Virtudes Montoro López: «Criticar, mata»

Juzgar a los demás es un vicio muy dañino, es una fuente incansable de rumias y apreciaciones que además de no construir nada, caen como piedras sobre el propio tejado. Criticar al otro es un trabajo ruin, nada fructífero, sin sentido, vacío y que arruina además la salud de quien se obstina en ver la paja en ojo ajeno.

Investigaciones reciente ponen de manifiesto que las personas que juzgan constantemente las conductas de los demás, están censurando las propias de similar forma, se tratan a si mismos con la misma severidad con la que tratan a los demás. Ven limitadas sus acciones por el miedo a ser juzgados, por lo que son personas que se exponen poco y que limitan su vida por el que dirán.

“Cuando más se juzga, menos se ama”. Honoré de Balzac

James Balmes nos sugiere tres reglas que podemos utilizar si nos vemos tentados a poner verde a otro:

Las conductas de los demás en circunstancias adversas, se ve influencia por el estrés y el sufrimiento, es decir, las personas son y actúan como lo hacen quizá porque están pasando por momentos difíciles, por ende, en vez de criticarlos será conveniente pensar si pueden estar atravesando un mal momento.

Para juzgar a los demás sería necesario conocerlos, es decir, conocer sus valores, inteligencia, moralidad, personalidad, intereses, etc.

Pensar que los demás actuarían como nosotros es un craso error, de modo que atribuir a los demás nuestra moralidad es ilusorio.

Ya sabemos algo más de este arte de criticar, que todo humano lleva impreso en su genética: si no conoces no juzgues, si no sabes no comentes, solo nosotros actuaríamos como nosotros.

“Es tan ligera la lengua como el pensamiento, y si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua”. Miguel De Cervantes.

La mayoría de las personas nos afanamos en añadir adjetivos a los demás, “es antipático”, “es muy fea”, “es muy gorda”. Parece que nos premian por utilizarlos, y además es que nos encanta eso de poner etiquetas. ¿Por qué será? Una de las causas es que nos gusta comparar y compararnos con los demás, somos seres frustrados, algunos más que otros, y creernos por encima de alguien nos da cierto caché, despreciar a los demás y sentirnos cúspides benevolentes es lo mejor que se nos da.

Seamos más que humanos, superémonos, busquemos reliquias en los demás, su parte más brillante, lúcida, de todos podemos aprender.
Todos tenemos nuestras razones, comprendernos supone superarnos y ver al resto con la misma compasión que nos debemos.

“Si nosotros somos tan dados a juzgar a los demás, es debido a que temblamos por nosotros mismos”. Oscar Wilde

 

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Virtudes Montoro López

Psicóloga especializada en Mindfulness y
Terapia de Aceptación y Compromiso

Correo E:
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