Francisco Ávila ha convertido su domicilio en un auténtico museo y ha dedicado siete libros a plasmar la historia reciente de Maracena

No eres de Maracena si no conoces a Paquito ‘El Poleo’. Y es que Francisco Ávila González, nacido en este pueblo del cinturón de Granada el 16 de enero 1937, es toda una institución. No en vano ha demostrado ser un consumado artista con las chinas de río (o de la playa), con los cuadros en relieve y murales que ocupan cada rincón de su casa. También como autor de nada más y nada menos que siete libros dedicados a recuperar la historia más reciente y desconocida de su localidad natal, además, de haber ostentado con gran mérito el cargo de concejal de Cultura en su ayuntamiento y haber pregonado en tres ocasiones las fiestas (1983, 1985 y 2014). Después de haber pasado unas estupendas horas en su casa-museo, localizada en la Calle la Ribera, gracias a nuestro común amigo, Paco Olvera, es lo que nos inspira este singular maracenero que tiene una especial debilidad por los animales, como ejemplo, ese amplio palomar que tiene en la azotea de su vivienda, en tanto que su carácter afable y su don de gentes le ha granjeado el cariño de sus paisanos.

Nació en un tiempo convulso, en plena guerra civil española. Al día siguiente de su nacimiento Manuel Azaña trasladaba a Valencia la sede de la presidencia de la República y dos días después se funda Radio Nacional de España. El 8 de febrero de 1937 se produce la masacre de la carretera Málaga-Almería. Crece en la España de la posguerra y la necesidad le obliga a trabajar en diversas profesiones, primero en el campo cuyas faenas conoce a la perfección, después con 11 años de chico para todo, en una fábrica de chacinas, y más tarde en la construcción, en la que siempre le gustaba «dar un toque personal» para lo que buscaba materiales baratos lo que le llevó a dar con las piedras de río, presentes en fachada, escaleras, barandas, cuadros y esculturas de animales a tamaño real. «El apodo del Poleo me viene de un bisabuelo paterno que le gustaba traer menta poleo del monte para distribuirla por el pueblo», responde al inicio del recorrido. Una cigüeña y un águila son algunas de las obras salidas de sus manos que encontramos en la salita, la primera de cuando sólo utilizaba piedras blancas por lo que luego tenía que pintarlas, el segundo cuando comprendió que era más natural aprovechar las tonalidades de los cantos rodados. Materiales que primero buscaba en las orillas de los ríos y que luego llegó a recoger en las playas de costa granadina e incluso de Torre del Mar (Málaga) para lo que contaba con toda su familia. «A finales de los 70 nos apuntamos una poca gente a un taller de escultura que me sirvió para hacer los primeros animales», explica además de reconocer su admiración por el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente. Así surgiría su primera exposición que más tarde le llevaría a implicarse en política y ejercer como concejal de Cultura en la segunda legislatura de los ayuntamientos democráticos donde demostró ser «incansable y sacar muchos proyectos adelante a pesar de no contar con presupuesto propio».

Francisco Ávila, (Paco ‘El Poleo’),  en un rincón de su casa de Maracena ::A. ARENAS

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Cuando le pedimos nos cuente los secretos de sus esculturas explica que «para que el centro del cuerpo no sea macizo pues lo haría muy pesada, va con una tela metálica y luego patinado con cemento. Después se van pegando las piedras con cemento blanco especial». De los cuadros en relieve indica que es una técnica en la que hay que tener mucho cuidado, especialmente en el momento del secado previo a su introducción en el horno. Presume, y con motivo, que por su casa museo han desfilado grandes poetas como García Montero, Gregorio Morales, Javier Egea, Javier Jurado,… Tras mostrarnos el palomar de la planta superior y confesarnos que le gustan las palomas «desde que tenía siete años» nos muestra el taller de donde han salido muchas obras.«Aquí he hecho todos los cuadros y también el mural que hay en la plaza de la Iglesia, de 9×5 m. realizado por piezas, que secaba en la terraza, antes de llevarlas al horno a 900 grados». En una alacena, ocultas tras una cortina, nos enseña otra gran cantidad de obras, en concreto sus series de las puertas de Granada y del cortijo de Víznar.

Paco, con sus siete libros dedicados a su pueblo natal ::A.A.

Antes de marcharnos nos lleva al patio interior presidido por dos grandes murales donde va comentando cada uno de sus libros. Desde ‘La Maracena de mi infancia’, publicado cuando no había nada escrito de Maracena y «tirando de memoria de las cosas y personajes que han vivido en Maracena»: ‘La niña grande’, su libro «más profundo, dedicado a su madre» donde narra las represalias de los vencedores después de la guerra civil; ‘Vida laboral y política. Recuerdos de mi vida, (1940-1988)’. Le seguiría ‘¿Tú dónde naciste? Historias de mesa camilla Vol. I y II’, una antología de 54 entrevistas realizadas en sus propios hogares a vecinos del municipio o ‘Memoria de las aguas del municipio de Maracena’ (2019), recorrido por todos los sitios de donde venia el agua a esta población. Su último libro ha sido ‘Un secadero en mi patio’, donde él cuenta cómo se trabajaba en este oficio y su hermano la parte política. El inspector de Educación y exalcalde de Maracena, Paco Olvera, considera que estos libros «deberían de ser estudiados en la escuelas e instituto porque son la memoria histórica de Maracena. Unas obras merecedoras con creces de ser conocidas».

Para saber más:

Ver vídeo editado por Paco Olvera:

 

Antonio Arenas

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