Sí, en Granada pasa mucho… pasa maravillosamente el tiempo que adormece nuestro ser, enerva el alma y entra en trance nuestra mente. El paseo por sus calles invita a la meditación y nuestros pensamientos nos llevan a vivir una preciosa paz que invade nuestro ser.
Cada día, cada mañana, mucho antes de que el sol levante sus lanzados rayos por la lejana línea del Este, ya mis pies avanzan despacio por las calles de nuestra Granada, hacia esos rincones de belleza embrujada que con repetida asiduidad me gusta visitar. El sonido de los pasos de mis torpes pies rebota en la pared de las fachadas y llega a mis oídos con cadencia regular, relaja tal soniquete y refresca mi cara ese fresco vientecillo mañanero que filtrado en las alturas de la sierra refresca mi faz, es cuando observo que la calle está vacía, apenas un peatón lejano que viene hacia mí o un ruidoso auto que pasa rompe el ensimismamiento que disfruto. Ahora la calle es más larga, miro hacia allá, al final, mido mis pasos y busco asiento en este lugar; jardín, fuentes, plantas, algún frío banco y los pájaros madrugadores que buscan comida y me regalan sus trinos.
Los diez minutos de descanso en la dura piedra del asiento me llevan a reparar que ya el día ha descorrido del todo el ancestral manto pardo de la noche dando paso a un espléndido día. El trino de los pájaros se ha difuminado, el silencio de ese espacio amplio que me rodea está desapareciendo y como si los encantos de la noche lo hubieran orquestado; ahora la calle se llena de gente, gente presurosa, gente meditabunda y personas apresuradas y otras casi corriendo, que ponen en peligro el equilibrio de aquel anciano que con su bastón pareciera que ara la calle y que viene hacia mí saludando con su mano libre pero algo entorpecida por sus años.
Nos saludamos, nos deseamos buen día y allí largos minutos charlamos. Pasado nuestro encuentro y tras despedida de mi contertulio reparo que él invade todo el espacio, la luz de los rayos de sol rompe en las gotitas de Rocío que humedece las plantas y cual perlas preciosas adornan el césped refrescando más su verdura y pintándolo de un fuerte color. Un indigente aún duerme bajo sus trapos resguardado por aquel grueso árbol, un coche policial lanzando destellos azules precede al estruendo de una veloz ambulancia, una vida depende de su carrera, allá el policía el tráfico paraliza y colabora al posible milagro. Las calles están animadísimas, la gente sigue pasando, los coches han entrado a tope en la escena urbana a pesar de ello se oye claramente el tañer de unas campañas, llaman a su sede. Allá en la lejanía observo lo de cada mañana, allí está inamovible, impetuoso, majestuoso y arcaico pareciera como si extendiera su manto de sombra sobre la bonita ciudad que disfruto, ¡¡mi Granada!! Que admira como yo su Sierra Nevada.
Es tarde, debo volver a degustar mi deseado desayuno, mi casa está algo lejos… para mí y mis torpes pies porque no me encuentro a más de quinientos metros. El camino de regreso es distraído y se me hace corto el ajetreo de las gentes el sonar de alguna persiana que ya abre el comercio despierta en mí la curiosidad de ese escaparate que muestra sabrosísimas frutas de nuestra huertas y Vega cercanas. Ya junto a casa solo deseo mi café, mi tostada, y un ratito en el sillón, mi viejo sillón del alma, donde cada día descanso, devano, ordeno y sueño mis todas vivencias y descubro con alegría que todo es espléndido y quiero extraer en mi vida todo lo positivo que a mi alcance tengo… un magnífico sopor me invade, mis ojos pesan y entro en un estadio de paz precursor de algún bonito sueño.
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Comentarios
5 respuestas a «Gregorio Martín García: «Un garbeo por mi Granada»»
Mi querido amigo Gregorio como siempre es verdadero placer leer tus relatos, qué hacen al lector acompañarte en tus paseos. Sabes que soy un admirador de tu narrativa y agradezco que compartas con todos nosotros tus relatos. Un enorme abrazo para un tío grande como tu.
Gracias Guillermo.
Muy bien acompañado sería en mis paseos si conmigo tú vinieras.
Adiós , Un abrazo
Buen amigo lo tuyo es escribir que maravilla , un abrazo.
Gregorio, me ha encantado, como siempre, tu relato. Tu manera sencilla de describir tus vivencias con tanta pasión y emoción. Allá a lo lejos, seguro que habrá una persona que los leerá con mucho agrado.
Un fuerte abrazo
Luisa, muchas gracias por tus amables palabras.
Noto en sms que me conoces, yo, solo con Luisa No lo logro. Gracias.