Hace tiempo que la prensa, opinión pública y autoridades competentes, debieran recordar al pueblo andaluz algunos de los logros conseguidos a lo largo de todo el tiempo que dura nuestra autonomía conseguida en buena lid allá por febrero de 1981.Alguien debiera haberle dicho a viva voz o con altavoz en mano, que fuimos de las primeras Comunidades Autónomas en conseguir todas las transferencias en materia sanitaria, allá también por febrero de 1984. Entonces nadie reparó en que teníamos hospitales viejos, caducos y muchos desconchados y sin el material quirúrgico adecuado y actualizado. Otras, como Cataluña supieron esperar su momento álgido y ver cómo se dotaban y construían nuevos hospitales.
El PSOE ganó en Andalucía y aquí lo hemos tenido gobernando 36 años, hasta el desplome de la Sultana Andaluza Sra. Susana Díaz. La sanidad andaluza, considerada siempre la corona de la Comunidad, fue resquebrajándose poco a poco, año sí y al siguiente también. No se cubrían las jubilaciones, las vacantes cada día más abundantes y el cierre y exceso de trabajo para los currantes del S.A.S. Que a nadie se le olvide la fecha del 2016, año nefasto, en dónde se nos quiso dar gato por liebre y convertir Granada en la famosa gaseosa Sanitex que, tanto nos ha distinguido durante nuestra existencia. Pero llegar a un Servicio de Urgencias de un nuevo Hospital Clínico, bautizado con el nombre rimbombante de PTS y estar más de tres horas llorando, suplicando, pidiendo, dolorido que alguien te dirigiera la mirada o te diera unas palabras de ánimo, tal vez ni siquiera eso, solo un mohín de hombros que pudiese expresar la carga asistencial tan alta que tienen.
Pero siempre existe el milagro diario o el trabajo denodado de alguien que eligió esta carrera de medicina en cualquiera de sus ramas para escuchar tanto quejío y buscar una habitación, una cama, un vaso de agua, una palabra de ánimo. Pues bien, allí estaba, nunca sabré su nombre ni de dónde venía o procedía. Al momento estaba en una habitación, en una cama en condiciones y con una avalancha de sonrisas, halagos, ánimos, que aún me rebosan por cada poro de mi piel. Era la Séptima planta del citado hospital del PTS, la de Oncología. En dónde el paciente es el pasado, presente y futuro de cada uno de sus trabajadores. Sean del sexo que sean, limpiadores, celadores, enfermeras, auxiliares, médicos, personal todos ellos trabajadores de dicha planta y en donde sobraba de todo lo que faltaba abajo en los infiernos de las urgencias.
Cuando vino el alta médica, sentía que tenía que dar gracias uno a uno a todos aquellas personas que habían hecho que mi estancia en el Séptimo cielo hubiese sido real. Quiero hospital y sanidad como ésta que he vivido estos últimos días, me da igual el partido político que gobierne, estoy hablando de sanidad, dignidad, humanidad. Bien por los profesionales médicos de Granada.
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