José Luis Abraham López: «La imperfección del mal»

¿La era digital hará desaparecer a la analógica? ¿Bienestar o manipulación?

Con sus incuestionables beneficios a gran escala, Internet se ha convertido también en un ciberarma, un terreno cenagoso de guerra digital donde empresas y expertos en nuevas tecnologías campan a sus anchas poniendo en peligro la dignidad de los individuos y la sostenibilidad de muchas organizaciones.

Quien lea Al final del patriarcado encontrará una novela inquietante precisamente por ponernos sobre aviso de la terrible amenaza que en nuestra era digital tiene todo aquello que, perversamente utilizado, tiene al ciberespacio como herramienta manipuladora. La fascinación inicial ha mutado en una inquietud extrema que nubla el porvenir.

En su colección Alejandría, Ediciones Oblicuas ha tenido el acierto de apostar por esta nueva novela de la escritora mejicana Malú Huacuja del Toro.

La obra comienza con el desenlace fatal de la protagonista, Adhira, una treintañera agnóstica criada en el hinduismo y cuya muerte se propagó como “el primer asesinato cometido por la voluntad robótica en el nuevo milenio” (página 8). Desde esta afirmación inicial entramos en el mundo de la distopía, en donde la aplicación AfterLiveLove (ALL) ha sido diseñada como un reto a la ciencia y a una desvirtuada inmortalidad, pues da la posibilidad de ver y hablar con difuntos a través de hologramas que son utilizados, sobre todo, para desahogos sexuales. Así lo hace el sexagenario Gino con su fenecida esposa Margo (convertida en fetiche erótico) y que le garantiza sensaciones y placeres extraterrenales.

Portada de Al final del patriarcado, en Ediciones Oblicuas

Estos “carnales” encuentros robóticos van absorbiendo la atención y el tiempo de Gino, patrón de una pizzería familiar heredada que resiste en la difícil prosperidad que en Nueva York aguardan a este tipo de negocios. Cada vez más estimulantes, Gino cae en las redes de la adicción por ALL, hasta que la máquina empieza a demostrar cierta autonomía al conocer secretos que Gino guarda con celo. Es el pavor del hombre ante el control, dependencia y manipulación privada de un artefacto.

En este intrusismo en la vida personal de Gino aparece Adhira, miembro del equipo de ALL en la empresa Artico. Pero el sentido de la justicia de aquel le empuja a no conformarse con la versión de homicidio accidental que acabó con Adhira y se plantea si no fue la misma empresa multimillonaria para la que trabajaba esta la que selló para siempre el silencio profesional de la víctima.

Cuando la novela comienza a tomar cauces de linealidad previsible, en el capítulo tres toma la iniciativa fugazmente un nuevo narrador, el escritor mejicano Lorenzo Corral a quien le han encargado escribir la biografía de Adhira y del inmigrante mejicano Agustín Sánchez que, cuando dispararon de muerte a aquella, tuvo el arrojo suficiente para salvar a los clientes que en ese momento estaban en la pizzería Silvana’s y que quedará recogido en el volumen Puentes fronterizos. Si bien el escritor desvela sus fuentes, sus estrategias de escritura y hasta sus intereses en cuanto a qué contar, en los siguientes capítulos vuelve la voz narradora principal de la novela.

Resulta crucial entender la mala conciencia de Adhira al revelarse ante Gino como una agente doble, pues si bien está contratada por Artyco, las oscuras intenciones de esta empresa hacen que aquella se desmarque e idee varios proyectos, entre ellos el conocido como TotalFem, cuya finalidad fundamental reside en concienciar y liberar a los hombres de una realidad falsa, llegando a reconocer a Gino que ella misma ha estado investigando su vida privada. El programa es definido por la propia narradora como un juego de simulación sexual tridimensional contra la prostitución femenina.

Junto a esta trama principal se entrecruzan otras, como la del escritor Lorenzo, cuya inclinación lasciva y códigos éticos pondrán seriamente en peligro su carrera y reputación literaria como política. En lo primero, cuando se intente demostrar que las fuentes manejadas para su obra han sido conscientemente tergiversadas, en poder ahora de su examante Victoria Zárate, lo cual repercutirá en su imparable ascenso en el mundo de la política del nuevo gobierno de México.

De esta manera, el espacio íntimo como la trayectoria profesional de los actantes se van entrelazando de una manera prodigiosa y que cada uno de ellos vivirá angustiado por una amenaza.

Por si fueran pocos estos ingredientes también entra en acción la publicista política judía Elana Cohen. La información que esta recibe de Gino le mueve a indagar la conexión del asesinato premeditado con extremistas y activistas digitales troles de Assange para perjudicar en su candidatura electoral a Hillary Clinton. O ¿será responsabilidad de los “los servicios secretos de inteligencia gubernamental”? (p. 153).

Elana propone al periodista Kevin Simon escribir el libro verdadero y único sobre la vida de Adhira, sin ocultamientos ni medias verdades. Paulatinamente se van incorporando personajes con un gran protagonista en la historia principal.

Desde una turbadora, compleja y excitante escritura, Malú Huacaja del Toro despliega una ácida crítica a los políticos corruptos, y nos plantea, entre otros muchos, un frívolo interrogante: ¿la era digital hará desaparecer a la analógica? ¿Bienestar o manipulación? Pero la autora va mucho allá pues no deja fuera de esa radio de implacable juicio sobre la compra de metadatos de clientes, los tecnófilos profesionales (hackers o empresas) que utilizan sofisticadas herramientas tecnológicas para su propio y único beneficio, las mafias literarias, el ciberataque masivo, el racismo, el poder de las redes sociales cada vez más narcotizantes, así como la impersonalidad y esclavismo de quienes se adscriben a grupos sociales para ser aceptados y escalar profesionalmente.

Desde el personaje de Adhira Dharamsi y su clara inclinación activista por los derechos fundamentales de la mujer, Malú Huacuja del Toro censura la cosificación que la mujer sigue padeciendo, alienada moralmente al control patriarcal. Si su reencarnación es Adhira, su medio es la invención de una aplicación a la que se alude como “feminazi contra los prostíbulos” (p. 180). Y para actualizar la historia incluye nombres populares como Hillary Clinton, el escándalo de Donald Trump y Mónica Lewinsky, el movimiento Anonymous, la teoría conspirativa de las elecciones norteamericanas de 2016 conocida como Pizzagate, la pandemia del coronavirus, la organización mediática WikiLeaks, referencias literarias y cinematográficas.

Conforme avanza la obra, vamos conociendo más datos de la propia narradora. Columnista y articulista feminista, utilizó los medios de comunicación para defender la libertad sexual. Después de su ruptura con el arribista y crápula Lorenzo Corral, su carrera profesional se vio en el ostracismo por las calumnias que aquel se encargó de promover entre los círculos culturales. Falleció de sobredosis convirtiéndose luego en “una difunta, revivida a medias por la informática” (p 269).

El final de la novela nos deja algo aturdidos porque no quedan muy claros los límites entre la ciencia ficción y un futuro verosímil igual de complejo como inquietantemente maldito, o como afirma la propia autora en la dedicatoria autógrafa que tuvo el detalle de estampar en el ejemplar remitido, “el choque entre lo peor de dos culturas y lo mejor, porque, como decía Adhira, ‘ni siquiera el mal es perfecto’”.

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José Luis Abraham López

Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato

 

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