Juan Franco Crespo: «La mítica Ruta de la Seda: Samarcanda, 3»

El gran Ulughbek (1420) inició la construcción de la primera madrasa que, vista desde fuera, nos quedaría a la izquierda de la imagen, acogió a alumnos de Astronomía, Ciencias, Filosofía y Teología; el antiguo observatorio astronómico será una de las grandes sorpresas, pero no adelantemos acontecimientos.
La ciudad seguía dándonos sorpresas, el Ecuador del viaje ya lo teníamos más que superado, de hecho a la mañana siguiente los integrantes de la versión corta regresarían a casa y la mitad continuaban ruta con el TALGO Afrosiab hasta el célebre y fértil Valle de Fergana.

Pero aún estábamos en la mítica y esplendorosa ciudad, no sólo no habíamos finalizado el recorrido, sino que aún teníamos un par de sorpresas: el Museo Afrosiab y el célebre Observatrorio Astronómico que ofrecería una serie de datos que se anticipan a los que uno tenía asumidos desde la visión eurocéntrica de nuestra cultura. Bastante cerca del Museo está la célebre Tumba de Daniel [con su constante peregrinación] y el Observatorio de Ulughbek [apodado acertadamente como el Sultán Astrónomo] que sería saqueado y destruido por los fanáticos en 1449 tras su fallecimiento. Un duro golpe para el centro científico que aún se acrecentaría cuando en 1500 la capital se llevaría a Bujara. Será la visión de este monarca la que nos dejaría un legado arquitectónico de una plaza difícil de olvidar y constituye, posiblemente, el conjunto más famoso de Uzbekistán por no decir de toda Asia Central. En su momento fue el epicentro de la mítica ruta comercial que, desde China, se expandió por todo el mundo conocido. Las tres madrasas, por sí mismas, son un espectáculo que uno no se cansa de admirar. Tras el cierre de los accesos y teniendo en cuenta que apenas estás a diez minutos del hotel, las últimas horas de estancia en Samarcanda, llegada la noche, estuvieron concentradas en admirar el gran conjunto arquitectónico que con la iluminación crea una atmósfera realmente mágica en aquel grandioso entorno.

En el camino hacia el Observatorio encontraremos otras mezquitas, citar la de Bibi-Janyum, fue la mujer china de Tamerlán, dice la leyenda que era la sorpresa para su marido tras el regreso de una de sus épicas salidas donde había de todo menos piedad; en este caso el exitoso regreso de Delhi (India). Recordemos que la historia hay que contextualizarla y no interpretarla como se está haciendo en el XXI.
El suntuoso regalo se acabó de construir muerto el monarca, en su patio interior encontramos un gigantesco Corán de mármol que es una verdadera joya que brilla con luz propia en esa gran mezquita. Allí hay sombra y el rato libre siempre va bien para reponer fuerzas antes de reiniciar el camino para el famoso recinto astronómico. Frente a esta mezquita, en la misma y amplia avenida Tashkent, está el Mausoleo de Bibi, restaurado hace pocos años no deja de ser otra obra de gran interés para el viajero.

Con un uzbeco que quería una foto con los españoles en el observatorio astronómico de Ulughbek 

Siguiendo la avenida llegamos al Museo Afrosiab, estamos entonces en la antigua Marakanda. En ese recinto de dos kilómetros cuadrados siguen los trabajos arqueológicos así que seguramente haya nuevos aportes a los edificios o restos visitados. Aquí encontraremos la Tumba del Profeta Daniel que según la leyenda trajo Tamerlán desde Susa; el impresionante sarcófago, constantemente observado por gente de todo el orbe, tiene casi veinte metros de longitud y oficialmente se sabe que los restos humanos allí depositados corresponden al V a.C. Lamentablemente lo difícil es poder hacerle una foto, es tan fuerte la presión de visitantes que al final desistes de ello. Sea como fuere, el profeta es reverenciado por las tres grandes religiones, así que no es nada extraña esa devoción.

El Museo del Observatorio es ya de una moderna concepción, en una de sus vitrinas se exhibe el célebre legado de Clavijo en edición conmemorativa de la Cooperación Española si mal no recuerdo y allí, los uzbecos, mayoritarios, pidiendo hacerse fotos con los visitantes españoles, algo que las modernas tecnologías han facilitado e inmediatamente exhiben en sus redes, cual trofeo, para sus familiares y amigos. Se ve que estar con españoles no es lo más habitual y no dejaban de despedirse con la mano derecha en el corazón y una leve inclinación, algo que indica mucho más que nuestro clásico apretón de manos, en agradeciendo a la deferencia.

Chicas uzbecos posando para el grupo de los españoles, al fondo la madrasa en Registán ::JFC

El tiempo libre te permite recorrer aquella colina y sus bellos jardines, al margen de los interesantes ingenios que en el XV utilizaba el Sultán Astrónomo. Contemplando el instrumental uno se da cuenta de los años de adelanto que aquella sociedad tenía sobre la Europa del momento. Recordemos que los bárbaros se imponen, los que sobreviven seguirán con ese nuevo estadio y con ese retroceso, de nuevo a las tinieblas de la noche. Lamentablemente, entonces, como hoy., la cultura, el saber, es lo que menos interesa y así nos va en esta deriva en la que hasta el idioma lo estamos destrozando.

El primer día en la plaza de Registán

Realizada la visita, reconcentrado el grupo, la mayoría decidió marchar con el guía a visitar una fábrica de seda [los tres andaluces declinamos porque eso ya lo teníamos contratado para Fergana] y la verdad, ante la perspectiva de 300 kilómetros y casi cinco horas de autocar, nos quedamos en Samarcanda. Con un coche privado se apalabró el traslado hasta la célebre plaza a la que llegamos justo a la hora de la comida, tocaba refrescarse, deleitarse con la oferta gastronómica y contemplar la extraordinaria plaza desde la primera planta del restaurante, abierta, mantenía un frescor que ya quisieran para sí los modernos aires acondicionados.

 

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Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía

y estudios de doctorado en Historia de América.

Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas

del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio internacionales.

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