargó una madre del centro, Patricia Bonilla Molina. Quien, con el innato talento de su garganta y la pasión desplegada en cada una de sus canciones, nos deleitó, emocionó y supo interpretar con acierto lo que anidaba en nuestros corazones en ese momento.
Se entregaron tres importantes premios por categoría: cuento en el 2º y 3º ciclo de Educación Primaria y narración en 1º y 2º de ESO; dibujo en Educación Infantil, 1º ciclo de Educación Primaria y Educación Especial. Unas merecidísimas distinciones que nuestros premiados –muchos de ellos venidos desde lugares remotos de nuestra hermosa provincia– recibieron de la mano de la jefa de estudios del centro, Remedios López Ortega. Una docente trabajadora y abnegada que viene creyendo, mimando y guiando este proyecto coeducativo desde el mismo momento de su creación.
Para cerrar estas líneas me gustaría hacerlo con la conocida consigna contra la violencia de género, surgida en Argentina hace ya más de seis años: “Ni una menos”. Una expresión feminista que pronto logró aunar las voluntades más sentidas y sinceras de la gente hasta convertirse en un himno y un deseo universal. No sé si acierto en mi análisis, pero, seguramente, ese podría ser el deseo unánime de todos los presentes. Ojalá que algún día se haga realidad. Mientras tanto, unamos nuestras letras, nuestras manos imaginadas y nuestras voces para contribuir a una sociedad más justa, igualitaria, libre de violencia y donde todos y todas podamos vivir en paz.
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Maestro del CEIP Reina Fabiola (Motril).
Autor de los libros ‘Cogollos y la Obra Pía del marqués de Villena.
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