Virtudes Montoro López: «Los hijos del alcohol»

El alcoholismo es una enfermedad primaria y crónica, ya que no es causada por ninguna otra y persiste a través del tiempo, así mismo es considerada una “enfermedad familiar”.
Los alcohólicos, además de ser víctimas, tienen una influencia adversa sobre aquellos con quienes se relacionan. Las personas más cercanas son las que sufren más. Son personas que no son capaces de controlar ni de predecir sus hábitos de beber y cuya forma de ingerir alcohol causa problemas en aspectos importantes de sus vidas.

“Pero cuando el alcohol entra, empezar a correr. Porque hay un demonio allí, y se remonta a su infancia”. David Gest.

Janet Woititz psicóloga y autora del libro “Adult Children of Alcoholics”, describe en éste, las conductas que caracterizan a los hijos del alcohol:

  1. Los hijos adultos de alcohólicos no saben cuál es el comportamiento “normal” y tienen que adivinarlo. Les cuesta trabajo llevar un proyecto a término.
  2. Mienten cuando no es necesario y cuando sería igualmente sencillo decir la verdad.
  3. Se juzgan y se exigen con mucho rigor.
  4. Se toman demasiado en serio a sí mismos y les cuesta trabajo divertirse.
  5. Les cuesta trabajo mantener relaciones íntimas.
  6. Reaccionan exageradamente ante estímulos y ante situaciones sobre las que no tienen control.
  7. Constantemente tratan de obtener aprobación y afirmación.
  8. Se sienten diferentes de otras personas.
  9. Son sumamente responsables. O bien, muy irresponsables.
  10.  Son sumamente leales y comprometidos, aun con quien no lo merece.
  11. Corren el peligro de desarrollar adicciones, convertirse a su vez en alcohólicos, en neuróticos, o por lo menos, en cónyuges de alcohólicos.

Crecer en un ambiente donde los conflictos son la base de la convivencia y donde la conducta de una de las figuras más importantes durante la infancia está descontrolada, es cambiante, inestable, extraña, etc. provoca entre otras, una emoción que llevarán a rastras toda la vida: la vergüenza.

“La conciencia es soluble en alcohol”. Riane Eisler

De cara al resto del mundo hay algo mal en ellos, en su casa, en sus padres. Esconden lo que les pasa, se esconden a sí mismos y se silencian, aislándose de los demás. Aprenden a mentir pronto, deben ocultar lo que ocurre en sus vidas.

El niño/a ve su mundo distinto al resto, sus vivencias no son las que observa en los demás, por ello, no sabe bien qué es lo normal y qué no lo es. Este sentimiento le hace sentirse inferior y distinto, con los años será un adulto con una autoestima baja que necesitará la aprobación de los demás, será una persona dependiente que pondrá en manos de otros su vida.

Ser un hijo del alcohol conlleva haber vivido experiencias que marcan profundamente. Es cierto que cada persona lo afrontará de una manera más resolutiva que otras por su capacidad de resiliencia, inteligencia, habilidades sociales, extroversión, etc., pero de una manera u otra las vidas de estas personas parten de una niñez tristemente diferente.

«La embriaguez no es más que locura voluntaria». Séneca

 

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Virtudes Montoro López

Psicóloga especializada en Mindfulness y
Terapia de Aceptación y Compromiso

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