Quienes sienten placer por la productividad lingüística, en El diccionario del mentiroso encontrarán una novela que abruma por su inteligente culto al poder creativo del lenguaje en la nebulosa de lo inefable
Una de las más férreas batallas que libra todo escritor es contra el lenguaje, precisamente contra su principal aliado. Pero domar “el rebelde, mezquino idioma” (en palabras de Bécquer) es el gran reto de todo individuo, pues cuántas veces no nos hemos visto apesadumbrados por la imposibilidad de hallar palabras para sensaciones, sentimientos, hechos, etc.
Un tesoro singular, tanto por la idea que lo fragua como por la manera audaz de contarla, Eley Williams ha conseguido con El diccionario del mentiroso (publicado por la editorial Sextopiso y traducido por Mariano Peyrou) todo un deslumbrante prodigio literario.
En el Londres de finales del siglo XIX, Peter Winceworth forma parte del equipo de lexicógrafos del Nuevo Diccionario Enciclopédico Swansby. Concretamente, trabaja en la letra S. Su naturaleza imaginativa le conduce compulsivamente a inventar palabras, por su permanente obsesión en dar con la lexía que defina sensaciones nunca recogidas en repertorio alguno.
Su ceceo, su carácter sigiloso, ocurrente e introvertido y su inclinación natural a la ficción y al ensimismamiento lo convierten desde las primeras páginas en un personaje entrañable que se gana al lector por su singularidad.
Por su parte, con la distancia de un más de un siglo de diferencia, Mallory lleva tres años como becaria del director David Swansby, quien se ha marcado como prioridad digitalizar el Nuevo Diccionario. Pero algo repentinamente le produce un profundo desasosiego cuando descubre que en el Nuevo Diccionario hay palabras fantasma, términos que nacen de la imaginación o perniciosa intención de un antiguo lexicógrafo de convertir su magno proyecto en un peligro, exponiendo su credibilidad entre la comunidad científica. Además de atender a las llamadas telefónicas y de revisar la ortografía y puntuación del Nuevo Diccionario, Mallory tiene un encargo tan arduo como excitante: localizar todas aquellas entradas intrusas incorporadas al glosario sin respaldo académico.
La obra está conducida por dos narradores cuyos tiempos narrativos se van intercalando: el de Winceworth quien desde el poder que otorga la omnisciencia recurre a menudo al estilo indirecto libre y, por otro, la de Mallory, en el siglo XXI, adoptando ahora la narradora la perspectiva en primera persona. Si aquel es el creador compulsivo, esta es la intrépida indagadora, de manera que la complicidad entre ambos va en aumento conforme distintos elementos anecdóticos van recobrando relieve.
Para alivio de Mallory y de su compañera sentimental Pipi, estos términos engañosos aparecen escritos con una estilográfica distinta al resto; en concreto, con una pluma de plata que a Winceworth le había regalado Sophia. Conforme van reconociendo nuevas entradas fraudulentas, su fascinación por el autor de tales invenciones va resultando más irresistible. ¿Se trata de una persona obstinada, audaz, osada, aburrida, meticulosa, provocadora? Esta es la manera de rebelarse Winceworth pues si resulta díscolo en su manejo del idioma aparece discreto y vulnerable en un grupo social adocenado, que tiene que soportar el despecho y carácter encopetado de sus compañeros de redacción.
Además de lo estrictamente literario, El diccionario del mentiroso supone toda una lección lexicográfica de palabras que han cambiado su significado con el paso del tiempo, los secretos de las etimologías, y un extenso caudal de sinónimos en el babélico laberinto de registros y acepciones.
Casiculación, asnidoroso, curribución, agrupción, abantina, chiflún son algunas de las muchas palabras inventadas para dar realidad a sensaciones y situaciones que, en muchas ocasiones, nos pasan desapercibidas. Y, sobre todo, el poder imparable del lenguaje en su creativa expansión.
Una novela muy bien trenzada y verdaderamente estimulante, que aviva con su ingenio y vigorosidad expresiva el lado más desconcertante del intelecto.
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato