Vivo retrato de mujeres emprendedoras, donde el éxito en el trabajo no lo es tanto en el terreno más íntimo.
A quienes le gusten las novelas de perfil psicológico sobre un trasfondo moderno no dejen de leer Días de euforia, segunda novela de la escritora Pilar Fraile, publicada en Alianza Editorial. En esta obra, las historias vienen hilvanadas a través de cinco voces narrativas (tres de mujeres y dos de hombres cuyo código ético es la satisfacción personal), caracterizadas tanto por el sexo como por el carácter individual de cada una de ellas.
Al comienzo de la novela, conocemos a María como miembro del equipo WhiteAngel manejando un maremágnum de algoritmos para establecer relaciones entre la felicidad y las experiencias que tenemos.
Simultáneamente, Blasco se ha enganchado a una página de adultos y, en concreto, a una de las muchas mujeres (Laila) que exhiben con lascivia su cuerpo y que le promete placeres distintos con los que compensar su anodina vida conyugal.
Por su parte, Angélica trabaja en una clínica de inseminación artificial, “La Planta”. La repentina aparición de una sustituta de su compañera Herber despierta su interés por saber qué ha sido de ella. Entre sus pertenencias, Angélica encuentra un cuaderno de registro de casos concretos a los que vuelve una y otra vez y cuya incógnita queda sin resolver.
La autora diseña una estrategia discursiva a través de la cual presenta de manera independiente a los personajes hasta configurar –en una audaz inmersión psicológica– sus circunstancias y caracteres, definiéndolos por su trabajo y por sus preocupaciones personales. En un estado de contradicciones, la maternidad se les plantea como un proyecto de vida. Sucede con María en el momento en el que realiza un test en la empresa para mejorar su estabilidad emocional. Los resultados no pueden ser más concluyentes: parece ser que su salvación radica en ser madre.
Mientras, Blasco y Diana están sufriendo una crisis matrimonial y reconocen en la maternidad una salida a su inestabilidad emocional. Para ello, acuden a la clínica de reproducción asistida en la que trabaja Angélica. Pero cuando a Diana le confirman que está embarazada, ni ella misma oculta una fundada sospecha: el hijo que espera no es de su marido. También María visita “La Planta” y le inoculan el semen donado por Carlos, expareja ya de Angélica. Así, la autora consigue crear un estrecho mundo complejo de intereses, revelaciones, fantasías y convicciones personales que se cruzan inesperadamente.
Si Carlos y Blasco viven regocijados en su extravío consentido, en cambio, ellas representan a la mujer independiente preparada para la vida moderna, defendiendo puestos de responsabilidad pero descontentas con su vida personal. María es ingeniero de telecomunicaciones y trabaja revisando estadísticas cruzadas en los algoritmos testados; Diana dirige las inversiones nacionales e internacionales.
Cuando comienza la segunda parte de la novela, “Decrecimiento”, Diana es madre de un niño de once años, su marido Blasco sigue siendo “adicto al porno con adolescentes”. Los encuentros inesperados entre los personajes despiertan un interés por comprobar cómo han resuelto sus conflictos.
Con una prosa tan ágil y delirante como directa y crítica, Días de euforia es un vivo retrato de mujeres emprendedoras, donde el éxito conquistado en el trabajo no lo es tanto en el terreno más íntimo.
Los convencionalismos de la vida moderna, las relaciones abiertas que no obstaculicen la independencia, monopolizar la vida en el trabajo, la mecanización en la comunicación interpersonal hacen abrir los ojos a María, hasta poner fin a su etapa como analista de datos pero deshumanizada, para ayudar ahora como guía espiritual.
Asfixiados por su mundo caótico a merced de las emociones y su perspectiva distorsionada de los acontecimientos, los destinos de los personajes se cruzan creando una estrecha tela de araña de la que solo María parece alentar la esperanza de una salida del terreno fangoso del descontento.
Con escenas divertidas y alejadas del tono dogmático y serio, esta novela coral de historias trenzadas nos hace reflexionar de hasta qué punto somos culpables o víctimas de nuestras propias expectativas.
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato
