Las humillaciones, vejaciones, faltas de respeto al profesorado e incluso agresiones aumentan cada vez más. A un profesor le tiran una tiza, a otro, le empujan en el pasillo, a un tercero le rayan el coche y le pinchan las ruedas. Un padre agrede a un cuarto. ¿Qué está pasando?
Jesús Nuño, coordinador general del Defensor del Profesor, afirma que cuando acuden a ellos llegan destrozados. Y Charo Siguero, Defensora del Profesor de Andalucía, dice: “Muchos se ponen a llorar. Algunos con baja médica, depresión y ansiedad, necesitan el apoyo que en muchos casos no encuentran en la Administración.
¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando estas agresiones, vejaciones y humillaciones? Aunque miremos para otro lado, la Educación en España tiene graves problemas que resolver. Todos estamos de acuerdo en la urgencia de un pacto educativo, pero este objetivo parece inalcanzable. Cada gobierno, al acceder al poder, impone su propio modelo. Pienso que los problemas se resuelven participando todos en su solución, y principalmente los profesores.
El éxito de un sistema educativo se basa en que el profesorado lo acepte y lo incorpore en su metodología. Pero ello no sucederá si el profesor se siente desprotegido ante las continuas faltas de respeto a su persona. Se desmotivará y perderá su vocación. Como nos recuerda la pedagoga sueca Inger Enkvist: “La clave del éxito del sistema educativo finlandés es que los padres, los alumnos y el Estado respetan a los profesores”.
Esa debería ser la clave de cualquier proyecto educativo, y la que debería guiar a nuestros políticos. En los últimos cuarenta años hemos padecido ocho leyes educativas ideologizadas y partidistas que cambiaban conforme lo hacía el gobierno de turno. Las consecuencias son evidentes: fracaso escolar, juventud desmotivada y condenada al paro y un profesorado ninguneado por todos los sectores del sistema educativo.
Ha llegado la hora de que nos tomemos en serio la educación y, no cabe duda, que el profesorado es un pilar esencial en ella. Cualquier ley educativa que no lo cuide y respete, está condenada al fracaso. Los datos procedentes del sistema educativo finlandés son envidiables, los docentes poseen un prestigio social similar al de los ingenieros, los médicos o los abogados, disfrutan de una ratio de 1 profesor por cada 12 alumnos y tienen una exigente preparación además de una autoridad incuestionable. ¿Cuándo llegaremos a esta situación en nuestro país?
(NOTA: La foto de este artículo es de Carlos Carrión e ilustra el reportaje publicado en XL Semanal ‘Las agresiones a los profesores se disparan: ¿qué está pasando?‘)
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