Aprovechando la interesante serie de fotografías que se conserva en el Archivo Municipal de Granada (*), he decidido escribir otro artículo sobre cómo era nuestra ciudad en 1936. Por eso, si la semana pasada vimos un recorrido por la que fuera avenida de la República, ahora de la Constitución, hoy quiero mostrar otra zona muy distinta, la que va desde el río Genil hasta la céntrica calle Reyes Católicos.
Vamos a situarnos, como punto de partida, frente al lugar donde el Darro desemboca en el Genil. Es lo que muestra la imagen de la portada, en la que vemos un estado muy diferente al actual: el Darro, sin cubrir aún en ese tramo, desciende entre viejas construcciones a un lado y otro. Son viviendas la mayoría, pero también aparece alguna fábrica, como la que nos queda a la izquierda, mientras a la derecha apreciamos el puente sobre el Genil, actualmente peatonal, las torres de la basílica de las Angustias y en medio, entre ambas orillas del Darro, otro puente, hoy desaparecido al estar todo el cauce cubierto y que era llamado puente de la Virgen. En ambos se aprecian viandantes, a la vez que un pequeño grupo de personas parece contemplar abajo, casi en la orilla, el encuentro de los dos ríos.
Nos desplazamos hasta ese puente del Genil y miramos a un lado y otro. Aguas abajo vemos un cauce más amplio, con dos lenguas de agua. En el margen derecho se divisa otra fábrica —quizás la del gas que aparece en el plano “Granada, su estado en 1940”, conservado también en el Archivo Municipal— y, más lejano, sobre el río, otro puente, que podría ser el del Camino de Ronda que se indica en el mismo plano. A la izquierda podemos apreciar, menos alejadas, construcciones en torno a la ermita de San Sebastián, aunque este monumento es inapreciable. Delante, en la misma orilla, el arbolado del paseo con igual nombre, hoy conocido, sin embargo, como el Violón.
Aguas arriba, desde el mismo puente en el que ya estábamos, el paisaje es diferente. Vemos, no solo el frondoso paseo del Salón, sino también una pérgola que recorría esa orilla del río Genil, mucho más urbanizada, y el edificio de la Biblioteca Municipal, que había levantado en 1917, como sala de baile del Casino Principal de Granada, el arquitecto Ángel Casas, y que en 1933, con la II República y su apuesta por la alfabetización y la cultura, cambió su uso al que hoy día sigue teniendo. En la lejanía se perciben las construcciones que se extenderían por el barranco del Abogado.
“Unos minutos más tarde” nos asomamos en el puente de la Virgen y vemos el Darro descender desde el centro de la ciudad. Su desembocadura queda a nuestra espalda. A la derecha, en primer lugar, el conjunto edilicio en torno a la basílica de las Angustias y algo más arriba, una construcción baja y encalada, era el viejo Rastro, al que se accedía, como a todo lo que había en esta orilla, desde la Carrera del Genil, hoy de la Virgen. El Rastro había sido, desde el siglo XVII, casa de vecinos, servicio de camas, local industrial, lavadero y hasta reñidero de gallos, pero fue derribado en 1973 y en toda esa parte se levantaron los almacenes Galerías Preciados, luego comprados por El Corte Inglés. En la orilla que queda a nuestra izquierda, donde había una estrecha calle por la que se ven transitar algunas personas, existía una sucesión de antiguos edificios, de tres alturas la mayoría, que serían de uso residencial. Todo ese lateral constituía la Acera del Darro. Hoy, cubierto el río también por aquí, la vieja calle, que en la foto recuerda levemente a la Carrera del Darro (entre Plaza Nueva y el Paseo de los Tristes), ha sido transformada en una impersonal avenida que mantiene el mismo nombre, pero no el probable encanto de aquellos años.
Hemos ascendido por la Acera del Darro y terminamos en el Embovedado y Puerta Real. Es ya la parte más burguesa de la ciudad. También la más transitada. En su centro se acumulan tanto coches a caballo como vehículos a motor, mientras por un lado y otro bastantes granadinos caminan en ambas direcciones, aunque la mayoría parecen hacerlo hacia el centro urbano. Todos, más o menos elegantes, van abrigados, porque debe ser invierno. Por aquí las construcciones ganan en altura, sobre todo las más lejanas, entre las que ya se encuentra el hotel Victoria con su airosa cúpula. Hay también algún quiosco o algo similar delante de un autobús aparcado de frente. Al otro lado todo está más difuso pero ¿se puede ver una terraza con clientes sentados en ella? Y entre uno y otro lateral, al fondo, el edificio del Suizo, de los pocos, junto al hotel, que aún se conservan.
Llegamos a él, tras el Victoria, y miramos hacia atrás. Varias personas cruzan la calle; parecen ser dos mujeres y, en sentido contrario a ellas, un cura, reconocible por la sotana. Se ven vehículos aparcados y alguno parece circular en ese momento. En esta ocasión la terraza la vemos a la izquierda y parece estar bajo unos pequeños soportales. En las fachadas de ese lateral hay letreros de diversos establecimientos. Uno parece ser el hotel Londres; de otro, en el mismo inmueble pero en la planta inferior, solo vemos que lleva por nombre Roberto, mientras que al lado se publicita un anónimo dentista. En el plano más lejano distinguimos un tranvía, justo delante del edificio que quedaba entre la Carrera del Genil (cuyos árboles vemos a la izquierda) y la Acera del Darro, donde luego estuvo el hotel Zaida. Y detrás, nuevamente, las torres de la basílica, casi cortando la perspectiva de la sierra, que parece verse nevada solo en sus laderas de mayor altitud. No están todavía el edificio de correos, el teatro Isabel la Católica ni la fuente de las Batallas, sino que serán posteriores a la guerra, pero la imagen es de una zona urbana amplia y concurrida, abierta y soleada, donde nada anuncia los malos tiempos que están por venir.
Terminamos en Reyes Católicos, justo por encima de donde se sitúa la plaza del Carmen, que aquí asoma un poco a la izquierda al doblar el ángulo del Noticiero Granadino —un periódico que desaparecería en junio de ese mismo año—. Lo que más llama la atención es lo estrecha que parece la calle en su parte más baja, tras la que volvemos a ver el hotel Victoria. Pero la fisonomía general de esta vía, con dicha excepción, no es muy distinta actualmente, ya que parte de esas antiguas fincas aún existen. Quizás la esquina donde estaba la compañía de seguros Plus Ultra es la más cambiada, porque sí se levanta en este momento un edificio “moderno” y mucho más feo. Hay que destacar, además, las farolas tan artísticas de fundición que había en esos años, como se ve en la del primer plano. Ahora son muy distintas. En cuanto al trasiego, es mayor que en las calles anteriores, aunque solo de peatones y un ciclista, lo que hace todavía más curioso que entre ellos se perciba claramente —por su casco blanco— un policía de los que regulaban el tráfico.
Pero, al igual que por la avenida de la República, nada, en esos días de 1936, nos pone en guardia ante la tragedia que está a punto de suceder, ni hay nada que muestre un ambiente revolucionario, violento, agitado o crispado.
(*) Archivo Municipal del Ayuntamiento de Granada. Reportaje de 14 fotos en papel de 23,4 x 14 centímetros. Las imágenes de este artículo son las que tienen nº de registro 301398.2 a 301398.8. La firma sobre el cartón es A.J.V. y la fecha 1936 es la atribuida por la archivera.